martes, 1 de marzo de 2016

MUCHAS DECLARACIONES EN FAVOR DE LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y EL DELITO, PERO POCAS REALIDADES


por Sebastián Dumont
Informador Público, • 01/03/2016


El amplio espectro de la política argentina habla de la necesidad y la decisión de luchar contra el narcotráfico. Desde el presidente Mauricio Macri hasta los intendentes que volvieron a ratificar el “Pacto de San Antonio de Padua”, donde siguen los lineamientos de Francisco en varios aspectos trascendentales. Uno de ellos es, justamente, el combate al flagelo de la droga. Ahora, cabe preguntarse si de las lindas y políticamente correctas declaraciones a la realidad, se está tomando el tema en serio. Veamos el conurbano.

Muchos de los nuevos intendentes, denominados “modernos” por su reciente ascenso al poder, pero quizá no por sus estilos que traen de antaño, repiten a quien quieran escucharlos que una de las prioridades es la lucha contra la droga. La pregunta es cómo lo van a hacer. Con la policía local, que está entrenada sólo seis meses antes de salir a la calle a dar una batalla que parece perdida de antemano.

Los intendentes no pueden dar la pelea frontal contra el narcotráfico. Sólo pueden colaborar con la justicia en aportar pruebas de aquellos lugares donde se venden estupefacientes que, muchas veces, las órdenes de allanamiento llegan tarde y, casualmente, se encuentra muy poco. Es probable que alguien filtre de antemano la información.

Lo que sí pueden es desarrollar programas sociales con la finalidad de dar contención a los más jóvenes para mantenerlos alejados de la tentación de consumir.

Resulta difícil creer que se toma en serio el tema cuando desde el gobierno provincial, en tiempos de Scioli, se desmantelaron, por ejemplo, casi todos los Centros de Prevención conocidos como los CPA. Reconstruir esa red no será tarea sencilla para María Eugenia Vidal.

Tampoco resulta alentador cómo se van conformando algunos equipos de seguridad en el conurbano, donde queda la sensación de que se está más cerca del delito que de prevenirlo. Hay nombres que llaman la atención y generan preocupación.

Hace unas horas, Sergio Massa lanzó una frase que a nadie le llama la atención. Digo que la gobernadora María Eugenia Vidal debe hacer una profunda reforma de las fuerzas de seguridad porque si no, ellas se la van a llevar puesta. Palabras más, palabras menos. Quizá el tigrense tenga información -es muy probable- que Vidal anuncie este martes medidas en este sentido.

Algo de eso hay desde hace un tiempo. Se sabe que el Ministro Cristian Ritondo elaboró un plan para terminar con la enorme cantidad de jefaturas que hay en los distritos. En la actualidad, en un municipio conviven jefe departamental, jefe distrital, jefe de Comando de Patrullas, jefe de la policía local y comisarios. Imposible. No se sostiene.

El esfuerzo que realice la gobernadora para avanzar en esta delicada situación requiere no sólo de coraje, sino de acompañamiento. En el ministerio tomaron nota de la composición de varias secretarías de seguridad en el conurbano donde los jefes son retirados de la fuerza con antecedentes dudosos. ¿Por qué y para qué los pusieron? Son preguntas que aún tienen pocas respuestas.

Hace varios meses dijimos que la influencia de Hugo Matzkin en la seguridad de la provincia seguía vigente. Laderos suyos se acomodaron en varias comunas. O como secretarios de seguridad, o bien en cargos actuales de la policía. Se entiende muy poco con qué finalidad construyen una red paralela de espionaje personas como Milani y Pocino, denunciado por la propia Carrió el domingo en Clarín, pero mucho antes por este medio. Además se supo que en tierras de Granados se estaría concentrando toda esta fuerza. ¿Cuál es el fin? ¿Desestabilizar?

La gobernadora lo sabe y además, aunque no lo explicitó, recibió amenazas de muerte, por eso se muda a un casa del barrio de la Fuerza Aérea en Morón. Ésa es la verdadera razón y no la de tener un cuarto más para su hijo adolescente, como dijo el lunes en radio Mitre.

La realidad es que desde la política se pueden hacer todas las declaraciones habidas y por haber. Pero en los hechos, por más pactos que se firmen, no parece que toda la dirigencia esté trabajando en el mismo sentido.