martes, 3 de enero de 2017

FUERZAS ARMADAS: NADA ES CRISTALINO


por José M. García Rozado
Informador Público, 24-12-16

Al cabo de un año de gestión en la Administración Nacional, la alianza “Cambiemos” ha delineado en el área del Ministerio de Defensa algunos programas relacionados con Adquisiciones. Sin embargo, parecería existir una falta de claridad en el eje Gobierno Nacional, Ministerio y Fuerzas Armadas respecto a cuál es el destino al que debe arribar el sector Defensa en la Argentina.

El ministro de Defensa, Julio Martínez (UCR La Rioja), expresó en el día del ejército que el Gobierno “Cambiemos” pedirá financiamiento externo para rearmar “las diezmadas FF AA” y consideró que “llevará muchos años, pero queremos ser recordados como los que iniciamos el camino de la recuperación”. Lo que olvidó el señor ministro es que es lo que va a hacer el Gobierno Macri con los presos militares (especialmente los de bajo grado -oficiales subalternos, suboficiales y policías, gendarmes y prefectos oficiales y suboficiales juzgados y condenados o en proceso de juicio penal), como tampoco se refirió al desmantelamiento ejecutado durante los períodos radicales (1983/1989 y 1999/2001) así como las derogaciones de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida o de la derogación del Indulto presidencial sesgado y malicioso de la CSJN. “El rescate de las Fuerzas Armadas se hará con la búsqueda de financiamiento y no con fondos del Estado, ya que con la apertura al mundo, con esta “nueva Argentina (?)”, estamos logrando propuestas de financiamiento muy importantes y muy adecuadas con intereses del 3 y 4% y financiado a 10 y 12 años”, destacó Julio Martínez, en declaraciones radiales.

En ese sentido, el titular de Defensa consideró que “esto llevará muchos años, pero queremos que nuestro mandato sea recordado como el “inicio de la recuperación”, porque se paró el camino de la destrucción”, olvidando que éste no se inició con el kirchnerismo sino desde la recuperación misma de la democracia en diciembre de 1983, y siguió durante el resto de los mandatos de Menem, De la Rúa, culminando con el período nefasto de los K. “Nos hemos encontrado con unas fuerzas prácticamente diezmadas, casi sin aviones -realmente sin aviones especialmente de combate supersónico y de entrenamiento avanzado para dichas naves- , sin presupuesto para navegar -y sin barcos de combate y defensa del mar argentino adecuados y modernos con capacidad disuasiva real, hasta sin flota antártica por la incapacidad de poner a flote el rompehielos Almirante Irizar (por ejemplo)-, con sueldos muy bajos, con la mitad de su sueldo en negro -humillantes jubilaciones para los retirados, y con una equiparación a las Fuerzas de Seguridad nacionales (ni siquiera al de la Policía Metropolitana) que humillan y degradan al personal en actividad- , entre otros problemas” señaló el ministro.

“En la guerra de Malvinas perdimos setenta (70) aviones de combate y durante el kirchnerismo perdimos cien (100) aviones”, resaltó Martínez olvidando que salvo el período de Menem en ningún otro gobierno democrático se equiparon a ninguna de las tres fuerzas. En esa línea, Martínez que olvida su pertenencia a la UCR, reveló que durante el gobierno anterior “por falta de mantenimiento, de repuestos, por falta de inversión y de modernización, los aviones se desprogramaban o no se compraban repuestos y se “canibalizaban” los que estaban parados para hacer volar los otros”. A lo que se podría agregar los costos desmesurados y cuasi delictivos de la reparación y puesta en valor del Almirante Irizar (casi US$ 200 millones), y hasta el hundimiento del buque que llevó los comandos anfibios a la Operación Rosario, el ARA Santísima Trinidad, anclado en puerto una verdadera vergüenza nacional. Y finalizó su discurso radial explicando Con el Presidente Macri, se resolvió afrontar los problemas y llevar adelante la decisión de revertir esa situación.

Como casi nada es cristalino, debemos pensar al respecto que debería recordarse que los pasos del pensamiento humano son aproximadamente así: 1º se enunciar el problema, seguido de un planteo 2º que no es otra cosa que recodificar el mismo para hacerlo más tratable; el 3º paso es ir despejando las incógnitas y crear la solución, esto genera una probable respuesta, la cual debe ser evaluada con una prueba. El razonamiento estratégico al cual nos debería tener acostumbrado el poder político, tendría que recorrer el “camino anteriormente descripto” y en función de la escala de intereses valorizados y jerarquizados, posibilitar el diseño de una política de Defensa, que permita elegir las misiones reales “no retóricas” -como ahora plantea el Gobierno MM de FF AA para misiones de paz o para enfrentar estragos meteorológicos, etc.- y con “hipótesis de conflicto militares reales” como es el caso del invasor ingles en nuestro suelo malvinero, o el narcotráfico en la zona norte y en especial el terrorismo islámico en la Triple Frontera, a fin de saber qué hacer y por consiguiente prepararse y saber, aunque más no sea, someramente cómo hacerlo.

Sin misiones las FF AA no pueden planear y por consiguiente prepararse. Actualmente, las noticias preanuncian en función de los presupuestos plurianuales, adquisiciones que si bien a nivel mundial, son insignificantes, incluso “muy poco importantes comparadas con las de países como Chile, Brasil (en mitad de la grave crisis económica), Bolivia, Perú y Colombia, debemos aceptar que por la historia de los últimos 25 años en Argentina son muy significativas”. Pero debe dejarse en claro que varias muestran muy poca claridad y hasta son sostenidas en razonamientos con un muy débil “background knowledge and levelheaded”. En correspondencia a lo tratado, hay una realidad muy palpable que afecta a la FAA y a la AN, pues falta muy poco tiempo para que las mismas dejen de tener una verdadera razón para existir al carecer no sólo de aviones y sistemas de armas, sino de pilotos militares y navales que justifiquen su rol. En realidad, carecen de capacidades para denegar y supervisar el espacio aéreo tanto terrestre como marítimo. Por lo tanto, no pueden estructurarse como fuerzas ni proyectar misiones.

Cuáles son sus misiones actuales o las hipótesis de conflicto de Argentina, pocos lo saben, pero debería poder plantearse en términos muy parecidos a los de cualquier Nación de Occidente inserta en un mundo con amenazas crecientes, de tipo convencional o de “asimetrías de fuerzas”. Estos cometidos similares al resto de los países medios, “son esencialmente: Defensa y Control del “espacio aéreo terrestre y marítimo”, y de apoyo a las unidades militares de tierra, transporte estratégico o táctico, búsqueda y rescate aéreo, “alerta temprana” y fuerzas de “desplazamiento rápido” y control aerotransportado”. Quizás el ministro de Defensa y el Gobierno todo debería comenzar a reconsiderar otros comandos como el mando y control del tráfico aéreo, defensa de áreas, artillería antiaérea y misiles superficie-aire, mar-aire o mar-mar. Actualmente el país no cuenta con fuerzas de “despliegue rápido ante situaciones imprevistas de conflicto”; y las fuerzas aéreas preparan pilotos de combate para aviones de interdicción y ataque a tierra y mar, helicópteros y aviones de transporte. El desarrollo tecnológico logrado al presente, establece que los cazas son, la plataforma multirol que portan los distintos sistemas de armas para llevar a cabo misiones de combate aéreo, naval y ataque terrestre.

Por tanto, no resulta muy difícil proyectar que el avión que cumpla esos roles será una elección al menos para los próximos 25 a 30 años, al igual que los buques para nuestra Armada; debiéndose sopesar muy bien dichas elecciones, dado que las mismas constituirán la columna vertebral de la performance de las fuerzas. El origen de la tecnología seleccionada, occidental (con el problema del “embargo británico” no resuelto por la Canciller Malcorra no por el Presidente Macri), ruso o china en mucha menor medida por las exigencias que impone la potencia oriental y sus gravámenes no dinerarios pero si territoriales o de obras públicas, posiblemente marcará a fuego el desempeño del personal que incluye tripulación aérea y naval y personal militar y civil de mantenimiento. Desde mediados de los ’80 Argentina ha decidido hacer frente a los requerimientos de equipamiento del área de Defensa, a partir de un razonamiento basado en la premisa “si nuevo es caro para nuestro presupuesto, busquemos de segunda mano”. Sin embargo, estas premisas tienen algunas salvedades. Una de ellas es que las adquisiciones bélicas sirven para dotar a una fuerza militar del complemente imprescindible para el entrenamiento y el adiestramiento en operaciones, con la finalidad última de “neutralizar una amenaza real o hipotética”, y no para competir deportivamente para alcanzar un galardón. En los conflictos bélicos ser segundo no es una opción válida, porque significa perder el objetivo estratégico o táctico.

Los equipos militares son, en términos de teoría económica, bienes durables y no pueden ser considerados “gastos”, sino por el contrario “inversiones para el cuidado de nuestros recursos naturales y de nuestro territorio”, ya que pueden y deben ser usados en más de una oportunidad. Por otro lado, su uso tiene una estrecha relación con el mantenimiento -o sea debe exigirse transferencia tecnológica en las compras y éstas estar atadas a la construcción en nuestro país de como mínimo la mitad de lo comprado-; en otras palabras, existe una utilización al igual que toda maquinaria, un desgaste permanente de sus componentes. Pero además, por su duración en el tiempo, se ven afectados por los cambios tecnológicos, generados por la ciencia y la investigación industrial que vuelven obsoletos a las plataformas y sistemas de armas al cabo de un período de vida cada vez más estrecho. Su uso a lo largo de los años depende de la probabilidad que no tenga fallas (breakdown), determinando la confiabilidad o fiabilidad del sistema. Otro factor de suma consideración es la disponibilidad del equipo, o sea la relación entre el tiempo que efectivamente es operable (“tiempo en funcionamiento menos el tiempo inactivo por fallas”) en relación al tiempo total programado. En definitiva, la cuestión básica es que todo equipo militar, desde el momento que se entrega, se ve influenciado por el desgaste con su uso y la obsolescencia frente a la evolución tecnológica o de las tecnologías, en definitiva es imprescindible que en un tiempo prudencial la Nación desarrolle fábricas militares -aéreas, astilleros, y de armas (livianas y pesadas) como carros de combate y blindados, misiles de corto, mediano y largo alcance y tecnología radarística de 3D y nuclear para equipamiento de armas y naves- y equipos de investigación y desarrollo de armas tecnológicamente de punta.

La elección de este avión -militar y naval- debe estar complementado por un entrenador avanzado que permita a los pilotos complementar un entrenamiento (este debe ser el IA63 Pampa III), al menos de un año, hasta alcanzar el nivel de horas de vuelo que les permita tripular un caza supersónico. A su vez el entrenador básico debería permitir por dos años al alférez y/o al guardiamarina egresados de la Escuela de Aviación Militar y la Escuela Naval Militar (especialidad Aviación Naval) alcanzar las destrezas básicas para comenzar su carrera de piloto militar o naval. Los veinticuatro Texan-T6 a punto de adquirirse pueden ser reemplazados o complementados por IA-68 Pucará remotorizados, en ambos casos y más aún en el del Pucará servirán también para proteger la frontera norte, hoy un verdadero colador para el contrabando y el narcotráfico. Por lo tanto, resulta esencial dotar a la FAA y la AN de la cantidad de entrenadores básicos (no alcanzan con los 24 que se propone comprar) y avanzados que de ser los IA63 deberá contarse con un mínimo de 25 para la FAA y no menos de 8 para la Aviación Naval; para lograr obtener la cantidad de pilotos en preparación, que den por resultado final el número de tripulaciones necesarias para el futuro caza de combate argentino, tanto de la FAA como de la AN de la Armada.

Un párrafo aparte merece el uso de simuladores de vuelo en el entrenamiento de los pilotos militares, ya sea con: Iº. La familiarización de los pilotos principiantes con la aeronave, su manejo, navegación y misiones básicas de combate. La selección y capacitación de los candidatos a pilotos. Entrenamiento de vuelo avanzado, entrenamiento de evaluación de la aplicación de las misiones aéreas específicas, y capacitación. Para este punto debería cada piloto al término de la etapa de entrenamiento básico y avanzado haber alcanzado al menos 100 horas de simulación; IIº. Simuladores de las unidades adquiridas o en uso de la FAA y la AN, dónde el énfasis principal es mejorar las habilidades de manejo asociado con técnicas de combate aéreo, aéreo terrestre y aéreo naval. El panorama actual demuestra que el objetivo es atacar varios problemas con muy pocas o casi ninguna herramienta, en consecuencia el antiguo proverbio “If you run after two hares you will catch neither” muy probablemente se cumpla. Las unidades actuales en uso (casi inexistentes) y las por adquirirse -Texan-T6 - pueden llevar a cabo misiones COIN (“Counter Insurgency”), CAS (Close Air Support”), reconocimiento aéreo en ambientes con bajo nivel de amenazas y por sobre todo de entrenamiento básico; En cambio de construirse y/o de repotenciarse los IA-68 por su maniobrabilidad y capacidad de fuego puede operarse en zonas de alto nivel de conflictividad, como es nuestra frontera norte y la zona de la triple frontera.

Esto no significa, como ya explicáramos, que con algo así como dos docenas de aparatos, el entrenamiento de los pilotos militares y navales este resuelto, ni mucho menos, así como tampoco se resuelve el control aéreo del combate al narcotráfico y al terrorismo islámico -hoy dormido en la triple frontera-. La probable -aunque muy poco segura- compra de 12 unidades Beechcraft ATB6 tampoco resulta el número adecuado, y además es muy poco apropiado que la preparación de los pilotos de la FAA y la AN, esté supeditado al “alquiler de aviones” tal cual se insinuó con los Grob G 120 TP a su actual propietario la FAdeA, o los Tecnam P2002JF Sierra a una empresa privada. Aquí debemos preguntarnos: ¿qué esconden estas maniobras de alquiler de aeronaves? ¿volvemos a la dilapidación de dineros y recursos como con el Almirante Irízar o a meros hechos de corrupción agravados? La lógica indica que ninguna empresa estaría dispuesta a alquilar una aeronave a tarifa plana, (única condición rentable para la FAA y la AN, de lo contrario, la mejor opción es adquirir), con progresión creciente en la utilización de las horas de uso y mantenimiento a cargo del propietario. La flota actual no vislumbra un buen desempeño ya que no se permitiría incrementar en forma conveniente el número de pilotos en prácticas, ni aumentar el número de horas en el programa básico de entrenamiento, esencial para mejorar la base de la futura selección, de la mediocridad “nunca se obtendrá la excelencia”. Tampoco se podría aumentar el número de horas de vuelo en solitario de los pilotos, para lograr al menos 12 incursiones por piloto durante el curso.

El avión que se utilice como entrenador avanzado -idealmente el IA-63 Pampa- deberá incorporar al menos una aviónica de última generación, con un sistema de navegación avanzado, navegación inercial con GPS, sistema identificador IFF (“Identification Friend or Foe”) y radio altímetro. Muchos de estos avances tecnológicos se encuentran en los desafectados A4-Q adquiridos por Menem y que fueran modernizados en su aviónica por los estadounidenses. Asimismo, estas aeronaves de entrenamiento avanzado deberán contar con capacidad de transportar misiles aire-aire, aire-mar y cohetes aire-tierra. La conducción política del ministerio de Defensa, tiene la posibilidad de devolver a la FAA, la Armada y el Ejército al lugar que fue perdiendo paulatinamente desde hace más de 30 años. Para eso debería primeramente entender que se necesita una “directiva estratégica nacional” para el diseño y planificación de una “Política de Defensa Nacional”, la cual permitirá llevar adelante un “plan de Defensa” (directiva de estrategia militar). Sin esto no existen misiones asignables al poder aéreo, naval ni militar y por ende no se puede discernir cuales son las capacidades necesarias para cada una de las tres armas.

Lo explicado para la aeronáutica militar y naval, es totalmente asimilable para la Armada Argentina y el Ejército ya que ambas fuerzas requieren con suma urgencia del reequipamiento del material en su enorme mayoría casi obsoleto, o en vías de serlo a corto plazo. La Armada no cuenta con una cantidad de navíos adecuados a la guarda y protección de nuestro mar, y mucho menos de nuestra Antártida tal como quedó probado con la campaña antártica 2016/2017 que debió ser ejecutada con medios inadecuados y con altísimo riesgo para las tripulaciones que la llevaron a cabo. Fue humillante ver al ministro Martínez y al Presidente Macri despedir al personal militar y científico antes de abordar buques o aviones que no cumplían con los requisitos mínimos para llevar a cabo dicha tarea. Asimismo, nuestro Ejército se encuentra sin aviones de transporte adecuados para traslado de personal y/o entrenamiento de comandos paracaidistas, como tampoco cuenta con la cantidad ni la calidad de vehículos blindados y de artillería y misilísticas adecuados a nuestro extenso y muy diferente territorio -zonas de alta montaña, selváticas, de llanura o de estepa con hielos-. La falta de helicópteros adecuados a los requerimientos tanto del EN como de la ARA hoy ya es casi catastrófico, pues ni siquiera se puede pensar en planes de contingencias de catástrofes naturales, mucho menos en el de situaciones militares de defensa y transporte de cuerpos de desplazamiento rápido de personal y equipos (vehículos de transporte de tropas, livianos y medianos; artillería y transportes misilísticos o de cohetería, etc.).

No escapa al buen tino de un analista serio, que la columna vertebral del sistema de control y defensa del espacio aéreo, marítimo y terrestre argentino, no pueden ser plataformas de 3ª y 4ª generación en el mejor de los casos con más de 25 años de servicio y superando las 5.000 horas de vuelo en los aviones y helicópteros o de más de 35 años en los buques o en los blindados y la artillería. A todo esto el Ministro Martínez propone la adquisición de material en el correr de los próximos 3 años de inversiones por $ 15.662 millones (o US$ 970 millones). Pese a que hizo el reclamo a MM, finalmente no se autorizó la compra de 12 aviones Mirage tipo caza, para lo cual se había pedido $ 1.350 millones (US$ 84 millones), negociados con oferentes franceses, estadounidenses, chinos e israelitas por aviones de similares características. Martínez sigue prometiendo vehículos blindados de combate sobre ruedas por $ 3.924 millones (US$ 243 millones), un patrullero oceánico multipropósito OPV por $ 7.200 millones, un buque polar por $ 3.278 millones y un buque multipropósito por $ 1.260 millones (o sea un total de US$ 726 millones). De prosperar estos pedido del ministro en el Presupuesto 2017 hay una partida extrapresupuestaria (por fuera del presupuesto de las FFAA) de $ 3.025 millones (o US$ 187 millones) a la espera de la autorización y la venia del Tesoro.

En Defensa fantasean (esa es la realidad) además, con otros proyectos como “modernizar 5 aviones Hércules C-130, financiar el proyecto Pampa 2 y Pampa 3 para producir 30 aeronaves de entrenamiento avanzado y fabricar en los astilleros navales argentinos (Tandanor y Río Santiago) una Corbeta” cuyo modelo aún no está definido pero suponemos puede ser una Meko. Por otra parte y como corolario del desastre imperante el Almirante Irizar, rompehielos que se “tragó literalmente” casi US$ 250 millones, se encuentra a la espera del dragado del río frente a Tandanor para salir del complejo y navegar y hacer la prueba de motores y hielo. Para que quede claro la administración Macri prevé un presupuesto de $ 4.515 millones (o sea US$ 280 millones) para el reequipamiento de aviones y materiales para 2017, a través de crédito externo (endeudamiento). Unos $ 15.085 millones (o sea US$ 934 millones) como presupuesto plurianual hasta 2019, también con financiamiento externo. Este financiamiento externo está destinado a la compra de 12 aviones de entrenamiento básico Texan-T6 y 4 aviones de transporte mediano Airbus C295 dos de ellos para la FAA y otros dos para la Armada, uno igual al de la FAA y otro para patrullaje marítimo, mejor equipado.

Para la adquisición de aviones, se pagarán el año próximo (2017) $ 3.554 millones (o sea US$ 220 millones), con endeudamiento externo, siendo la idea del ministerio de Defensa extender la inversión a $ 9.906 millones (o sea US$ 612 millones) hasta 2019. Al mantenimiento del equipo militar se destinarán $ 961 millones en 2017 (o sea US$ 59,5 millones), siendo la proyección al 2019 de $ 5.179 millones (o sea US$ 320 millones). Para la Armada se aspira a incorporar dos aviones de patrullaje marítimo Airbus C295 por $ 1.682 millones (o sea US$ 104 millones) en 2017 y aproximadamente $ 3.363 millones (o sea US$ 208 millones) hasta 2019. Como vemos las aspiraciones nacionales de reequipamiento militar son excesivamente pobres y casi inexistentes, pues los cazas que podrían ser adquiridos (según funcionarios del ministerio de Defensa) de 4+ o 4.5 con un radio de acción inferior a 770 km, lo cual descarta a varios que han sido mencionados y recomendados por los especialistas en defensa que en realidad se asemejan más a “encantadores de serpientes que a un fiel consejero del rey”. El ministerio de Defensa no debería desechar las amenazas convencionales existentes en el propio territorio argentino; debiendo estimar que dotar con al menos una docena de los aviones apropiados, supone una “inversión y no gasto” contemplando LCC (“Life Cycle Cost”) no inferior a US$ 1.500 millones. Por ahí pasa el meollo de la cuestión a pesar de la impaciencia de Brigadieres de la FAA y Almirantes de la Armada o Generales del Ejército; por tanto poco sentido tiene hacer economía en un entrenador básico como el Texan con un costo de alrededor de US$ 5 millones.

Como vemos muy lejos de los presupuestos manejados por el Gobierno MM, entre los US$ 1,5 mil millones necesarios solo para la FAA y los cortos US$ 187 millones apartados en el Presupuesto Nacional para 2017. Sin embargo, el enorme y gran desafío para Argentina y su Canciller Susana Malcorra, junto al ministro Martínez es resolver en el corto plazo la “incógnita de si nuestros aliados de occidente, están dispuestos a brindar cooperación militar en cuanto a adquisiciones de última generación, por encima de la desconfianza y el actual veto del Reino Unido a que el país pueda tener nuevamente capacidad de combate al nivel de infringirle daños, y equipararse medianamente a nuestros vecinos próximos”. (Chile, Bolivia, Perú, Brasil y hasta el mismo Uruguay se están reequipando a niveles desconocidos en nuestro país). ¿El Gobierno Mauricio Macri, tomará en algún momento conciencia de que reequipar las FFAA no es un gasto sino una inversión para garantizar la integridad territorial -terrestre y marítima tanto como antártica- pues una Nación desarmada no es un país respetado por nadie? ¡Esperemos que despierte de este profundo letargo ya cumplidos los primeros 12 meses de gestión o sea un 25% de lo otorgado por la ciudadanía!

Arq. José M. García Rozado

Ex Subsecretario de Estado