sábado, 31 de octubre de 2015

EL ÚLTIMO 6-7-8 DE CRISTINA


           
Ricardo Roa
Clarín, 31-10-15

Cristina goza mucho con sus actuaciones. Pero ésta ha sido especial. Comenzó a despedirse del Gobierno y el show en la Rosada, a la que entra poca gente que la Presidente confunde con la patria entera, tuvo un clima de fiesta. La fiesta de una prima donna.

Habló como si estuviera en un 6-7-8 con rating. Muchos la escucharon sólo para ver qué decía de Scioli y Cristina lo ignoró para que lo tuvieran presente. Es su estilo y su estilo es bien conocido. No ahorró nada para ningunearlo y expresarle desprecio: elogió sus propias victorias electorales de 2007 y 2011 y dijo que ahora haber terminado en un balotaje era una “extrañeza” para su partido.

Una verdadera extrañeza es la jefa de un partido que no apoya a su candidato. Sin embargo, Scioli vio “un respaldo claro y contundente a su candidatura”. Para entender lo que sucede en el oficialismo hay que hacer un curso de psicología.

Lo que se vio es que Cristina no nombró a Scioli y eso que habló y habló. Le gusta el micrófono más que a Donald Trump. A sus militantes les reclamó “unidad” y “dejar de lado las diferencias”. Hay una esquizofrenia política en quien divide cuando dice que une y predica contra las diferencias cuando diferencia dos campañas: la del sciolismo y la propia.

La Presidente puso al “modelo de país” por delante del candidato. Dijo sin decirlo: votemos por el modelo, no por Scioli. ¿Y qué es hoy el modelo? Inflación perreada y desocupación también perreada como los autos de la Volkswagen, pobreza directamente borrada del mapa, inseguridad y desigualdad que saltan por todas partes, clientelismo, cepo al dólar, crispación social, pérdida del autoabastecimiento energético, apriete a los jueces no adictos, manipulación de los derechos humanos y la corrupción organizada mejor que nunca.

Esto ya se votó el domingo. Y cómo se votó. Pero mientras criticaba el ombligo ajeno, Cristina se miraba el suyo. Y trató de meter miedo y de meter carpetazos. Volvió a usar informes de la ex SIDE para escrachar a un miembro del PRO a quien acusó de robar piezas arqueológicas. Dijo: “No sé cómo estará la causa penal”. Se ve que ya no cuenta con Stiuso: el supuesto ladrón fue sobreseído hace ya dos años.

Manipular a la gente con el miedo es tan viejo como la mala política. Y el miedo se puede correr de bando: en el modelo hay mucha carpeta propia por descubrir.


La actuación del jueves, la escenografía y el guión huelen a viejo. La clase magistral pasó de moda. Y el modelo es pasado. El 10 de diciembre se descorrerá otro telón, uno que deberá modernizar la política poniendo al país de cara al futuro. Para entonces, Cristina será una espectadora más.