viernes, 7 de agosto de 2015

EL SECRETO DEL ÉXITO EDUCATIVO FINLANDÉS


juntosbien.org, 7-8-15

Si un niño quisiera escapar de la escuela, tal vez se preguntaría: ¿Qué tan larga debe ser la escalera que necesito apoyar en ese muro de tres metros que me separa del exterior? Esa interrogante se la hacen todos los finlandeses en algún momento. Y no es porque planeen dejar el lugar donde comparten con sus amigos desde los 7 años de edad, donde pasan apenas unas cinco horas al día, donde no les dejan tareas para la casa y donde no les cobran por estudiar ni por comer.
No. Ellos se harán esa pregunta –jugando con triángulos y cuadrados de papel de colores– porque un profesor les pedirá imaginar lo inimaginable y, de paso, llegar por ellos mismos a lo que Pitágoras declaró 22 siglos atrás. Calcular la hipotenusa de un triángulo rectángulo es algo que los niños finlandeses, beneficiarios del mejor sistema de educación del mundo, saben hacer y no recitar. Es algo que tuvieron que descubrir y no memorizar.

El mundo entero se ha empeñado en entender el sentido que se le da al aprendizaje en Finlandia desde que la primera prueba Pisa, aplicada en el 2000 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), demostró que ese país nórdico, de apenas cinco millones de habitantes, tenía el mejor sistema educativo.
Pisa, el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (sigla en inglés), se aplica actualmente en 65 países para evaluar las competencias de las personas de 15 años en las áreas de lenguaje, matemática y ciencias. El sentido del examen no es medir conocimientos específicos, sino qué tan preparados para la vida adulta están los jóvenes; en otras palabras, cómo aplican lo que han aprendido en las escuelas hasta esa edad.

“Todo el mundo cree que tiene el mejor sistema hasta que decide comparar. Y lo que sucedió con Finlandia fue una sorpresa para ellos también. No sabemos exactamente cuál es la variable que lleva al éxito de un sistema educacional, porque no hay una fórmula mágica, pero el caso finlandés es perfecto para ver que la conjunción de muchas variables únicas puede llevar a algo asombroso”, comenta desde París el analista Pablo Zoido, de Pisa.

El experto de la Ocde, organización que agrupa a las economías más desarrolladas del mundo, destaca en primer lugar que el modelo finlandés es muy inclusivo, pues no existe la selección de estudiantes. Más del 90 por ciento de las escuelas son públicas y dependen de los municipios, de manera que los niños se matriculan –por ley– en la que tienen más cerca de su casa, reflejando también la escasa segregación social del país. Que el hijo de un doctor estudia junto al hijo de un albañil es un leitmotiv educacional.

La República de Finlandia, al noreste de Europa,  es uno de los paises con mejores índices de calidad de vida y crecimiento económico.
Otro factor muy propio de Finlandia es que se retrasa el inicio de la escolaridad básica hasta los 7 años. Según los estudios cognitivos realizados a los niños, solo en ese momento del desarrollo de los niños es adecuado comenzar a leer.
“La tendencia mundial es que la escolarización comience cada vez más temprano –dice el especialista de la Ocde–, pero Finlandia ya es un caso real de estudio solo por retrasarla”.
En la educación preescolar, que dura obligatoriamente un año y que se imparte en jardines infantiles o en la casa de educadores certificados, solo se realiza estimulación temprana de la socialización. En Finlandia nadie busca tener niños genios para presumir ante los amigos o para postularlos a un colegio de élite, porque no hay.

EXITO N°1
La educación es gratuita y, por lo tanto, accesible a todos. El sistema educativo público establece que la educación es obligatoria y gratuita entre los 7 y los 16 años y debe ser impartida por centros públicos. Tampoco se paga por los libros ni por el material escolar, y todos los niños reciben una comida caliente al día en el colegio, también gratuita. En el caso de que el niño viva a más de 5 kilómetros del centro escolar, el municipio debe organizar y pagar el transporte.
“Se respeta mucho el ritmo de cada niño. Para nosotros es muy importante la atención especial de los niños que requieren más ayuda. También tenemos niños hiperquinéticos (hiperactivos) o con déficit de atención, pero no los obligamos a tomar clases separadas", asegura Emilia Ahenjarvi, académica finlandesa.

Tenemos un equipo de apoyo que trabaja con ellos dentro de la misma clase, desde muy temprana edad. Por eso, nunca un niño repetirá el curso, lo que afectaría su autoestima. A lo sumo cursará un último año de escolaridad básica -un décimo año, pues el ciclo dura hasta el noveno- antes de ir a la secundaria”.

CLAVE DEL EXITO N° 2
La educación se personaliza. Desde los primeros cursos se interviene para apoyar a los alumnos con necesidades especiales, con lo que se evita que sus dificultades aumenten con los años y se minimizan los porcentajes de fracaso escolar. Se respeta el ritmo de aprendizaje de cada niño y se huye de las pruebas y actividades estandarizadas. Además, los profesores suelen ocuparse del mismo grupo desde 1.º (7 años) hasta 6.º (12 años), lo que ayuda a que los conozcan mucho mejor. Los niños no comienzan el colegio hasta los 7 años, momento en el que se les considera maduros para aprender.

El modelo finlandés fue reformado a comienzos de los 70, luego de casi una década de debate parlamentario sobre qué tipo de educación se necesitaba. En los años 50, Finlandia estaba diezmada por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y su economía básicamente agraria tenía como eje la explotación forestal. Se requerían nuevas competencias y el acuerdo fue dárselas a toda la población, no a los más ricos ni a los mejores.
Hoy, el país no solo figura como uno de los mejor educados, sino que también acumula envidiables índices en felicidad, competitividad e innovación.

Tony Wagner, doctor en educación y profesor residente del Laboratorio de Innovación de Harvard, se sintió atraído hace un par de años por el exitoso sistema y viajó a realizar el premiado documental El fenómeno finlandés. Durante dos semanas visitó escuelas, participó en clases, se entrevistó con autoridades, niños, profesores y padres, y vio sobre el terreno otra de las claves del milagro local: la importancia que se le da al profesor.
Ser maestro en Finlandia es más difícil que convertirse en ingeniero o doctor. Solo uno de cada diez aspirantes a estudiar pedagogía logran ingresar, y quienes quieren ejercer la profesión necesitan como mínimo tener un grado de magíster en educación. Nadie se hace rico siendo profesor, pero las brechas salariales son mínimas en ese país, donde la mitad de los egresados opta por una educación técnica y no profesional.

“Finlandia cambió su educación no a partir de una crisis por los bajos resultados en pruebas internacionales, sino por una necesidad real –destaca Wagner–. Y cuando un país acuerda poner la educación en primer lugar hay que tomar medidas, como cerrar el 80 por ciento de las escuelas de pedagogía y dejarlas solo en las universidades de élite. Así te aseguras de que solo los mejores lleguen a ser profesores y de que, dada su formación intelectual, no requieran de un proceso externo de evaluación”.
En Finlandia, destacan todos, no existe un sistema estatal de evaluación docente. Cada profesor está constantemente investigando y auditando su propio desempeño, sin necesidad de que lo controle una autoridad más allá de su propia comunidad escolar. Además, el currículo nacional de materias es –en palabras del experto de Harvard– “absurdamente” pequeño, y cada escuela tiene libertad para adoptar uno complementario, con énfasis en las artes, la tecnología o las lenguas. La metodología también está abierta a la innovación.

CLAVE DEL ÉXITO N°3
Los docentes son profesionales valorados. La educación es una profesión con prestigio y los profesores tienen gran autoridad en la escuela y en la sociedad. El equivalente a Magisterio en Finlandia es una titulación complicada, exigente y larga, que además incluye entrevistas personales, por lo que los maestros son profesionales muy bien preparados y vocacionales.
Finlandia es uno de los países con los salones más bulliciosos del mundo y donde la palabra está menos tiempo a cargo del profesor. Los contenidos se trabajan como “proyectos” más que como clases lectivas, dejando tiempo al profesor para que trabaje con los rezagados, y que en el desarrollo de esos proyectos se valora la integración de diversos recursos, la cooperación y la originalidad. Por ejemplo, después de la exhibición del video donde el profesor se exponía sin pudor ante sus alumnos vino el encargo de hacer una pequeña película sobre otro libro que debían leer.

CLAVE DEL ÉXITO N° 4
Los alumnos tienen tiempo para todo. La educación se toma en serio pero también se da importancia al juego y al descanso. Los niños no comienzan el colegio hasta los 7 años, momento en el que se les considera maduros para aprender. Además, las jornadas lectivas son más cortas. Los estudiantes de Primaria tienen solo 3 o 4 clases al día, con descansos de 15 minutos entre cada una de ellas a los que se suma el descanso para comer. Apenas hay deberes, el trabajo se hace en clase, no en casa.
El nivel de los niños de 12 años es revelador. “Manejan máquinas Bosch para trabajar la madera sin problemas, sin miedo y con total responsabilidad. Tienen la madurez para responder a la confianza que se les da”.

“Quizás nuestro secreto es la confianza –concede la académica Emilia Ahvenjärvi–. Confiamos en que la escuela más próxima a nuestra casa será buena, en que el profesor sabrá enseñar y en que el niño aprenderá. Es una particularidad de nuestra sociedad que recién descubrimos hace un par de años, después de tratar de responder tantas veces a las preguntas sobre el secreto de nuestra educación. Yo he visto que en otros países eso no se da. Siempre hay desconfianza, necesidad de hacer rankings, de segregar, de hacer más pruebas para saber qué alumno es mejor, qué profesor es mejor, qué escuela es mejor. Las pruebas segregan y no son la solución”.

El sistema de evaluación es otra de las particularidades del esquema finlandés. Los objetivos de aprendizaje no se miden por las materias aprendidas, sino por la constante interacción de esos contenidos con otros aspectos, como la socialización o la resolución de problemas. De hecho, las pruebas formales de materias específicas suelen iniciarse recién en el quinto año de educación básica.

CLAVE DEL ÉXITO N° 5
Se evita la competencia y las cifras. Los estudiantes no hacen exámenes ni reciben calificaciones hasta 5.º curso (11 años) y los informes que el profesor elabora para los padres son descriptivos, no numéricos.
Se premia la curiosidad y la participación. La imaginación y la capacidad de emprendimiento son muy apreciadas en la sociedad finlandesa, abundan los profesionales de campos artísticos y creativos y también los de tecnología e ingeniería. Esto también se fomenta en la educación, donde se valora la creatividad, la experimentación y la colaboración por encima de la memorización y las lecciones magistrales.
“Allá todo es peculiar: los niños empiezan la escuela un año más tarde, tienen jornadas más cortas, el año escolar es más breve y dejan apenas el 10 por ciento de las tareas para el hogar. Aún así, sus marcadores son los más altos . Y, además, tienen más tiempo para jugar y hacer actividades extraescolares, algo que, como muestran las investigaciones, es casi tan importante para el desarrollo como la educación formal”, destaca Wagner, coautor de El fenómeno finlandés.

CLAVE  ÉXITO N° 6
El reparto del dinero público se hace de forma equitativa. Los fondos estatales se reparten de forma justa entre los centros. Hay una base de subvención común para todos pero la cifra final varía atendiendo a las necesidades de cada uno, de manera que se compense a aquellos con más carencias para equipararlos al resto. La igualdad de oportunidades es un valor esencial
Este experto se ha transformado en uno de los mayores críticos del sistema estadounidense, basado en tratar de obtener buenos resultados en las mismas pruebas donde Finlandia se destacó sin proponérselo. “Seguimos creyendo que incrementar los puntajes en las pruebas mejorará el desempeño de un país. Y el problema es que esos resultados no nos dicen absolutamente nada sobre el mundo del trabajo o la capacidad de los ciudadanos para adaptarse al siglo XXI –afirma–. En segundo lugar, como profesores hacemos apuestas tan altas por esas pruebas que estamos pervirtiendo los incentivos de nuestro sistema educativo. ¿Por qué? Porque realmente hay un solo currículo en nuestra escuela: la preparación de las pruebas. En Estados Unidos estamos muy equivocados, y lo peor es que casi todo el mundo nos está siguiendo”.

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), creadora de las pruebas Pisa, de calidad de la educación, también tiene claro que la evaluación debe cambiar. De hecho, el test que se aplica cada tres años viene aplicando categorías nuevas, como una enfocada a medir el grado de felicidad y otra sobre la resolución de problemas en forma creativa.

CLAVE DEL ÉXITO N° 7
Se premia la curiosidad y la participación. La imaginación y la capacidad de emprendimiento son muy apreciadas en la sociedad finlandesa, abundan los profesionales de campos artísticos y creativos y también los de tecnología e ingeniería. Esto también se fomenta en la educación, donde se valora la creatividad, la experimentación y la colaboración por encima de la memorización y las lecciones magistrales.
Mientras tanto, los profesores finlandeses siguen liderando un constante proceso de autocuestionamiento e innovación. “Tenemos nuevos desafíos, como integrar a la inmigración –dice Emilia Ahvenjärvi–. Debemos capacitar al profesorado para esa realidad, y por eso es importante estrechar lazos con el resto del mundo. Hoy, el intercambio en educación es para nosotros un sector económico más”.

CLAVE DEL ÉXITO N°8
 El reparto del dinero público se hace de forma equitativa. Los fondos estatales se reparten de forma justa entre los centros. Hay una base de subvención común para todos pero la cifra final varía atendiendo a las necesidades de cada uno, de manera que se compense a aquellos con más carencias para equipararlos al resto. La igualdad de oportunidades es un valor esencial.
El currículo es común pero los centros se organizan. Cada escuela y sus profesores diseñan y organizan el currículo (aunque tiene unas líneas generales y un marco común para todos) y se planifican para conseguir los logros establecidos como mejor consideren.

En Finlandia no se preguntan demasiado sobre los índices internacionales que los revelaron al mundo en el 2000, pero que en el 2012 los sacaron de los primeros puestos del ranking Pisa, cediendo espacio a naciones asiáticas. En el país escandinavo están ocupados planteándose objetivos que todavía no tienen medición.
“Todos los que trabajamos en educación sabemos que las pruebas se pueden trucar, preparar. Y eso es lo que pasa en Corea o Singapur. He visto a los niños pasar diez horas al día preparando un test internacional. Eso no es educación”, critica Wagner.

CLAVE DEL ÉXITO N° 9
Preparar la clase es parte de la jornada laboral. Los profesores no imparten tantas horas de clase como en otros países, sino que el tiempo que pasan en el aula es más reducido y destinan las horas restantes a preparar sus lecciones, investigar, organizarse o trabajar de forma colaborativa con otros docentes.

 CLAVE DEL ÉXITO N° 10
Los padres se implican. La sociedad y las familias consideran que la educación es fundamental y la complementan con actividades culturales. A esto contribuyen las ayudas que reciben los padres para la conciliación de la vida laboral y familiar, para que dispongan de más tiempo con sus hijos.
Él, que ha recorrido el mundo para atestiguar las fortalezas de los diferentes sistemas de enseñanza y que es toda una autoridad de la prestigiosa Universidad de Harvard, confiesa entre risas culpables: “Yo no me sé el Teorema de Pitágoras, porque nunca nadie me dijo para qué podía servirme. Lo que Finlandia entendió antes que nadie es que la era del conocimiento se acabó.

Ya no tiene valor saber más que la persona que tienes al lado, porque esa persona puede ‘googlear’. Vivimos en la era de la innovación, en la que hay que saber aplicar lo que se sabe. Eso es lo que lleva a aprender”.