martes, 28 de febrero de 2017

LA REFORMA DE LA COPARTICIPACIÓN FEDERAL



La Nación, Editorial,  26 DE FEBRERO DE 2017

El gobierno nacional, en consulta con las provincias, está trabajando en un proyecto de ley para reformar el sistema de coparticipación federal de impuestos. Su propósito es lograr, antes de la finalización de su mandato, su entrada en vigencia a través de una ley convenio aprobada por la totalidad de las provincias. Debe recordarse que la Constitución Nacional de 1994 estableció que esta reforma debía estar implementada en 1996. Hasta hoy no se ha cumplido.

El criterio con el que el Poder Ejecutivo Nacional intenta ahora elaborar el nuevo régimen fue definido por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien señaló que se aspira a cambiar el sistema de coeficientes fijos por uno basado en criterios racionales de reparto, respetando el mandato constitucional que así lo estipula. "Este criterio -añadió- pretende cubrir la brecha entre lo que cada jurisdicción necesita gastar para poder prestar servicios de calidad y lo que puede recaudar haciendo un esfuerzo fiscal equitativo." La intención es conceptualmente correcta aunque supone cierta ingenuidad al esperar que 24 provincias puedan acordar que están recaudando lo posible y que acepten que alguien defina todos los años cuáles son sus necesidades de gasto. Claramente, por no funcionar la realidad de esa manera es que han pasado 22 años sin que haya podido acordarse una modificación del sistema.


La coparticipación federal de impuestos no es un sistema original de la organización nacional. Hasta 1934, cada una de las entonces 14 provincias cubría sus necesidades presupuestarias recaudando sus propios impuestos. Cuando se creó el impuesto a los réditos de las personas en 1932, las provincias protestaron por tratarse de un gravamen directo que correspondía a su jurisdicción. La Corte Suprema, sin embargo, lo convalidó, pero con la condición de que fuera transitorio. Además, fue necesario que dos años después el Congreso Nacional, en acuerdo con los gobiernos provinciales, sancionara una ley convenio por la cual el 17,5% del producido por el impuesto a los réditos se entregara a las provincias en proporción a lo recaudado en cada uno de sus territorios. Fue el inicio de la coparticipación, pero en esa ocasión sólo con un criterio devolutivo. Desde entonces se crearon nuevos impuestos y el de réditos, hoy Ganancias, vive a pesar de su transitoriedad. Las 14 provincias son hoy 24, habiéndose incorporado la Capital y en distintas fechas los ex territorios nacionales.

El sistema de coparticipación fue varias veces modificado. La Nación redujo su participación primaria. La distribución secundaria entre provincias debió incorporar un criterio redistributivo al provincializarse los territorios. La Ley 23.548 de 1988, vigente hasta el día de hoy, fijó el 42,34% para la Nación y el 54,66% para las provincias, con porcentajes establecidos para cada una de ellas. Del total de la masa coparticipable se separaba previamente un 2% para las provincias de Buenos Aires, Chubut, Neuquén y Santa Cruz, y un 1% para aportes discrecionales del Tesoro Nacional.

Al crearse o aumentarse impuestos no coparticipables, fue creciendo la porción de la torta reservada a la Nación y también las cantidades distribuibles en forma discrecional. La consecuencia fue el uso de esa discrecionalidad para la sujeción política, el favoritismo y la corrupción. Los gobernadores pasaron a estar gran parte de su tiempo en Buenos Aires intentando mayores aportes y el federalismo se debilitó. El gobierno de los Kirchner fue el ejemplo más acabado de esta deformada situación que hemos denominado unitarismo fiscal.
Tal vez la peor consecuencia del sistema vigente es la desalineación de los incentivos. A los gobernadores podría convenirles que se evadan los impuestos nacionales coparticipables porque, de esa manera, quedan en la totalidad en su provincia. Además, por gastar ellos lo que el gobierno nacional recauda, tienen el beneficio político de ampliar sus erogaciones o su planta de empleados públicos, sin tener el perjuicio de aumentar sus propios impuestos. Se ha alejado así del sano principio de la correspondencia fiscal, o sea que quien gasta recauda. Eso se llama en términos sencillos gastar con billetera ajena.

La responsabilidad de recaudar lo que se gasta es la única forma de alinear correctamente los incentivos y que los ciudadanos, a la vez contribuyentes, pongan atención en el nivel del gasto público provincial y resistan su incremento o su mala asignación. No es por casualidad que el gasto y el empleo público provincial han crecido a niveles insostenibles.

El criterio para la reforma que declara seguir el Gobierno no corregirá esta deformación. Los gobernadores han demostrado sentirse más cómodos con mecanismos de discrecionalidad y con la práctica de influencias que con un sistema que los impulse a la eficiencia y la austeridad.

No perciben que todos pelean por la misma torta y que el déficit fiscal de la Nación no le permitirá ceder ni una centésima porcentual en favor de las provincias. Nos animamos a decir que el camino elegido irá en vía muerta, como ha ocurrido en los últimos 22 años.

El objetivo no puede ser aumentar los fondos públicos sino generar un sistema que impulse a gastar menos y gastar mejor.

De las propuestas arrimadas al Gobierno parece plausible aquella que devuelve potestades tributarias a los gobiernos provinciales y retiene para la Nación determinados impuestos que sólo cubren sus necesidades presupuestarias. Por ejemplo, las provincias recaudarían en su territorio los impuestos directos y los claramente identificables con su generación geográfica. Sería el caso del impuesto a las Ganancias de personas físicas, el impuesto a los Bienes Personales, los impuestos Internos y los actuales gravámenes propios provinciales. La Nación retendría los impuestos indirectos tales como el impuesto a las Ganancias de personas jurídicas, el IVA y los impuestos al comercio exterior. El impuesto a los Combustibles sería provincial, aunque su producido se canalizaría a un fondo de redistribución horizontal asignado con coeficientes fijos a las provincias. Estos coeficientes se determinarían de manera que en el inicio del nuevo régimen se empalme con la distribución secundaria que resulta del sistema de la ley 23.548 hoy vigente.

Esto sería necesario para evitar una abrupta desfinanciación de las provincias menos desarrolladas y, además, para hacer políticamente posible la reforma. No se discutirían necesidades de gasto ni cambios en la repartición de la torta,

Lo esencial es que si en el futuro un gobernador quisiera aumentar su gasto, debería incrementar sus propios impuestos. El alineamiento pasaría a ser el correcto. Se suprimiría la coparticipación vertical y el fondo de redistribución horizontal sería administrado y controlado por un ente conformado por las propias provincias. También debe tenerse muy en cuenta que no debería haber una reforma tributaria sin que antes se discuta una nueva ley de coparticipación. La cuestión del Fondo del Conurbano, en tanto, debería discutirse y resolverse en forma separada.


De acuerdo con la opinión de reconocidos constitucionalistas, una reforma como la descripta es compatible con la Constitución Nacional de 1994. Estamos en tiempos de reformas estructurales. Es importante ver el fondo y las causas de nuestros crónicos problemas para saber corregirlos. La cuestión de la coparticipación y el federalismo es uno de esos casos.

EL AUTORITARISMO EN EL MUNDO



La Nación, Editorial,  25 DE FEBRERO DE 2017

Desde la Fundación de Derechos Humanos (www.hrf.org), creada en 2005 y con sede en la ciudad de Nueva York, dos de sus principales directivos, los conocidos Garry Kasparov y Thor Halvorssen, realizaron recientemente un fuerte llamado, que no debiera pasar inadvertido, contra uno de los más graves males de nuestro tiempo: el autoritarismo. Ambos activistas saben bien de qué se trata. Kasparov, porque conoció las prisiones de su Rusia natal y fue además obligado a exiliarse. Halvorssen, porque fue testigo de cómo mataban a su madre de un disparo en la convulsionada Venezuela.

Como plantean en el movilizador llamado, el autoritarismo es, desgraciadamente, un mal que busca disimularse y que muchas veces hasta se tolera sin decir una palabra, como cuando se invita al indiscutiblemente autoritario y cruel líder chino, Xi Jingping, a ser orador central en la sesión anual del Foro de Davos, un espacio dedicado a mejorar el mundo.

En el escenario mundial, 94 países tienen hoy formas de gobierno claramente autoritarias surgidas por fuera de la democracia. Hablamos de nada menos que del 53% de la población, que sufre estos regímenes, casi cinco veces el número de personas que viven en condiciones de pobreza extrema.

Las denuncias contra esta lamentable y peligrosa situación que silencia a los disidentes y anula sus derechos no concita ni el interés ni la difusión que debieran. Además de fondos, los castigados pueblos demandan asesoramiento estratégico, atención y solidaridad contra las múltiples formas de represión que sufren.

Los regímenes autoritarios financian conscientemente algunas actividades de los organismos multilaterales que debieran ocuparse constantemente de denunciar y combatir tan delicado tema, y de esa manera compran su silencio o su aparente desinterés.

La Argentina vivió bajo el autoritarismo del gobierno kirchnerista por espacio de 12 largos años. Sufrimos persecuciones arteras e implacables los medios de prensa independientes; supimos de libertades cercenadas a quienes no comulgaban con el mendaz enfoque del poder político; de elecciones y candidaturas groseramente manipuladas; de un perverso revisionismo histórico; de discursos únicos torcidos, difundidos y martillados hasta el cansancio desde el inmenso multimedio estatal creado para sostener y defender la impunidad de los gobernantes y para construir un relato que incluyó gruesos errores en materia de derechos humanos además de presiones y manipulaciones que afectaron seriamente a la sana institucionalidad y a la justicia independiente. Todo ello acarreó un enorme costo social.


Mientras tanto, aquel régimen utilizó un discurso populista y progresista al mismo tiempo que llevaba a cabo un festival de corrupción pública que no perdonaba áreas del Estado, en un marco de hipocresía y cinismo sin precedentes.

Por todo esto, el llamado de atención de la prestigiosa institución que define al autoritarismo como una catástrofe global no puede ser desoído. Constituye una obligación moral para las voces libres del mundo alzarse para combatir las violaciones a los derechos humanos que sostienen a casi un centenar de cuestionados gobiernos. Lo que jamás debe hacerse ante el autoritarismo es resignarse y considerarlo un fenómeno inevitable, porque no lo es.

LASCH Y LA TEORÍA DE LA FAMILIA


por Alberto Buela
Informador Público, 24-2-17

Cayó en mis manos un poco por azar y otro por curiosidad un libro del sociólogo e historiador, con mucho de psicólogo, el norteamericano Christopher Lasch (1932-1994), con un extraño título: Refugio de un mundo despiadado (1979)

Lasch es famoso por sus dos monumentales libros: La cultura del narcisismo (1979) donde estudia el individualismo rampante de la cultura narcisista, que se manifiesta en el apotegma: si actúas pensando únicamente en ti, estás haciendo el bien. El modelo a seguir es el del “emprendedor” o “manager” exitoso que piensa únicamente en sus propios intereses, cueste lo que cueste socialmente. Y el otro: La revolución de las elites y la traición a la democracia (1994). En donde va a sostener que la democracia no está amenazada por las masas, tal como sostuviera Ortega y Gasset, sino por las elites compuesta por los gerentes, los universitarios, los periodistas, los funcionarios que la usan para su propio provecho desnaturalizándola..

En esta obra que comentamos estudia a lo largo de 270 páginas el desarrollo de la teoría de la familia.

Ya desde el prólogo el autor, que se considera a sí mismo como de extrema izquierda, sale a defenderse de los ataques de esa misma izquierda que lo acusa de “maravillosamente reaccionario”, pero que encierra en sus páginas una crítica astuta y brillante a las pretensiones de la ciencia social moderna.

Lasch se defiende y afirma que “el feminismo como el radicalismo cultural de la década de 1960, que le dio origen, simplemente es eco de la cultura que dice criticar” Y va a sostener la idea de la familia como organizador de la comunidad.

Luego en la Introducción es contundente al afirmar que la ciencia social moderna al sostener que el principio de interdependencia gobierna toda la sociedad actual, tergiversa la socialización de la reproducción, la expropiación de la crianza del niño por parte del Estado y de las profesiones relacionadas con la salud y el bienestar, por ello niega que son los hombres los que hacen su propia historia y realizan los cambios sociales, aun en condiciones que no eligen y a veces con resultados opuestos a los deseados.

En realidad el mundo moderno se inmiscuye en todo y destruye la privacidad. La ética del trabajo, alimentada en la familia nuclear, cede el paso a una ética de la supervivencia y de la gratificación inmediata.

Vienen luego ocho capítulos de valor disímil. Algunos muy interesantes y otros de tediosa lectura.

Glosemos los párrafos más interesantes.

Max Weber mostró con acierto las conexiones entre protestantismo y capitalismo. Y como es sabido el protestantismo es, entre otras cosas, una rebelión contra la ascética, de ahí la anulación del celibato y el repudio de las virtudes monásticas de pobreza y castidad, y termina ensalzando el matrimonio con un nuevo concepto de casamiento basado en la prudencia y la previsión que van de la mano con el nuevo valor de la acumulación del capital. El matrimonio dejó de ser un acuerdo entre los padres o las familias. Se dejó de lado el matrimonio arreglado en nombre de un nuevo concepto de familia como refugio frente a un mundo comercial e industrial , altamente competitivo y frecuentemente brutal. Marido y mujer, según esta ideología, encontraría solaz y renovación espiritual en la compañía mutua.

Con la revolución industrial el hogar dejó de ser el centro de producción, la mujer dejó de trabajar para dedicarse a la crianza de los hijos y ser ángel consolador de su marido.

A comienzos de la edad moderna la iglesia o la catedral constituían el centro simbólico de la sociedad; en el siglo diecinueve, el poder legislativo ocupó su lugar y, en la actualidad, el hospital. Con la medicalización de la sociedad, las personas comenzaron a equiparar las desviaciones no con el delito (mucho menos con el pecado) sino con la enfermedad, y la jurisprudencia médica reemplazó la forma judicial más antigua destinada a proteger los derechos privados. Con el surgimiento de las profesiones asistenciales (terapeutas de todo tipo) durante las tres primeras décadas del siglo XX, la sociedad invadió a la familia y tomó a su cargo muchas sus funciones.

La psiquiatría se ha transformado en la sucesora moderna de la religión, pues ahora los psiquiatras no solo tratan a los pacientes sino que proponen cambiar los patrones culturales para difundir el nuevo credo del relativismo, la tolerancia, el crecimiento personal y la madurez psíquica. La cura de almas cedió el paso a la higiene mental, la búsqueda de la salvación a la paz emocional y la guerra contra el mal a la guerra contra la ansiedad.

Ahora la opinión esclarecida se identifica con la medicalización de la sociedad: la sustitución de la autoridad de padres, curas y legisladores, condenados como representantes de las desacreditadas formas de disciplina autoritarias, por la autoridad de médicos y psiquiatras. La amistad entre padres e hijos se alza como la nueva religión y la socialización como terapia.

In media res Lasch realiza una pequeña historia de la sociología norteamericana desde Pitirim Sorokin como fundador del departamento de sociología de Harvard hasta Talcott Parsons en la misma universidad. Así como de la sociología heterodoxa con Carle Zimmermann, Willard Waller y Thorsein Veblen, de los que Lasch se siente más próximo. Termina con el revisionismo sociológico actual que se centra en tres problemas: el redescubrimiento de la familia extensa, el restablecimiento del amor romántico y un amplio ataque a la familia nuclear como fuente de mucho de lo patológico en la sociedad contemporánea.

Termina el libro con el capítulo digno de reproducir y leer varias veces titulado, “La autoridad y la familia: ley y orden en una sociedad permisiva”.

Los antiguos modelos de jovialidad masculina gradualmente cedieron paso a una vida centrada en la familia y el hogar. A lo que se suma el intento de suprimir diversiones y festividades populares que supuestamente distraían a las clases inferiores de las obligaciones familiares. La domesticación burguesa fue impuesta a la sociedad por las fuerza de la virtud organizada, encabezada por las feministas, por los defensores de la moderación, por los reformistas de la educación, por los sacerdotes liberales, por los penalistas, terapeutas y burócratas.

Los médicos son los primeros exponentes de la nueva ideología de la familia y la nueva religión de la salud contó con el apoyo de las mujeres en su intento de sustituir la camaradería ruda y brutal de los varones por los placeres hogareños.

La proliferación del asesoramiento médico y psiquiátrico debilita la ya vacilante confianza de los padres en sí mismos y la familia lucha por adaptarse al ideal impuesto desde afuera. Así los padres derivan gran parte de su responsabilidad en los terapeutas o peor aún en los pares del niño. La ausencia del padre, el rasgo estructural de la familia norteamericana, hace que el niño sin autoridad proyecte los impulsos prohibidos hacia afuera y termine transformado el mundo en una pesadilla.

El hombre (varón y mujer) moderno se enfrenta al mundo sin la protección de reyes, sacerdotes y otras formas paternas más o menos benévolas, sin embargo incapaz de internalizar la autoridad, las vive como inevitablemente malévolas sobre la base del padre dividido.

La ley separada del concepto de justicia se convierte solo en un instrumento mediante el cual las autoridades imponen obediencia. Así el funcionario que tolera una transgresión coloca al delincuente en deuda y expone al transgresor al chantaje, la corrupción es una forma sutil de control social.


Post scritum: En el 2006 el agudo pensador francés Alain de Benoist glosó este libro en un artículo titulado “El reino de Narciso”. Además del marxismo existen en Lasch (1932-1994) dos influencias marcadas de contemporáneos suyos, la de los pensadores no conformistas Guy Debord (1931-1994) y Cornelius Castoriadis (1922-1997).

DEUDA Y RESERVAS DEL BANCO CENTRAL


Por Héctor GIULIANO
(22.2.2017)

En la actualidad la Argentina vuelve a acercarse a tener los niveles históricos más altos de Reservas Internacionales (RI) en el Banco Central (BCRA): hoy estas reservas ascienden a 50.800 MD (Millones de Dólares - con redondeo - según datos de la prensa al 22.2).
Cuando asume el gobierno Macri, en Diciembre de 2015, el saldo de las reservas heredado de la administración Kirchner era de unos 25.000 MD.

Ergo, el quantum de tales reservas hasta la fecha se ha duplicado.
Pero ocurre que este elevado monto de divisas que constituyen las reservas de la Argentina no es propio del BCRA sino producto de haber tomado sistemáticamente deuda – directa e indirecta - para sostenerlo.

En base a la última información oficial disponible del BCRA – al 15.2 - el cuadro de situación de la posición de reservas propias del BCRA es el siguiente:
  1. El stock total de reservas es de 48.600 MD (≡ 751.800 M$-Millones de Pesos, al tipo de cambio mayorista de 15.46 $/US$). Pero:
  2.  A este importe hay que restarle los encajes bancarios depositados como cuentas corrientes en el BCRA, que suman 23.650 MD.
  3. Y también hay que restarle las deudas por Otros Pasivos (fundamentalmente el swap de monedas con el Banco Popular de China) por 12.350 MD.
  4. Descontando este subtotal de 36.000 MD (por ambos conceptos) del total de las Reservas brutas – los 48.600 MD del punto 1) - el stock neto o stock de reservas propias del BCRA queda reducido a 12.600 MD.
  5. Más si a este saldo se le resta además la deuda cuasi-fiscal por Lebac – que son pasivos de corto plazo emitidos en gran escala por el BCRA y que suman hoy 726.600 M$ (≡ 47.000 MD) - tenemos que el saldo real de reservas propias  pasa a ser ya muy fuertemente negativo: 34.400 MD (-).
¿Por qué restamos las Lebac del stock de reservas netas?
Porque estas obligaciones – cuya finalidad teórica es regular la Oferta Monetaria – en la práctica son un subproducto obligado de la política cambiaria y no de la política monetaria directa del BCRA:
a)    Porque una parte de las reservas se compran o pueden comprarse – como en los tiempos del kirchnerismo – con emisión de pesos sin respaldo, cuyo contravalor son las divisas que ingresan; pero estos pesos emitidos se absorben inmediatamente vendiendo Lebac al grupo oligopólico (u oligopsónico) de los grandes bancos que operan con estos instrumentos de deuda en la plaza argentina.
b)    Porque igualmente se utiliza en forma masiva la operación inversa, esto es, la colocación de Lebac para absorción o esterilización de los pesos que se emiten por el ingreso de divisas – que es la variante utilizada hoy esencialmente por la administración Macri – aunque con la importantísima observación de que tal ingreso de divisas corresponde no sólo a tradicionales liquidaciones de exportaciones (en su mayoría agro-pecuarias) sino fundamentalmente a moneda extranjera que entra al país por la toma creciente de deuda externa y por el ingreso de capitales especulativos o golondrina que lo hacen para lucrar con el arbitraje entre tipos de cambio y tasas de interés: con dólar estable y retrasado combinado con tasas de interés locales extraordinariamente altas (del orden del 24-25 %).
c)    Porque el aumento de la Base Monetaria (BM) derivado de la pesificación de divisas de las reservas sirve para presentar una paridad teórica – o tipo de cambio aparente – más baja que la real: 17.20 $/US$ (BM 835.300 M$ / IR 48.600 MD). (*)

Y esta última relación – sostenida artificialmente con la toma de deuda externa y la entrada de capitales financieros de corto plazo – se mantiene para aguantar la política de atraso cambiario del BCRA.     
¿Y por qué la autoridad monetaria – a cargo de Federico Sturzenegger – se empeña en sostener tal retraso del tipo de campo o política de dólar barato?

Porque la administración Macri se encuentra total y absolutamente condicionada por su política institucional de gobernar con deuda – primordialmente nueva deuda externa – y para ello necesita un tipo de cambio bajo ya que el Estado Argentino recauda en pesos y tiene que convertir esos pesos a moneda extranjera para pagar los servicios de las deudas con el extranjero.

De allí que el gobierno dependa de mantener el retraso del tipo de cambio porque, caso contrario, no podría garantizar el pago de esos servicios de la deuda externa – servicios de los que sólo se abonan los intereses porque el capital o principal se refinancia totalmente (hasta el último centavo) y además se coloca deuda adicional -  de modo que la actual política de dólar barato queda atada al cordón umbilical del capital especulativo internacional, cuyo flujo determina así el sentido de toda la política financiera local del BCRA en materia monetaria, cambiaria y bancaria.

Por eso decimos que el gobierno Macri no defiende hoy el valor del peso argentino – gravemente carcomido por un proceso inflacionario que su administración no sabe frenar y que, como agravante, retroalimenta con la falta de controles de precios, con el aumento extra-ordinario de las tarifas de servicios públicos y con el nivel elevado de las tasas de interés – sino que, en lugar de preocuparse por el valor del peso su objetivo central es defender el valor del dólar a través de la apreciación del peso.

Debido a que si el gobierno incurre en una nueva macro-devaluación – después del fracaso de la devaluación de Diciembre de 2015, que se licuó con el traslado masivo a precios de dicha devaluación – nuestro país no sólo corre el riesgo de quedar desubicado dentro del circuito perverso de refinanciación permanente de su deuda en moneda extranjera sino que arriesga además la posibilidad cierta de caer en un nuevo default o cesación de pagos.
Éste es el principal problema de fondo financiero-fiscal de la administración Macri, un problema que las autoridades tratan de ocultar a la opinión pública en complicidad con todos los grandes medios de prensa del establishment y también – salvo honrosas pero minoritarias excepciones - con la complicidad de la partidocracia política con representación parlamentaria; asociados todos en el enmascaramiento de la nueva crisis de Deuda que vive nuestro país.
Esta dependencia estructural o institucional del Sistema de Deuda perpetua – como lo venimos observando hace tiempo – compromete no sólo la estabilidad financiera sino también la estabilidad política del gobierno Macri; con el agravante que esta vulnerabilidad se acentúa en el presente año electoral.
    

(*) NOTA:

En los hechos, la deuda por Lebac expresa el costo financiero de la política de contención del tipo de cambio por parte del BCRA dado que si éste no mantuviera su régimen de altas tasas de interés locales tales fondos migrarían en masa al mercado del dólar, provocando la suba de la paridad, con riesgo cierto de una nueva macro-devaluación del peso para tener que corregir o blanquear el retraso cambiario que hoy se sostiene con deuda.
Esta política de altas tasas de interés para frenar la corrida hacia el dólar produce y agrava el cuadro de situación económico-financiero de la Argentina:
a)    Porque – con el argumento de la lucha anti-inflacionaria – se incrementan las tasas de interés, que son también un factor de inflación porque se trasladan al sistema de precios a través del costo financiero de las empresas.
b)    Porque esta política tiene efectos recesivos directos sobre la actividad productiva, manteniendo el esquema de estanflación (estancamiento con inflación) que sufre nuestro país. Y
c)    Porque sustrae enormes sumas de dinero de capacidad prestable a la actividad privada productiva, que va a parar así a sostener el sistema de servicios de la Deuda Pública y a subsidiar el negocio y la rentabilidad de los bancos.

La deuda cuasi-fiscal del BCRA por Lebac constituye así la fuente de sangría financiera más relevante del Estado Argentino después de la Deuda de la Administración Central.   

jueves, 23 de febrero de 2017

CARFENTANIL

Poderosa droga para sedar elefantes causa estragos en el sur de la Florida

 elnuevoherald.com, 3-11-16
SERGIO N. CÁNDIDO

Es una droga tan potente que se utiliza para sedar a elefantes de hasta 13,000 libras de peso — y aquellas personas que la están consumiendo caen como moscas.

Pruebas de laboratorio dadas a conocer el jueves por la Oficina del Médico Forense del Condado Broward revelaron que 53 muertes recientes por sobredosis estarían ligadas al uso de carfentanil.


Unas 5,000 veces más poderoso que la heroína, el carfentanil es un opioide sintético (medicamento que duerme el cerebro para reducir dolores) que utilizan en los zoológicos para tranquilizar animales de gran tamaño, como elefantes y rinocerontes. De hecho, solo dos miligramos de este opiáceo puede tumbar a un elefante africano de 2,000 libras.

“Ingerir sólo algunos gránulos de carfentanil del tamaño de un grano de sal puede matarte”, indica el reporte de las autoridades de Broward. “Es, por mucho, el opioide más mortífero para aquellos que usan drogas callejeras”.

La policía de Lawrence, Massachussets, dio a conocer un dramático video que muestra a una niña de dos años intentando hacer reaccionar a su madre, tendida en el piso de una tienda Family Dollar, aparentemente por una sobredosis de heroína.

Y de alguna manera el narcótico ha llegado a las calles del sur de la Florida.

Solo esta semana han surgido tres casos de personas que fallecieron probablemente a causa de carfentanil, dijo el doctor Craig Mallak, jefe de la oficina forense.

“Si estás comprando heroína o cocaína, o para el caso cualquier droga en las calles, puede que esté mezclada con carfentanil, y si es así las probabilidades de muerte son muy altas”, dijo Mallak. “En la mayoría de los casos, los que adquieren y consumen drogas de las calles ni siquiera saben que la están ingiriendo hasta que es muy tarde”.


El opioide es tan fuerte que ni los rescatistas, personal médico, o los perros rastreadores de drogas están a salvo de sus efectos. Según los expertos, aquellos que inhalan sus vapores corren el riesgo de desplomarse y deben ser tratados de manera inmediata con el medicamento Narcan.

Ese medicamento contiene naxolona, un fármaco que reactiva el sistema respiratorio o previene un paro respiratorio que puede ser causado por la intoxicación aguda por opiáceos.





“En los últimos tres meses hemos visto un aumento de cinco a diez veces en el número de pacientes que entran (en el hospital) con sobredosis por uso de heroína y opioides”, señaló a finales de octubre Alejandro Báez, médico del servicio de urgencias del Hospital Jackson Memorial, en una entrevista con la televisora ABC10.



Las muertes por sobredosis de heroína en Miami habían llegado a 183 incidencias en septiembre de este año, comparado con 53 en el mismo mes del 2015, indicaba un reporte.

Lo que está pasando, según dicen los médicos que tratan a los adictos, es que la heroína está siendo mezclada con otros tipos de drogas como el fentanilo o el carfentanil para aumentar su producción, y así sus ganancias.

Según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), el carfentanil es manufacturado principalmente en China y luego introducido a EEUU a través de México. Aunque Mallak dijo que en internet se pueden encontrar recetas para confeccionar la droga de manera casera.

NARCOTRÁFICO: ¿ES SERIO TRUMP?



por Carlos Pissolito
Informador Público, 21-2-17

Lo hemos sostenido siempre y lo repetimos. La seriedad es un atributo importante a la hora de juzgar políticas y estrategias. En ese sentido, nos preguntamos si el nuevo presidente de los EEUU, el inefable Donald Trump, va a cumplir lo que ha prometido respecto a combatir al narcotráfico en serio.

Para empezar, debemos saber que la intención de Trump es romper con la tradicional estrategia de lucha contra el narcotráfico de los EEUU para inaugurar una nueva basada en paradigmas distintos.

Básicamente, la de sus predecesores, y a la que hemos criticado, se basaba en el combate de la producción mediante la estrategia del descabezamiento y en la tolerancia, cuando no la promoción del consumo. Conocemos sus resultados. Para ampliar, cliquear: https://www.informadorpublico.com/narcotrafico/narcotrafico-no-a-la-estrategia-norteamericana

Por su parte, Trump acaba de anunciar en un discurso ante la Asociación de Jefes de Policía de Ciudades Importantes que el flagelo de las drogas estaba destruyendo el potencial de los jóvenes estadounidenses y el futuro de Estados Unidos y que hay que aplastarlo.

Posteriormente, para concretar esta intención, nombró como Secretario de Seguridad Nacional al general John Kelly y como Procurador General a Jeff Sessions. A ambos les ordenó diseñar un nuevo organismo especial que: “...se concentre en destruir a las organizaciones delictivas transnacionales y a los carteles de la droga”. Les otorgó 120 días para presentar un informe sobre “organizaciones delictivas transnacionales y sus organizaciones subsidiarias, así como el alcance de la penetración de esas organizaciones en Estados Unidos”.

Hasta acá todo bien, pero, ¿cómo sabremos si va en serio?

Al respecto hay que empezar por admitir que los EEUU juegan un papel fundamental en las operaciones del narcotráfico global. Cuál es la participación de su gran banca en el lavado de los inmensos activos que éste produce.

Concretamente, el entonces director de la Oficina de ONU contra la Droga y el Delito, Antonio María Costa, dijo en el 2009 que los bancos internacionales se habían vuelto “narcodependientes”. Especificó que: “En muchos casos, el dinero de las drogas era la única inversión de capital líquido. En la segunda mitad de 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario, así que el capital líquido se convirtió en un factor importante. Los préstamos interbancarios se financiaban con dinero que se originaba en el narcotráfico y en otras actividades ilegales... Hubo indicios de que algunos bancos fueron rescatados de esa manera”.

Sabemos que la Administración Obama ha sido sumamente tolerante con estas graves trasgresiones bancarias en aras de ayudar a superar la crisis financiera del 2008/9. Por el contrario, si Trump cumpliera su promesa de campaña de quitarle a la banca mayorista especulativa esta fuente de financiamiento tendríamos un fuerte indicio de que va, realmente, en serio.

Otro indicio importante, sería que comenzara a combatir el consumo de drogas entre las elites de su país. Al respecto, Trump ha sostenido que: "Vamos a hacer que esas drogas dejen de envenenar a nuestros jóvenes y a nuestra población. Vamos a ser despiadados en esta lucha. No tenemos otra opción... Y vamos a dar esa pelea contra los carteles de las drogas y vamos a trabajar para liberar a nuestras comunidades de las terribles garras de la violencia”.

Entre esas drogas vienen ganando terreno la morfina producida en México la que nos lleva al tercer indicio. Cuál es su trabajo coordinado con ese país para combatir su producción y su ingreso a los EEUU.

Más allá de la demonización que se ha hecho y que se hace en los mass media de la prolongación del famoso muro. Existe una necesidad estratégica real. Cuál es la de evitar que se conforme una amplia área bajo el control del narcotráfico sobre el sur de los EEUU y el norte de México.

Esta tema viene siendo advertido por varios expertos, como William Lind, el creador del concepto de Guerras de 4ta Generación. Quien señaló, precisamente, que su país, los EEUU muy bien puede verse obligado a desarrollar técnicas de contrainsurgencia para evitar un colapso estatal, tanto los territorios colindantes entre ambos países.

Lind sostiene, entre otras cosas, que la agresividad de los carteles narcos por ganar espacios territoriales en los estados sureños de los EEUU, hay que sumarle la complicidad de las redes de contrabando de armas norteamericanas que abastecen a los carteles de la droga.

Ya hay voces que han alertado, por decirlo de algún modo, de la posibilidad de una intervención militar de los EEUU en el norte de México.

Obviamente, que la necesidad existe; pero no cabe duda que si se concretara bajo esa forma sus resultados serían catastróficos, no solo para las relaciones entre ambos países, sino para toda nuestra región, la de los americanos del Sur.

En este sentido, hay que comenzar por reconocer que ambos Estados, el norteamericano y el mexicano tienen un enemigo común y se llama narcotráfico. Muy bien pueden colaborar ambos para librar una lucha coordinada. Más allá de extensa colaboración que se ha desarrollado hasta el momento, pero que se ha demostrado como poco efectiva por una errónea estrategia.

En el pasado, los EEUU con la autorización del gobierno mexicano persiguieron a notables bandoleros como Pancho Villa. En lo que se conoce como la Expedición Punitiva de 1916 y que no diera buenos resultados por la popularidad del famoso caudillo mexicano.

No digo que ahora sea necesario apelar a expediciones militares formales. Ya no hacen falta; pero bien podrían adquirir la forma del uso de incursiones combinadas entre ambos países de sus fuerzas especiales, el uso común de medios de inteligencia, tanto electrónica como humana, entre tantas otras posibilidades.

Llegado a este punto, los narcofavorecedores de siempre seguramente argumentarán que toda "guerra" contra las drogas está perdida de antemano. Falso. Las únicas guerras perdidas de antemano son las que no se libran por falta de voluntad.

La primera de ellas y que puede servir de modelo, la Guerra del Opio (1839-1842), terminó en forma exitosa, siendo que la poderosa Gran Bretaña estaba entre sus impulsores. Simplemente, porque un funcionario chino tuvo al voluntad política de cortar con el tráfico ilegal de esa substancia de raíz, quemando sus cargamentos y encarcelando y ajusticiando a los traficantes.


Si Donald Trump tiene la decisión demostrada por Lin Hse Tsu en esa famosa guerra no lo sabemos. Pero, hasta ahora y por lo demostrado, creo que le podemos dar el beneficio de la duda.

lunes, 20 de febrero de 2017

PRÓLOGO AL TOMO IV


DEL LIBRO “PROBLEMÁTICA DE LA DEUDA PÚBLICA ARGENTINA”
DE HECTOR LUIS GIULIANO

(18.2.2017)

El objeto central de esta obra es analizar la naturaleza y alcance del problema de la deuda pública argentina, tratando de responder a una pregunta de fondo: ¿frente a qué tipo de problema nos encontramos cuando hablamos de deuda?
La palabra problemática resume el conjunto de problemas vinculados a un tema o materia determinada, que en este caso específico se refiere a la Deuda y su relación básica con las finanzas del Estado.
La idea subyacente es identificar y profundizar el estudio del condicionamiento constante y total que dicha problemática de la Deuda Pública ejerce sobre la cuestión financiero-fiscal y, consecuentemente, sobre las políticas económico-financieras de los gobiernos de turno.

CONCEPTOS PRELIMINARES
Antes de iniciar la serie de los trabajos que componen esta obra es necesario comprender la lógica bajo la que estos textos han sido encuadrados; y para ello es preciso definir tres conceptos básicos, sin los cuales todo lo que se desarrollará después corre el riesgo de no ser debidamente entendido:
  1. La Deuda Pública es un condicionante total y absoluto de todo lo que ocurre en nuestro país en materia financiera, económica y política. Y si no se comprende esta importancia crucial que la deuda tiene en la realidad argentina no se entiende el peso decisivo de la influencia financiera en las decisiones políticas de gobierno.
  2. La Deuda no es un hecho aislado, algo que nos pasó una vez y ahora hay que sufragarlo hasta que sus efectos se extingan con el tiempo. No, esto no es así: la Deuda es un Sistema permanente – un proceso que se retro-alimenta y que crece día a día, sin solución de continuidad - y, como tal, un sistema es un conjunto de piezas o elementos dispuestos hacia un fin, esto es, siguiendo una determinada lógica.
  3. Siendo entonces la Deuda un Sistema se impone la pregunta de cuál es la lógica que lo rige; y la respuesta es que la Deuda Pública está regida por una lógica de Usura.
Todos nosotros hemos oído hablar de la palabra usura entendida como el interés excesivo que se cobra sobre un préstamo u operación financiera en general.
Y es también la situación de preponderancia o mayor fuerza del acreedor en su capacidad de negociación frente al deudor, de modo que se rompe el sinalagma o contraprestación contractual justa y equitativa entre las partes; de lo que surge un estado de servidumbre o dependencia del deudor en relación con el acreedor.
Esta interpretación es cierta aunque la podríamos denominar definición horizontal de la Usura: una definición que es válida para identificar la forma – o una de las formas – en que se presenta el problema pero que toca más al modo en que se produce y funciona la usura que al fondo causal o lógica final de la misma.

Todo el mundo cree – o se le hace creer – que el prestamista usurero, esencialmente el prestamista profesional o colocador especulativo de fondos, es alguien que actúa mal pero que en definitiva tiene razón porque lo que quiere es que le devuelvan su dinero prestado a interés.
Pero ello no es así: lo que el prestamista usurero realmente quiere no es que el deudor le devuelva su dinero – con los intereses pertinentes – sino, en realidad, que no se lo pueda devolver nunca puesto que ese prestamista vive precisamente de prestar dinero en forma indefinida refinanciando el  capital o principal de la deuda impaga.
Lo que en realidad quiere el usurero – desde esta perspectiva vertical o de fondo – es lograr por medio de su dinero una renta financiera permanente sin que el deudor, como sujeto pasivo o dependiente, pueda sustraerse de la trampa de una deuda perpetua.  
Y esta regla es siempre la misma y se cumple para todos los entes deudores de la Economía: los hombres y sus familias, las empresas y los Estados.

Por eso, cuando se incurre en la trampa de la Usura – básicamente, la toma de deudas sin la debida capacidad de repago - este proceso de endeudamiento no es reversible ya que las obligaciones que se asumen están condenadas inexorablemente a no poder ser pagadas a su vencimiento, con lo que se cae en la necesidad de refinanciarlas permanentemente, pagando tales deudas con nuevas deudas bajo un esquema que deviene de deuda perpetua.
Quien no entienda desde un comienzo esta lógica de la Usura y su funcionamiento es probable que no entienda gran parte de lo que vamos a exponer aquí.

MECÁNICA DEL ENDEUDAMIENTO PÚBLICO
La lógica de la trampa de Usura, arranca tradicionalmente con un proceso de macro-endeudamiento inicial  promovido por políticas de gobierno basadas en la toma de fuertes deudas externas que, sin capacidad de repago, se transforman luego en deuda perpetua.
La clave reside en que esta toma de deudas – como pasa con la droga – se hace con dosis iniciales aparentemente controlables y no peligrosas pero a poco de andar se revelan cada vez más gravosas e inmanejables, tanto por el aumento de los servicios – por capital e intereses y comisiones – como después por el anatocismo o capitalización de intereses impagos.

Los prestamistas financieros – que constituyen el estamento de los grupos más poderosos del mundo que manejan este rubro de macro-negocios de la deuda pública, de grupos que operan en forma interconectada a nivel internacional y que actúan no sólo por vía voluntaria sino de modo coercitivo o compulsivo – estos prestamistas o tomadores/colocadores de bonos son los que inician esos procesos de endeudamiento de los Estados y son comúnmente también los mismos que luego los conducen, como guías y operadores de los países deudores, en los pasos sucesivos de restructuraciones forzosas de deuda y nuevas operaciones de re-endeudamiento.
Una vez instalado tal conjunto de deudas, el pago y/o los costos de los servicios por capital e intereses van pesando cada vez más dentro del Gasto Público y devienen factores determinantes de los déficits fiscales - primario y de resultado financiero - desequilibrando la estructura de financiamiento del Estado.

Se entra así en un perfecto círculo vicioso de Usura donde: 1) El pago de Intereses pesa sobre el Gasto Corriente, 2) Los vencimientos de Capital no se amortizan en forma neta sino que se pagan con nuevas deudas (novación con los mismos acreedores o con terceros), 3) El Déficit Fiscal crece por efecto no sólo del aumento de los Gastos Generales sino particularmente por el aumento de los Servicios de la Deuda, 4) Los vencimientos de Capital se refinancian en forma íntegra (como es el caso argentino) y además se toma continuamente deuda adicional, y 5) El aumento del Déficit – causado en gran medida por los servicios y/o condiciones del endeudamiento - se cubre con nueva Deuda.
Esto conlleva un perverso proceso de cambio en la estructura de financiamiento fiscal porque el Estado tiene tres fuentes clásicas de financiamiento:

  1. La recaudación tributaria (impositiva y previsional).
  2. La emisión controlada de dinero (cuando el ritmo de expansión monetaria se corresponde con un aumento proporcional del crecimiento económico). Y
  3. La Deuda Pública, que no es ni debe ser una fuente regular sino excepcional o extra-ordinaria de ingresos (históricamente ligada a las necesidades de financiación de guerras o a las reconstrucciones posteriores a catástrofes naturales).
Con la importante salvedad que la Deuda – a diferencia de las dos anteriores - es una fuente de financiación que conlleva un costo porque el dinero que se obtiene prestado paga intereses.
Cuando los niveles de endeudamiento empiezan a crecer desproporcionadamente, los gobiernos apelan vez cada más a sus recursos corrientes para poder pagar estos servicios de intereses crecientes (lo que genera procesos internos de ajuste fiscal, directos o indirectos); sin cancelación del capital o principal dado que se trata de obligaciones contraídas carentes de capacidad de repago y que el peso irreversible de los pasivos financieros de arrastre hacen inviable su amortización.
Así, como estos recursos ordinarios o genuinos no resultan suficientes para cubrir el aumento de los pagos presentes de estos intereses de la deuda ni para garantizar los pagos futuros, los gobiernos apelan a incrementar la presión tributaria y/o la emisión de dinero sin respaldo, que conllevan efectos clásicos y conocidos: inflación interna por traslación  de la carga impositiva a los precios y por aumento de la masa monetaria sin correlato en el aumento de bienes y servicios.

Y con ello termina dándose la paradoja – como en el caso argentino – que los gobiernos apelan a aumentar cada vez más las dos primeras fuentes de financiamiento – la Presión Tributaria y/o la Emisión Monetaria - para sufragar los costos de la tercera fuente: la Deuda. Por lo que la Deuda Pública provoca, en última instancia, la distorsión de la estructura de financiamiento del Estado.-  (*)
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(*) UNA NOTA SOBRE LA METODOLOGÍA DE TRABAJO
Normalmente se entiende que los análisis y las ponencias de solución respectivas a los grandes problemas nacionales requieren dos etapas clásicas de base: Diagnóstico y Propuesta Alternativa.
Pero este enfoque tradicional omite muchas veces un tercer elemento cuya consideración es condicionante de los otros dos.
Por razones metodológicas, sabemos que no hay propuesta de alternativa que dé o pueda dar respuesta a un problema sin un buen diagnóstico previo.
Pero antes de ello es necesario identificar correctamente el problema que va a ser objeto de estudio o análisis bajo ese esquema diagnóstico-propuesta.
Una falencia frecuente que se presenta en nuestro país al tocar los grandes problemas nacionales es que se trazan diagnósticos -  a veces buenos diagnósticos – pero sobre problemas mal identificados.
Y el caso de la Deuda Pública es uno de ellos – ya sea que se produzca por omisión impensada o deliberada - porque si no se entiende su naturaleza e importancia, si no se percibe en qué forma y hasta qué punto las decisiones financieras en esta materia condicionan y determinan las decisiones de los gobiernos no puede entenderse, en realidad, el trasfondo de lo que pasa en la Argentina en el campo financiero, económico y político.

Hecha esta aclaración preliminar, pasamos a continuación al desarrollo de los términos concretos en que está dado el problema de la deuda argentina hoy y lo hacemos a través de toda la serie de trabajos que integran esta obra, donde se analizan en forma pormenorizada prácticamente todos los aspectos principales de esta problemática del endeudamiento.