sábado, 31 de enero de 2015

CONTRA LA IMPUNIDAD, CORTES PENALES INTERNACIONALES


Por Roberto Durrieu Figueroa

La Nación, 31-1-15

Se percibe un ambiente enrarecido en el país, en donde las valijas de dinero sucio, los narcopolicías, sicarios, barrabravas, espías y campañas sucias comienzan a ser parte de nuestra realidad habitual. A este triste ecosistema social, se le suma la acusación del fiscal Nisman y su posterior asesinato o suicidio: las dos hipótesis que mantienen en vilo a la opinión pública. En este contexto, hablar de estricta división de poderes o de instituciones fuertes parece propio de un cuento de hadas, de otra República.

Para salir del problema, resulta fundamental analizar si la justicia federal penal está en condiciones de asegurar lo esencial en un Estado de Derecho: independencia, transparencia y efectividad en la investigación de los grupos mafiosos. La historia del juez rosarino Juan Carlos Vienna muestra, a todas luces, lo difícil (o imposible) que resulta poner tras las rejas al poder narco. Es el magistrado que procesó a 36 miembros de la banda Los Monos, la más poderosa de Rosario. Su osadía le costó dos atentados de muerte, contra él y sus hijas, uno en la puerta de su casa. A partir de ahí, vive en distintos domicilios. Y, encima, como dice el magistrado, "desarmar una banda no es la solución al problema del narcotráfico; el delito y su dinero siempre van un paso adelante". De hecho, el emblemático expediente tiene 19.000 fojas, pero la justicia federal, la AFIP y la Unidad Antilavado aún tienen una gran deuda: ir tras la ruta del dinero. La utilización de redes sociales anónimas, los sistemas e-banking, "cuevas financieras" y la interposición de sociedades offshore o pantalla, le permitió a la banda de Los Monos ocultar y reciclar el fruto económico de sus crímenes, asegurándose impunidad.

Entonces, a la luz de los ejemplos que desgraciadamente abundan, ¿no será hora de debatir sobre la conveniencia de crear una corte penal especializada y supranacional contra la delincuencia organizada extrema? El planteo resulta de lo más oportuno, si tenemos en cuenta que hace unos pocos meses se conformó una comisión de expertos -integrada principalmente por fiscales de México, Colombia y Ecuador- que ideará la futura Corte Penal Regional (insertada, quizás, en la órbita de la Unasur o la OEA) con jurisdicción sobre delitos complejos, económicos y organizados que por su magnitud y gravedad amenazan la estabilidad socioeconómica de las naciones.

La idea no es nueva. En 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas conformó un grupo de trabajo dedicado a idear el Proyecto de Estatuto para la futura Corte Penal Internacional. En 1994, este grupo de expertos finalizó un informe muy detallado, que sugería incluir jurisdicción universal a los delitos de genocidio, lesa humanidad y los de lavado de activos derivado del narcotráfico. La idea de incluir delitos de narcolavado a gran escala fue bien recibida por los Estados caribeños, africanos y sudamericanos que alegaban sufrir en carne propia el poder desmesurado de los carteles de la droga y la corrupción. El canciller de Trinidad y Tobago reconoció incluso que "los sistemas penales se encuentran amenazados por bandas involucradas con el tráfico ilegal de droga, personas y el lavado". Sin embargo, la propuesta de incluir delitos económicos y transfronterizos no prosperó. De allí que la suscripción del tratado de Roma en 1998 que da origen a la Corte Penal Internacional sólo tiene jurisdicción sobre delitos internacionales sensu stricto de genocidio, lesa humanidad y guerra.

La propuesta bajo análisis aún plantea numerosos interrogantes de índole práctico y jurídico: ¿cómo asegurar la independencia, rectitud, pluralidad cultural y necesaria eficacia de estas nuevas cortes? O mejor dicho: ¿cómo hacer para que el mejor y más efectivo control de los grupos mafiosos que se pretende sea compatible con el estricto respeto de las garantías individuales y del debido proceso? Éste y otros debates aún permanecen abiertos.

Pero parece existir un primer consenso entre los expertos, respecto de cómo acotar la actuación y jurisdicción de estas nuevas cortes. Se habla de por lo menos dos restricciones. En primer lugar, la jurisdicción debe estar reservada para casos graves y transnacionales. Un ejemplo podría ser el de la organización Los Monos, que si bien actúa criminalmente en la ciudad de Rosario, con ramificaciones en el Gran Buenos Aires y el norte del país, desde allí controla la expansión del grupo criminal y el reciclado de sus ganancias astronómicas en otros mercados de la región.

En segundo lugar, la jurisdicción de estos tribunales especializados debería actuar en forma complementaria a la justicia penal nacional. Así, conforme al principio de complementariedad, la corte regional sólo podría actuar si el Estado que tiene jurisdicción territorial sobre el caso se mostrara inactivo, renuente o genuinamente incapaz de realizar la investigación y condena. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se denuncia que las organizaciones criminales pueden haber copado, de algún modo, las fuerzas de seguridad de ciudades del interior del país. Por supuesto, los narcopolicías de la esfera municipal o provincial que actúan como cómplices del narcotráfico o la trata -principalmente en el norte del país- tratarán de entorpecer la labor de la Justicia. Esto se vivió en el primer juicio por el secuestro y desaparición de Marita Verón; testigos amedrentados y una deplorable actuación policial significaron el sobreseimiento, por ausencia de pruebas, de los 13 acusados.

A su vez, los Estados pueden contar con autoridades imparciales y honestas, pero no tener el conocimiento técnico-jurídico ni el instrumental tecnológico necesario para hacer frente a las verdaderas "empresas del delito", que cuentan con ganancias astronómicas suficientes para sobornar a policías, políticos y juzgados, y para, por qué no, contratar a los mejores y más efectivos sicarios o profesionales en el arte del reciclado de activos. Las últimas estadísticas de las Naciones Unidas indican que las ganancias anuales del narcotráfico son superiores a los 400.000 millones de dólares. Suma envidiable para cualquier empresa multinacional. En esta línea, William Gilmore, criminólogo de la Universidad de Edimburgo, asegura que ha resultado difícil lograr condenas por narcolavado en la mayoría de las jurisdicciones del mundo. Por ejemplo, dice, en el período 1998-2008 hubo sólo 357 juicios por lavado de activos en el Reino Unido y 136 condenas. Casi en el mismo período, Italia tenía sólo 538 juicios; mientras que Estados Unidos contaba con 2034 juicios, de los que menos del 50% arribó a condena. Entre 2003 y 2007, 786 personas fueron enjuiciadas en Hong Kong y China por lavado, de las cuales sólo el 40% obtuvo condena. Y la India, en igual período, tuvo seis juicios y ninguna condena por lavado de dinero. Esta dificultad, intrínseca, de condenar a los autores de crímenes complejos y transfronterizos, parece especialmente cierta en nuestro país, donde sólo existen cuatro condenas por narcolavado.

En definitiva, la disolución de la ex SIDE, y la creación, en reemplazo, de una nueva agencia federal de inteligencia para investigar y evitar conflictos externos ligados al terrorismo y a la criminalidad organizada, parecen oportunas: pero insuficientes. Es tiempo de debatir algo más; es tiempo de crear fueros judiciales especiales que aseguren la vida e independencia de los jueces y fiscales que pretendan investigar a los grupos mafiosos con lazos comunes con el poder de turno. Es tiempo de que los presidenciables comiencen a consensuar y debatir estos temas que hacen al reclamo constante de la ciudadanía: más y mejor seguridad individual.


El autor es abogado, especialista en derecho penal económico e internacional

viernes, 30 de enero de 2015

LAS NACIONES UNIDAS Y LA SEGURIDAD DE LOS FISCALES




 Emilio J. Cárdenas

"Informador Público", 30-1-15


El tema de garantizar la seguridad de los fiscales no es una cuestión menor. Por su propia envergadura, ha sido abordado desde las Naciones Unidas, organización que adoptó -como suya- una resolución elaborada previamente por la Asociación Internacional de los Fiscales en marzo de 2008, en la que el tema de las intimidaciones y amenazas es objeto de tratamiento específico.

La extraña muerte del valiente fiscal Alberto Nisman -inmediatamente luego de la tremenda conmoción provocada por su reciente denuncia, en la que acusara a la propia Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, a su Canciller, Héctor Timerman, al diputado de “la Cámpora” al que se conoce como el “Cuervo” Larroque, al patotero Luis D’Elía y a otros allegados y funcionarios gubernamentales de nada menos que encubrir un “pacto de impunidad” a favor de los iraníes sospechados de haber sido responsables por el atentado terrorista preparado en Buenos Aires, en 1994, contra la sede la AMIA- nos llena a muchos de un profundo dolor. Inmenso, realmente. Y además de una sensación de impotencia ante el terrible descaro del poder.

Y nos obliga, a ser solidarios frente a su muerte y a acompañar a su familia frente al dolor que seguramente ha caído sobre ella. Sin miedos. Y sin resignarnos a lo inaceptable. Porque el país está otra vez caminando al borde mismo del abismo.

Ante la gravísima entidad de la denuncia que el fiscal Nisman había formulado, su calma y su tranquilidad de ánimo -así como su seguridad- debieron haber sido respetados y debidamente preservados. Con el máximo de los recaudos. Es obligación de cualquier gobierno en ese tipo de emergencia.

En cambio, el fiscal Nisman fue objeto de una ola de agresiones e intimidaciones explícitas y públicas por parte de distintos funcionarios y legisladores, antes de que concurriera a nuestra Legislatura a precisar -y explicar- las razones de su denuncia y precisar el alcance y la naturaleza de las pruebas que el fiscal tenía en su poder. Seguramente acompañada por una andanada -tan cobarde, como maligna- de mensajes y correos electrónicos que se está ahora investigando. Aparentemente, al menos.

El tema de garantizar la seguridad de los fiscales no es una cuestión menor. Por su propia envergadura, ha sido abordado desde las Naciones Unidas, organización que adoptó -como suya- una resolución elaborada previamente por la Asociación Internacional de los Fiscales en marzo de 2008, en la que el tema de las intimidaciones y amenazas es objeto de tratamiento específico.

Allí se establece explícitamente que los fiscales deben poder ejercer sus funciones sin miedo. Lo que supone que no pueden, ni deben, ser intimidados. Menos aún, obviamente, desde cualquiera de los poderes del Estado.

En su capítulo sexto, párrafo (a) esa resolución específicamente dice que los fiscales: “deben ser protegidos contra las acciones arbitrarias de los gobiernos” y que, específicamente, tiene derecho “a ejercer su función profesional sin intimidaciones, estorbos, acosos, interferencias indebidas, o estar expuestos a responsabilidades civiles, penales o de otra naturaleza”. Clarísimo, por cierto. Pero pocos desde el poder respetaron lo antedicho en el caso del fiscal Alberto Nisman. Algunos hicieron todo lo contrario a atacaron al fiscal “con los tapones de punta”, como se atrevió a decir una agresiva legisladora oficialista.

A lo que se agrega, en el mismo capítulo de la resolución referida, pero en este caso en el párrafo (b), el derecho que tienen los fiscales “junto con sus familiares, a ser físicamente protegidos por las autoridades cuando su seguridad personal es amenazada como resultado del debido cumplimiento de sus responsabilidades profesionales”.

De lo antedicho se deduce que, respecto de la muerte del fiscal Alberto Nisman, puede bien haber responsabilidades -y responsables- que deben ser analizadas y considerados. No hacerlo pondría al Estado argentino en una posición tan desairada como insostenible frente a su propia sociedad, así como de cara a la comunidad internacional toda.

Emilio J. Cárdenas

Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas



FARC Y KIRCHNERISMO UNIDOS CONTRA NISMAN





Arístides López Mayol

"Informador Público", 30-1-15

“Nos vamos en el medio de la guerra con las potencias mundiales, con la SIDE, en medio de denuncias de operaciones de la CIA y el Mossad, es bueno irse así para volver en cuatro años”, le dijo el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, a un gobernador justicialista antes de la última reunión del PJ (jueves 22 de enero) en cuyo transcurso se leyó un polémico apoyo a la Presidenta de la Nación elaborado por el propio Zannini (e impuesto a la cúpula partidaria que lo aceptó sin chistar). 

La confesión del funcionario dejó estupefacto a su eventual interlocutor porque desnudó la supuesta estrategia oficial: perder en octubre para regresar en cuatro años con el relato progresista desplegado. Sin embargo, la revelación blanquea el objetivo político supremo del oficialismo ante la muerte del fiscal Alberto Nisman. En cierta medida deja en evidencia el escenario y los personajes del complot desestabilizador que tanto denuncia el gobierno. En este sentido, vale preguntarse: ¿es concreta la guerra con las potencias mundiales que señala Zannini? ¿Forma parte del relato épico para enardecer a la facción gubernamental? ¿O existe -aunque exagerado- un enfrentamiento con la CIA y el Mossad? ¿Qué tipo de enfrentamiento?

A partir del pacto con Irán el gobierno profundizó su alineamiento estratégico -por conveniencia económica- con China y Rusia. Es decir, se alejó aún más de los Estados Unidos y de Israel. De este modo, creyó fortalecer su perfil izquierdista no marxista, sino populista y chavista moderado, aunque simpático, por ejemplo, a los ojos de la izquierda internacional que reivindica la causa Palestina y censura a Israel y a su principal aliado, los Estados Unidos. He ahí entonces la mención de Zannini a “las denuncias de operaciones de la CIA y el Mossad” a quienes el kirchnerismo -por lo bajo, otras veces en forma explícita- acusa de ser los autores del asesinato de Nisman para voltear a Cristina.

De ese modo, la CIA y el Mossad -que según el gobierno y sus voceros mediáticos operaban a Nisman vía Jaime Stiusso- quedan bajo los focos acusadores. ¿Cómo se defiende el kirchnerismo del supuesto complot de las potencias mundiales? La Presidenta por cadena nacional se despegó de Nisman con mentiras -dijo que el gobierno no lo había designado en su función específica de investigar el atentado contra la AMIA- e hizo la apología del pacto con Irán, previa aclaración de que estaba del lado de los que luchan contra el terrorismo (no habló de terrorismo islámico). Al hablar de terrorismo a secas, los terroristas islámicos no se dan por aludidos. Con este discurso ambiguo, el gobierno suma adhesiones antiimperialistas, como la de Evo Morales que consideró la muerte de Nisman una emboscada del imperio contra Cristina. 

La Presidenta mantiene así una identidad política asociada a la causa fundamentalista islámica que se define antiimperialista porque afirma que Israel es el gendarme de los Estados Unidos en Medio Oriente. Por eso defiende con ahínco el pacto de la discordia, repudiado por la oposición, las organizaciones comunitarias judías y declarado inconstitucional en mayo de 2014. Esta defensa del pacto le agrega el plus ideológico-político que el kirchnerismo necesita para representar a la “izquierda real”, según Carta Abierta. Del otro, en la vereda de enfrente, queda la derecha golpista, socia del Mossad y de la CIA.

El panorama se aclara cuando observamos los apoyos de grupos terroristas que el gobierno recibe del exterior. La Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL), perteneciente a las FARC, lleva adelante una cruzada de defensa del gobierno kirchnerista y de ataques al fallecido fiscal Nisman. En su sitio de Internet reproduce notas de Horacio Verbitsky, califica de “gusanera” a los protagonistas del último cacerolazo en Plaza de Mayo -el gobierno cubano llaman “gusanos” a sus opositores- y desacredita la honorabilidad del Fiscal con propaganda afín a los objetivos terroristas tanto de las FARC como de los fundamentalistas islámicos.


La jugada es altamente riesgosa y condiciona el futuro inmediato. La Argentina queda mal parada en el mundo. Resulta inaudito: el gobierno de turno se asocia con elementos ajenos a la idiosincrasia nacional, renunciando a los valores democráticos y republicanos con el excluyente objetivo político de abonar el relato oficial. “Por sus frutos los conoceréis”, dice la Biblia. Lamentablemente, el fiscal Nisman los ha conocido a fondo. Por eso lo mataron. Que este crimen de Estado no haya sido en vano, depende de nosotros. Los argentinos.

NISMAN: LA CÉLULA K DE LA SIDE ESTARÍA ATRÁS DEL CRIMEN CON AGENTES VENEZOLANOS DE LA SEBIN




Guillermo Cherashny

"Informador Público", 30-1-15

En algunas agencias de inteligencia de los Estados Unidos y Europa ya se suscribe la tesis de la Mossad (el servicio de inteligencia exterior de Israel) que, apenas se produjo la muerte violenta de Alberto Nisman, escribimos en este portal. La misma se refiere a la intervención en el crimen o por lo menos el apoyo logística del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), que al igual que la SI produce inteligencia local y del exterior y cuyo organigrama está parcialmente copiado en el proyecto de la AFI que intenta CFK que se apruebe en el Congreso de la Nación.

Un final siniestro

Fernando Pocino, el director de reunión interior, se encuentra cercano a la presidente, que lo conoce de cuando fue diputada en el ‘99. Pocino se hizo fuerte en al organismo apenas asumió Néstor Kirchner y trabajó con Nilda Garré, Horacio Verbitsky, el comisario general Hugo Matzkin, jefe de la bonaerense y hombre de León Arslanián, y después con el teniente general César Milani. 

Este influyente espía se hace acompañar de un agente, José Mota, que la va de pesado y el 19 de diciembre, junto al nuevo secretario de inteligencia Oscar Parrilli, entraron al organismo Josefina Kelly, novia de Eduardo Wado de Pedro, y Enrique Aurelli, íntimo amigo de Luis D’Elía. Todos los nombrados integrarían la nueva célula K de la SI. Aurelli, aparte de su amistad con D’Elía probada en Twitter, entró a la dirección de asuntos judiciales a patotear de la mano de Juan Martín Mena, el nuevo señor 8, que reemplazó a Francisco Larcher. 

Aurelli anunció que, de ahora en más, toda la Secretaría estaba en manos de Máximo Kirchner, lo que motivó la renuncia indeclinable de Santiago Vila, director de la oficina de escuchas judiciales que fue rechazado por Mena. Pero éste, a los pocos días, le pidió las debilidades de los jueces y fiscales federales. Como dijimos en notas anteriores, ya Larcher y Antonio Stiusso se habían negado a cumplir la orden de la presidente en el sentido que "se saquen de encima a Bonadío". 

La célula K en cuestión se habría puesto entonces en acción "caminando" al juez Bonadío, hasta que apareció el "cisne negro" de Alberto Nisman. A él la célula K de inteligencia lo filmó apenas llegó a Ezeiza y empezaron a "caminarlo" estudiando cómo estaba custodiado y ya por entonces se manejaba la hipótesis de que se contactarían con fuerzas de seguridad para liberar la zona. En este punto habría jugado el apoyo logístico de agentes venezolanos de la SEBIN. En una reunión se habría acordado finalmente "simular" el suicidio de Nisman.

EL PROTRÉPTICO Y EL SENTIDO DEL ORDEN NATURAL (1)

                    

                                                       Alberto Buela (*)


I.- Breve historia del texto

El Protréptico nos ha llegado en forma de fragmentos y es una exhortación a la conversión a la vida filosófica.
Aristóteles afirmando la tarea del conocimiento filosófico como “vida teorética que guía la acción política”, obedece directamente al ideal platónico. Con esta actitud como lo había hecho diez años antes en su primerizo diálogo Grylos ó Sobre la retórica, se enfrenta abiertamente al ideal isocrático.

Como es sabido durante la primera mitad del siglo IV a C. había en Atenas dos escuelas que se encargaban de la enseñanza de la educación superior: la academia platónica y la escuela isocrática. Entre ellas existía una rivalidad manifiesta que se acrecentaba día a día y que era causada, según la opinión extendida de los especialistas, porque la academia y la escuela fueron en realidad centros de formación política. Así tendían a los mismos fines, pretendían una formación en el dominio humanístico e intentaban obtener la atención de aquellos que tenían el poder, para así ganar influencia política, pero la diferencia en los ideales educativos las separaba substancialmente.
Para Isócrates el saber estaba constituido por la retórica, por el arte de discutir bien, mientras que para Platón el saber estaba constituido por la dialéctica, como actividad puramente teorética en tanto ciencia de las ideas.
La retórica se realiza en vista de una cierta actividad práctica, por ejemplo, el pleitear en los tribunales. La dialéctica es una actividad puramente especulativa. Una encarna el ideal del humanismo retórico literario y constituye la enseñaza para la vida burguesa, mientras que la otra propone un humanismo filosófico científico y representa la enseñanza para la vida teorética o contemplativa. Al respecto afirma W. Jaeger “Ante el mundo burgués de Isócrates, Aristóteles en el protréptico demuestra su posición en favor de la vida teorética” [2]

Para unos la cultura significa el ejercicio de la retórica teniendo por fines la utilización política práctica, dirigida al triunfo social. Para otros, la cultura es el conocimiento rigurosamente teorético de los principios que informan la realidad y que deben poseer los que participan del gobierno del Estado. En términos modernos podríamos decir que la escuela de Isócrates estaba dirigida a la formación para la sociedad civil mientas que la Academia lo era para el Estado.
Como género literario la forma protréptica fue utilizada profusamente por los sofistas como uno de los elementos constitutivos de su nuevo método de enseñanza. Ahora, si recordamos que Gorgias fue el maestro de Isócrates y que éste último nos ha legado por lo menos dos protrépticos, como nos cuenta I. Düring: “No mucho después del 373 Isócrates escribió su pros Nikoklea, un protréptico dirigido al joven rey lleno de buenos consejos. Poco después escribió su segundo protréptico Nikoles he Kyron, esta vez en forma de diálogo ficticio mantenido con Nicocles”[3]
En forma de carta personal Aristóteles se dirige a Temisón, rey de Chipre, cuando en realidad la isla estaba gobernada por ocho reyezuelos que se la dividían. Jaeger ve una influencia del Eutidemo así como en el primerizo Eudemo ve la influencia del Fedon. Pero en realidad, Aristóteles al adoptar el género protréptico adopta un género que era especialidad de Isócrates y no de Platón.
Basándonos en los protrépticos que se han conservado, podemos decir antes que nada que se trata de un llamado a la conversión, a la metanoia y que en su forma representa algo muy parecido a un sermón eclesiástico para ganar prosélitos. Encontramos aquí las dos razones de mayor peso por la que este género fue adoptado por la Iglesia desde los primero tiempos.
El género protréptico es una exhortación a la conversión a la vida filosófica en el caso de Aristóteles y que cambia a sermón en la Iglesia para la conversión a la vida cristiana.

Teniendo esta idea fuerza presente hemos propuesto organizar el texto del Protréptico a diferencia de I.Düring y, obviamente de D.Ross y R.Walzer, de la siguiente manera: una introducción o proemium que indica a quién va dirigido y cuál es el objeto a tratar; un medio o desarrollo donde se demuestra que lo propuesto es posible, ventajoso, relativamente fácil y útil a la vida práctica y, finalmente, una conclusión a extraer según la cual podemos decir que conforme a las indicaciones dadas se llegará a la mayor felicidad.
Nosotros proponemos como esquema básico a los efectos de lograr una lectura coherente del texto Protréptico el siguiente:

Proemio

Frag. 1: se especifica a quien va dirigido
Frag. 2 a 5: establecimiento del tema principal
Frag. 6: qué significa hablar de filosofía
Frag. 7 a 9: valor del conocimiento filosófico para la vida política y práctica

Cuerpo apologético

Frag. 31 a 37: la filosofía es posible
Frag. 38, 39, 40 y 53: la filosofía es ventajosa
Frag. 54 a 57: la filosofía es fácil
Frag. 41, 58 a 77 y 97 a 103: la filosofía es algo deseable
Frag. 42 a 52: la filosofía es útil a la vida práctica

Conclusión

Frag. 10 a 30: según el orden natural la tarea filosófica es el fin del hombre
Frag. 78 a 96: en la filosofía se encuentra la felicidad
Frag. 104 a 110: se debe filosofar o decir adiós a la vida

En cuanto a la proyección del texto convendría decir que gozó de gran notoriedad por lo menos hasta la época de San Agustín, entre los padres de la Iglesia, a través de Cicerón quien se inspiró en el Protréptico de Aristóteles para redactar su Hortensio, texto también perdido. Sobre la base de los fragmentos rescatados a partir del trabajo de Ingram Bywater en 1869 que mostró el paralelismo perfecto entre capítulo IX del protréptico del neoplatónico Jámblico, copia textual del de Aristóteles, y el fragmento 26 del Hortensio de Cicerón se reestableció el Protréptico.
Y la prueba evidente de la influencia del protréptico de Aristóteles a través de la obra de Cicerón nos es dada por el propio Agustín cuando afirma: Cicero cum vellet in Hortensio dialogo ab aliqua certa de qua nullus ambigeret sumere suae disputationis exordium: “Beati certe, inquit, omnes esse volumus”[4] . Que es el mismo texto que deslumbró a Bywater por su coincidencia total con el de Jámblico: “pantes anthopoi boulometh`eu prattein. Esto constituye un ejemplo excepcional de una tradición comprendida como la transmisión de una cosa valiosa de generación en generación, pues la cita fue extraída del Eutidemo 278 e de Platón por Aristóteles para su Protréptico, Jámblico para el suyo y Cicerón la toma de éste para su Hortensio y es retomada finalmente por San Agustín sin la mínima alteración para no deformar la idea.

La influencia se extendió a otros pensadores de la patrística. Esto queda claro en el trabajo de I. Düring quien rastreó que Máximo el Confesor es considerado como la fuente mayor de los fragmentos 2-5 (Chap. Téol. 584, Migne Patr. 91, col 824). A la vez que encontramos textos paralelos: cinco en San Agustín, tres en Clemente de Alejandría, y uno más en San Máximo. Pero además de los textos paralelos, argumentos textuales: tres en San Agustín, cinco en San Basilio, nueve en Clemente de Alejandría, dos en San Gregorio Nacianceno y uno en Tertuliano. Treinta referencias directas a un texto breve como el del Protréptico en lo que concierne a los Padres de la Iglesia, nos muestran claramente que su influencia sobre la conformación del primer pensamiento filosófico cristiano fue determinante.

II.- Interpretación

Nuestra interpretación del Protréptico parte de la base que se trata de un género propio[5] y no un diálogo, como corrientemente se ha interpretado a partir de la lectura de Werner Jaeger. Es una exhortación en donde se invita a convertirse a la vida filosófica. Su argumentación principal es la famosa ley de Clavius o inferencia de consecuentia mirabilis, según la cual: hay que filosofar o no hay que filosofar, si hay que filosofar, filosofemos y si no hay que filosofar igualmente tenemos que filosofar para demostrar que no hay que filosofar. La conclusión es que necesariamente siempre hay que filosofar.
Esta necesidad de filosofar no se desarrolla sobre un mundo de ideas a la manera de Platón sino sobre el orden natural de las cosas, jerárquicamente organizado, a partir del cual el hombre sapiente phrónimos extrae los principios éticos del buen obrar. En las obras posteriores de Aristóteles este phrónimos termina transformándose en un spoudaios, el hombre íntegro y diligente.
Hemos rechazado la traducción habitual de phrónesis por sabiduría, porque así se traduce habitualmente en Platón, lo cual implicaría una implícita toma de posición en la lectura del texto, que entraría en la línea interpretativa de W. Jaeger, que es quien alienta esa traducción. Pues, como todo el mundo lo sabe, para él, el Protréptico: “viene a ser un manifiesto en favor de la vida platónica, y de la filosofía platónica para alcanzarla” [6]
Nosotros creemos que esta es una verdadera exageración y así hemos optado por traducir phrónimos por sapiente y phrónesis por sapiencia, porque nuestra menospreciada lengua castellana[7] es la única de las lenguas modernas que sin forzarla así lo permite.

Sapiencia no es otra cosa más que poseer saber y experiencia a la vez, y sapiencial es ese conjunto de saberes útiles a la vida tanto contemplativa como práctica. Y como éste y no otro es el sentido del concepto de phrónesis en el Protréptico, así lo tradujimos. Pues como es un concepto que implica la identidad entre conocimiento teórico y conducta práctica, afirmamos que la equivalencia de phrónesis=sapiencia es la correcta.
Según nuestra opinión la idea fundamental que recorre todo el texto del Protréptico es la del orden natural. Es decir, la idea según la cual la totalidad óntica está constituida por partes que se relacionan formando un cosmos, esto es, algo bello. Ahora bien, esta relación proporcional no se da regionalmente, como propone la fenomenología por regiones de entes, sino jerárquicamente. Y a su vez esta jerarquía está dada según la supremacía de los fines para los que están dispuestos los entes.
Así, para ejemplificar, tomemos el caso del alma. Ella está constituida por dos partes, “una tiene razón e inteligencia lógon kai diánoian que dirige keleuei y prohíbe y dice lo que debemos o no hacer” (frag. 61). Y la otra que “le sigue to d´epetai y cuya naturaleza es ser gobernada arjesthai” (frag. 60). Ahora bien, esta parte superior del alma es “nosotros mismos= heméis esmén”. Es la parte que conforma nuestra personalidad. El fin de esta parte suprema es “el decir la verdad sobre las cosas”[8]

Este decir la verdad sobre la realidad es la más noble tarea del alma, de modo tal que “es evidente que el hombre sapiente existe en el más alto grado y en el propio sentido, sobre todo cuando ejerce esa capacidad, y contempla aquello que es lo más cognoscible de las cosas” (frag.86). Y, ¿qué es aquello que es lo más cognoscible de las cosas? Nosotros rechazamos aquí aquellas interpretaciones platónicas de Aristóteles que sostienen que el sapiente del Protréptico contempla Ideas en sí a la manera del sabio platónico y, sostenemos que lo más cognoscible de las cosas son los primeros principios del ser, que el hombre sapiente los proyecta necesariamente en el obrar. Recordemos aquí al legislador del fragmento 47 que sostiene que: el legislador debe tener ciertos puntos de referencia tomados de la naturaleza misma y de la verdad”. Esta convertibilidad de physis y alétheia muestra como para Aristóteles el orden natural implica al mismo tiempo un orden moral. Para comprender mejor esta proposición es necesario considerar los rasgos fundamentales de la doctrina de la phrónesis tal como aparecen expuestos a través de los fragmentos 46 al 51, que son los equivalentes al fragmento 31, según la nomenclatura de Walzer y Ross.[9]

En fin, podemos resumir la doctrina de la phrónesis de la siguiente manera: a) para ser buen médico, buen gimnasta, es necesario tener un conocimiento experimental de la naturaleza, pero para llegar a ser legislador es necesario también tener un conocimiento experimental de la naturaleza, pero aun mayor. b) como es a través de la phrónesis que el filósofo (aquí hay una equivalencia entre los términos de filósofo (frag. 48), legislador (frag. 49) y político (frag. 47)) contempla las primeras cosas según su naturaleza y su verdad. c) y es a partir de éstas que se obtienen las normas para juzgar lo que es justo, lo que es bueno en cada ocasión hic et nunc (frag.47). d) para finalmente obrar, “puesto que sólo a la filosofía pertenecen las leyes estables y las acciones correctas y nobles” (frag. 47). En definitiva, como lo dirá más adelante: “todo lo que es bueno y útil para la vida humana, depende del uso y de la acción y no solamente de la contemplación” (frag.52). O mejor aún, “el fin es el punto de partida del pensamiento y la conclusión del pensamiento es el punto de partida de la acción” (EE. 1127 b 33).
El hombre sapiente tiene un gran libro donde leer: el de la naturaleza, que a través de su orden deja entrever “la intencionalidad que la guía physeos bulématos (frag.10). Y que esta intención de grado superior que la conduce a sus fines propios no puede ser otra que la voluntad de Dios que la mueve por aspiración y no por creación como sucede en la visión creacionista.
Ahora bien, como “los hombres no poseen nada que sea divino y bienaventurado, salvo esa cosa que merece nuestros esfuerzos; lo que hay en nosotros de entendimiento y sapiencia, y sólo eso de todo lo que poseemos parece ser inmortal y divino athánaton kai théion(frag. 108). Podemos decir entonces que “el entendimiento nous es en nosotros el dios porque la vida mortal participa de un Dios” (frag. 110).

De modo tal que, por aquello que Aristóteles afirmará reiteradamente siguiendo a Platón y éste a Empédocles, “lo semejante llama a lo semejante”, el fin final del hombre, el fin supremo de su existencia terrenal será éste.
De modo tal que expuesto el ejemplo del alma, ¿qué deducimos de ello? Que el mejor y supremo fin del hombre es vivir de acuerdo con esta parte del alma llamada entendimiento nous, puesto que ella participa de un dios y dado que lo semejante llama lo semejante es probable que viviendo de esa manera accedamos a la inmortalidad, pues “en la medida de lo posible debemos inmortalizarnos” (EN, 1177 b 35).
Pero, y aquí arribamos a la cuestión fundamental ¿qué es vivir según el entendimiento? Es obrar en coincidencia con el fin natural de los entes, o dicho de otra manera, es adecuar nuestra acción a la intención que guía indirectamente cada uno de los entes. Y ¿cómo se hace manifiesta al hombre esa intencionalidad que guía la naturaleza? A través de los fines propios a los cuales está dispuesta la cosa.
Se ve claro entonces que el fundamento metafísico implícito de la ética en el Protréptico es el principio teleológico que extraído de la ciencia de la naturaleza nos muestra el orden, que no es otra cosa que la regularidad [10]de las partes que tienden a un fin, de los entes cuando no son sacados, violencia mediante, de sus fines específicos.

La razón de ser de este espíritu teleológico se encuentra en la causa final en el sentido pleno que le ha dado Herman Bonitz operis alicuius perfectio et absoluto[11]. Pues no se puede olvidar que “la causa final es un fin de una naturaleza tal que ella no existe en vista de otra cosa, sino que es en vista de ella que las otras cosas existen” (Cfr. Met. 994 b 11 e; igualmente 996 a 24-27).
Es así que el joven Aristóteles con sus escasos treinta y dos años pudo escribir bellamente en el Protréptico: “Si un barco debe existir para que pueda navegar por la mar, este fin explicará la existencia del barco” (frag. 15).

Nota Bene: nuestra experiencia de cuarenta años en estudios sobre filosofía antigua con la acumulación de medio centenar de artículos anotados y publicados sobre la disciplina, nos muestra como entre nosotros, aquellos que utilizamos la lengua castellana para expresarnos, no nos tenemos en cuenta. En este caso puntual del Protréptico de Aristóteles hemos visto como autores posteriores como el colombiano Fabio Ramirez S.J., los españoles González Escudero, Megino Rodríguez, Vallejo Campos, las argentinos Claudia Seggiaro y Rodolfo Buzón, se desgañitan citando autores ingleses, franceses, alemanes y, eso sí, a ellos mismos, pero nunca a un autor de su misma lengua. Esa mentalidad colonizada y colonizante es lo que hace hervir la sangre. Eruditos al ñudo que imitan y para colmo imitan mal. ¿Existe acaso algún autor inglés, francés o alemán que cite algún trabajo en español en filosofía antigua? No, no existe. Pierre Aubenque, que es un señor, un honnete homme y que lee castellano, en su extensa bibliografía de 305 títulos y autores de su famoso Le problème de l´etre chez Aristote solo cita un trabajo que es el del profesor argentino don Diego Pró. Exactamente lo mismo sucede con el voluminoso Aristóteles de Ingemar Düring, quien sobre más de 500 títulos solo cita un trabajo del buen profesor español don Luis Cencillo. Qué podemos esperar del resto, que nos miran del rabo de ojo a un costado: nada de nada. Es hora que en filosofía comencemos a preferirnos a nosotros mismos. Esto es, a aquellos que forman parte de nuestra ecúmene cultural. De lo contrario seguiremos a la cola de un carro que conducen otros.




(*) arkegueta, aprendiz constante
Universidad Tecnológica Nacional (UTN- Buenos Aires)



[1] Conferencia en el  Departament de Filosofia Teorètica i Pràctica, Facultat de Filosofia, Universitat de Barcelona, 20 /1/15
[2] Jaeger, Werner: Aristóteles, Méjico. Bs.As., 1946 p. 75
[3] Düring, Ingemar: Aristotle´sProtepticus, Almqvist and Wiksell, Stockholm, 1961, p.173
[4] San Agustín: De Trinitate, X, III 4
[5] Cfr. con la Introducción de nuestra traducción del texto en sus diferentes ediciones: Buenos Aires, Ed. Revista Nao (cultura del mediterráneo), 1982, Ed. Cultura et Labor 1984 y 1982, Ed. Docencia, 2014
[6] Jaeger, Werner: op.cit., p. 99
[7] Esto ocurría en 1981 cuando el castellano no era aun considerada una lengua filosófica por la Sociedad Internacional de Filosofía, que recién la reconoció 1983 a partir del XVIII Congreso Mundial de Filosofía en Canadá, por gestión de los profesores Alberto Caturelli de Argentina y  Ernesto Maiz Vallenilla de Venezuela. España, como de costumbre, niente piu para defender lo suyo.
[8] En este fragmento 65 entendemos que se encuentra uno de los goznes de la polémica entre Jaeger y I. Düring: ¿si el Aristóteles del Protréptico es más platónico que aristotélico o viceversa? Para que ello se vea más claro traduciremos la primera parte del fragmento hasta la cita tomada: “Si el hombre es un animal simple su ser está ordenado según la razón y el entendimiento, y su función propia no es otra que la verdad más exacta (aquí termina la primera parte) y el decir la verdad sobre las cosas” (esta es la cita tomada). Vemos como la primera parte es de neto corte platónico, puesto que la idea de que la filosofía debe convertirse en una ciencia exacta y matemática la encontramos ya en el Filebo (56 b-c; 59 a; 59 d), mientras que la segunda parte es típicamente aristotélica, en lo que hace a la encarnación del pensamiento en las cosas. De modo tal que en este aspecto afirmamos, sin temor a quedar como eclécticos pues el texto nos habilita, que Aristóteles no es ni totalmente platónico como quiere Jaeger, ni está radicalmente separado de su maestro como deja entrever I. Düring. Él, mas bien, ejecuta su propia phrónesis.
[9] Walzer, Richard: Aristotelis dialogorum fragmenta,Firenze,1934  y Ross, D: Fragmenta selecta, Oxford, 1955 
[10] Regularidad que significa en ética que los enunciados de esta disciplina no tienen la exactitud matemática sino el rigor de “lo que se da en la mayoría de los casos hos epí to polú” (Cfr. EN 1096 b 21). Por otra parte, el carácter de ciencia de la ética encuentra en esta proposición su justificación más fuerte, porque la constancia, lo verosímil, la regularidad como afirma J.Tricot, “es una noción eminentemente aristotélica. Substituto imperfecto para el mundo sublunar de lo necesario e inmutable. La regularidad epí to polú es la manifestación del orden de la naturaleza” (Comentario a EN p. 38, nota 21).
[11] Bonitz, Herman: Index aristotelicum, Berlin, 1960, primera edición de 1870.

jueves, 29 de enero de 2015

RECUERDO DEL HISTORIADOR ERNESTO PALACIO


Mi encuentro con   Ernesto Palacio

Carlos Pachá



En este enero del 2015 quiero resaltar el talento de quien considero, a través de la distancia y el tiempo como mi gran maestro de historia argentina, me refiero a Don Ernesto Palacio, intelectual, docente, historiador, un genio de elevado talento.
A modo de presentación diré que fue uno de los grandes precursores del autentico revisionismo histórico. Quien en muchas oportunidades compartió trabajos y luchas en defensa de los intereses del nacionalismo y por ende de la Patria con otro emblemático hacedor de nuestra historia, Don José María Rosa (h). Para justificar su recuerdo en enero debo acudir a su biografía ya que   el Dr. Ernesto Palacio nació en San Martín (Provincia de Buenos Aires el 4 de enero de 1900, hijo de Alberto C. Palacio y de Ana Calandrelli. Fue abogado, docente, escritor y periodista. Ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en 1919 y egresó como abogado en 1926.

Como docente fue profesor de Historia Antigua y de Historia Argentina en la Escuela Comercial de Mujeres (1931-1938), de Geografía en el Colegio “Justo José de Urquiza” hasta 1942 y de Historia de la Edad Media en el Colegio Nacional “Bernardino Rivadavia” (1931-1955).
Fue ministro de Gobierno e Instrucción Pública de la Intervención Nacional en San Juan (1930-1931). Se desempeñó como diputado nacional entre 1946 y 1952, donde fue presidente de la Comisión de Cultura (1946-1947).
Codirector junto a Rodolfo Irazusta de La Nueva República (1929-1931). Fundador en 1938 del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, donde dirigió y colaboró en su revista y fue miembro de la comisión directiva.
Palacio fue uno de los escasos intelectuales que evitó caer bajo la influencia materialista y fue descripto por Leopoldo Marechal como un “triunfante al haber impuesto su mentalidad a todo un mundo”.
Falleció a los 79 años el 3 de enero de 1979.

Autor de las siguientes obras:

- La Inspiración y la Gracia (Buenos Aires, Editorial Gleizer, 1929).
- El Espíritu y la Letra (Buenos Aires, Editorial Serviam, 1936).
- Historia de Roma (Buenos Aires, Editorial Albatros, 1939).
- Catilina. La revolución contra la plutocracia en Roma (Buenos Aires, Editorial Claridad, 1946).
- Teoría del Estado (Buenos Aires, Editorial Política, 1949).
- La historia falsificada (Buenos Aires, A. Peña Lillo Editor, 1960).
- Historia de la Argentina 1515-1938 (Buenos Aires, Ediciones Alpe, 1954). Precisamente esta última obra me obsequió la gracia de conocer sus inconmensurables atributos. Dicha obra llegó a mis manos por vía de mi primera esposa quien había cursado sus estudios en la ciudad de Buenos Aires y usaban dicha obra en la escuela secundaria  en el Liceo Nacional de Señoritas Nº 7 sita entonces en calles Callao esq. Corrientes. (Deseo agregar que esta me parece su obra cumbre porque así lo atestigua el hecho que hacia 1977 ya se habían publicado diez ediciones de dicha obra)
Corría la década de los años sesenta y estaba publicada por la editorial Peña Lillo. A pesar que yo ya militaba en el nacionalismo argentino y por ende en el revisionismo histórico, leer esta obra (cosa que realicé en varias oportunidades,) me clarificó el camino por donde desande el trayecto del conocimiento de la verdadera historia.

Permanentemente me llenó de sorpresas y de satisfacciones, siendo docente en la Universidad Nacional de Córdoba, la impuse como libro de texto de los cursos de ingresos a la U.N.C., grande fue mi sorpresa cuando me pidieron que usara otro material más simple ya que era una obra demasiada elevada! Y en otros lares se usaba para los estudios secundarios! Pero donde logré sostenerla como lectura obligatoria fue en la Escuela Provincial de Turismo “Montes Pacheco”, de la Ciudad de Córdoba. Luego de esta breve apostilla personal, retornemos al personaje biografiado.
Don Ernesto refiriéndose a la historia oficial y a la revisionista, escribía lo siguiente:

Los profesores de historia argentina en los establecimientos oficiales advierten desde hace años, un fenómeno perturbador: la indiferencia cada vez mayor de los alumnos ante las nociones que se le imparten.”

 

Ernesto Palacio

“Es inútil que aquellos engolen la voz, es inútil que apelen al patriotismo y pretendan comunicar a los oyentes un entusiasmo que juzgan saludable por las virtudes de Rivadavia y de Sarmiento: consiguen, a los sumo, un “succés d’ estime”.

La historia que dictan NO INTERESA, importa cada vez menos a la población escolar. Este es el hecho indiscutible, que suele atribuirse corrientemente a la influencia de doctrinas exóticas o al origen extranjero de gran parte de los estudiantes. “¡Hay que apretarles las clavijas a estos hijos de gringos!” he oído exclamar de buena fe a un pedagogo, mientras aplicaba la represalia del aplazo. Esto no mejora las cosas.

El fenómeno no sólo subsiste, sino que se agrava.
Si se tiene en cuenta que los estudiantes de historia argentina cursan el cuarto año y son ya adolescentes con capacidad para razonar; si se tiene en cuenta que esa es la edad en que la personalidad se forma y se definen las vocaciones, dicha indiferencia adquiere importancia excepcional.


La interpretación xenófoba, con sus consecuencias de solapada guerra civil, no puede satisfacernos.

No es verdad que nuestros muchachos, cualquiera sea su origen, se desinteresen por las cosas que atañen a la patria. Están, por el contrario, ávidos de verdades útiles y son sensibles a todas las influencias inteligentes y generosas. ¡Hay que ver la atención apasionada con que siguen, por ejemplo, cualquier explicación leal sobre nuestros problemas vitales de nuestro comercio exterior! Aquí toda indiferencia desaparece y la preocupación patriótica se advierte en la expresión reconcentrada, en la contracción de los músculos, en los gestos nerviosos, alusivos a la urgencia de los grandes remedios. Si dicha indiferencia no puede atribuirse a la causa alegada, es indudable que debe achacarse a la materia misma, tal como hoy se dicta.


Sabido es que, aparte de la guerra de la independencia, enseñada con acento antiespañolista, los motivos de exaltación que ofrecen nuestros manuales son la Asamblea del año XIII, con sus reformas ¡liberales!, el gobierno de Martín Rodríguez, la Asociación de Mayo ¡tan intelectual!, las campañas “libertadoras” de Lavalle, Caseros y –gloriosa coronación- las presidencias de Sarmiento y Avellaneda. Cuestiones de límites, no las hemos tenido; somos pacifistas. Guerra con Bolivia; pero ¿hubo tal guerra? En cuanto a la frontera oriental, es obvio que el Brasil sólo se ha ocupado de favorecernos, y que si alguna dificultad tuvimos, fue por culpa del “bárbaro” Artigas…

Los alumnos se aburren mortalmente; no “le encuentran la vuelta a todo eso”. La historia argentina, “telle qu’on la parte”, no conserva ningún elemento estimulante, ninguna enseñanza actual. Los argumentos heredados para exaltar a unos y condenar a otros han perdido toda eficacia. Nada nos dicen frente a los problemas urgentes que la actualidad nos plantea. Historia convencional, escrita para servir propósitos políticos ya perimidos, huele a cosa muerta para la inteligencia de las nuevas generaciones. El trabajo de restauración de la verdad, proseguido con entusiasmo por un grupo cada vez mayor de estudiosos, no ha llegado a conmover la versión oficial, que pronto se solemnizará en una veintena de volúmenes bajo la dirección del doctor Ricardo Levene. Será sin duda un monumento; pero un monumento sepulcral que encerrará un cadáver. No es posible obstinarse contra el espíritu de los tiempos. Ante el empeño de enseñar una historia dogmática, fundada en dogmas que ya nadie acepta, las nuevas generaciones han resuelto no estudiar historia, simplemente. Con lo que ya llevamos algo ganado. Nadie sabe historia, ni la verdadera ni la oficial. No hay un abogado, un médico, un ingeniero que (salvo casos de vocación especial) sepan historia.


Y es porque, en las lecciones que recibieron, sospechan confusamente la existencia de una enorme mistificación. (2) No entraré a considerar las causas que dieron origen a lo que llamo versión oficial de nuestra historia ni la legitimidad de la misma, porque ello nos llevaría a enfrentarnos con los problemas fundamentales del conocimiento histórico. Diré solamente que dicha versión no se ha independizado, que sigue siendo tributaria de la escrita por los vencedores de Caseros, en una época en que se creía que el mundo marchaba, sin perturbaciones, hacia la felicidad universal bajo la égida del liberalismo y en que no sospechaban los conflictos que acarrearía la revolución industrial, ni la expansión del capitalismo, ni la lucha de clases, ni el fascismo, ni el comunismo.

Impuesta por Mitre y por Vicente Fidel López tiene ahora por paladín al arriba citado doctor Levene, lo que, en mi entender, es altamente significativo. (Hoy agregaríamos a Luis Alberto Romero).
Fraguada para servir los intereses de un partido dentro del país, llenó la misión a que se la destinaba; fue el antecedente y la justificación de la acción política de nuestras oligarquías gobernantes, o sea, el partido de la
“civilización”.


No se trataba de ser independientes, fuertes y dignos; se trataba de ser civilizados. No se trataba de hacernos, en cualquier forma, dueños de nuestro destino, sino de seguir dócilmente las huellas de Europa. No de imponernos, sino de someternos.

No de ser heroicos, sino de ser ricos. No de ser una gran nación sino una colonia próspera. No de crear una cultura propia, sino de copiar la ajena. No de poseer nuestras industrias, nuestro comercio, nuestros navíos, sino entregarlo todo al extranjero y fundar, en cambio, muchas escuelas primarias donde se enseñara, precisamente que había que recurrir a ese expediente para suplir nuestra propia incapacidad. Y muchas Universidades, donde se profesara como dogma que el capital es intangible y que el Estado (sobre todo, el argentino) es “mal administrador”.

Era natural que, para imponer esas doctrinas, no bastara con falsificar los hechos históricos. Fue necesario subvertir también la jerarquía de los valores morales y políticos. Se sostuvo, con Alberdi, que no precisábamos héroes, por ser éstos un resabio de barbarie, y que nos serían más útiles los industriales y hasta los caballeros de industria; y que la libertad interna (¡sobre todo para el comercio!) era un bien superior a la independencia con respecto al extranjero.

Se exaltó al prócer de levita frente a1 caudillo de lanza; al civilizador frente al “bárbaro”. Y todo esto se tradujo a la larga en la veneración del abogado como tipo representativo, y en la dominación efectiva de quienes contrataban al abogado. Con este bagaje y sus consecuencias –un pacifismo sentimental y quimérico, un acentuado complejo de inferioridad nacional- nos encontramos ante un mundo en que todos estos principios han fracasado.
La solidaridad universal por el intercambio, que postulaba el liberalismo, se ha roto definitivamente. Vivimos tiempos duros.
El imperialismo del soborno ha sido suplantado por el imperialismo de presa.

Hay que ser, o perecer. ¿Cómo no van a sonar a hueco los dogmas oficiales? ¿Cómo pretender que nuestros jóvenes se entusiasmen con una “enfiteusis” u otra genialidad por el estilo, cuando les está golpeando los ojos la realidad política de una crisis mundial, con surgimiento y caída de imperios?
Es la angustia por nuestro destino inmediato lo que explica el actual renacimiento de los estudios históricos en nuestro país, con su consecuencia natural: la exaltación de Rosas. Frente a las doctrinas de descastamiento, un anhelo de autenticidad; frente a las doctrinas de entrega, una voluntad de autonomía; frente al escepticismo, que niega las propias virtudes para simular las ajenas, una gran fe en nuestro pueblo y en sus posibilidades. Las condiciones del mundo actual demuestran que Rosas tenía razón y que las soluciones de nuestro futuro se encontrarán en los principios que él defendió hasta el heroísmo, y no en los principios de sus adversarios, que nos han traído al pantano moral en que hoy estamos hundidos hasta el eje.

Los hechos son conocidos y en este terreno la batalla ha sido totalmente ganada con los trabajos de Saldías, Quesada, Ibarguren, Molinari, Font Ezcurra etc., que han puesto en descubierto la mistificación unitaria. Lo más importante, reside hoy, a mi entender, en la interpretación y valorización de los hechos ciertos, en la forma realizada por algunos de los citados y, principalmente, por Julio Irazusta en su breve pero admirable “Ensayo”. Nadie niega que Rosas defendió la integridad y la independencia de la República.
Nadie niega que esa lucha fue una lucha desigual y heroica y que terminó con un triunfo para la patria.
Nadie niega que durante las dos décadas de su dominación, debió resistir a la presión externa aliada con la traición interna y que, cuando cayó, había ya una nación argentina. Contra estos altos méritos sólo se invocan objeciones “ideológicas”, promovidas por los “speculatists" que, al decir de Burke, pretenden adecuar la realidad a sus teorías y cuyas objeciones son tan válidas contra el peor como contra el mejor gobierno, “porque no hacen cuestión de eficacia, sino de competencia y de título”. Frente a tal actitud, que implica -repito- una subversión de valores, se impone previamente una restauración de los valores menospreciados. Si fuera mejor, como opinaba Alberdi, la libertad interna que la independencia nacional; si fuera moralmente más sana la codicia que el heroísmo; si fuera más deseable la utilidad que el honor; si fuera más glorioso fundar escuelas que fundar una patria, tendría razón la historia oficial.

Pero la filosofía política y la experiencia secular nos enseñan que los pueblos que pierden la independencia pierden también las libertades; que los pueblos que pierden el honor pierden también el provecho. Esto lo sabemos bien los argentinos. ¿Cómo no habríamos de volver los ojos angustiados al recuerdo del Restaurador. Rosas que representa el honor, la unidad, la independencia de la patria. Mirada a la luz de principios razonables, la historia argentina nos muestra tres fechas crucia1es: 1810; el año 20 que vio la reacción armada contra la tentativa colonizadora a base del príncipe de Luca, y la resistencia de Rosas contra una empresa análoga, pero más peligrosa. Si después del 53 seguimos siendo una nación, a Rosas se lo debemos, a la unión que se remachó durante su dictadura y que la ulterior tentativa secesionista no logro quebrar. Esto lo han reconocido hasta sus peores enemigos, empezando por el mismo Sarmiento.
Siendo así ¿cómo no guardarle gratitud, cómo no admirar su grandeza? Yo creo que ésta es evidente y que quienes no la perciben padecen de incapacidad para percibir la grandeza en general y permanecerían igualmente impasibles -salvo su sometimiento pasivo al juicio heredado- ante la de un Bismarck o un Cronwell.

Prueba de ello es que no pasa inadvertida a los observadores extranjeros que se asoman a nuestra historia, como ocurre con el mejicano Carlos Pereyra y con el alemán Oswald Spengler.
La grandeza de Rosas pertenece al mismo orden que la reconocida por Carlyle a Federico II de Prusia, quien “ahorrando sus hombres y su pólvora, defendió a una pequeña Prusia contra toda Europa, año tras año durante siete años, hasta que Europa se cansó y abandonó la empresa como imposible” (5). Alemania le levanta estatuas a su héroe en todas las ciudades. Por eso es grande Alemania. Nosotros lo proscribimos al nuestro y tratamos de proscribir también su memoria, mientras les erigimos monumentos a quienes entregaron fracciones del territorio nacional y nos impusieron un estatuto de factoría. Porque era ¡un tirano!... Es decir, porque tuvo que sacrificar toda su energía y desplegar el máximo de su autoridad para salvar a la patria en el momento más crítico de su historia; porque persiguió como debía a quienes se empeñaban en fraccionar el territorio, y no obtuvo otro premio que la satisfacción de haber cumplido con su deber. Era, como dice Goethe, “el que DEBIA mandar y que en el mando mismo entra su felicidad”.  

La primera obligación de la inteligencia argentina hoy es la glorificación -no ya rehabilitación- del gran caudillo que decidió nuestro destino. Esta glorificación señalará el despertar definitivo de la conciencia nacional. Los tiempos están maduros para la restauración de la verdad, que será fecunda en consecuencias, porque entonces la historia volverá a despertar un eco en las almas, explicará los nuevos problemas y comunicará al corazón de nuestros adolescentes un legítimo orgullo patriótico. Esto es lo que hoy, trágicamente falta. Los próceres de la historia heredada, los próceres CIVILES representan y hacen amar (cuando lo consiguen) conceptos abstractos: la civilización, la instrucción pública, el régimen constitucional. Rosas, en cambio, nos hace amar la patria misma, que podría prescindir de esas ventajas, pero no de su integridad ni de su honor.


Opinión del Autor
Es asombrosa la actualidad de los conceptos desarrollados por el gran maestro Palacio, que como está señalado más arriba fueron expresados hace más de 70 años. Naturalmente adhiero fervorosamente todas y cada una de sus expresiones.
A todas estas verdades de puño se podrían agregar aspectos casi desconocidos, como que Sarmiento en su furiosa campaña de desnacionalización, no sólo importó maestras norteamericanas, para que mutaran nuestra cultura sino que llegó al paroxismo de importar flora y fauna extranjera, en detrimento de la vernácula, cometiendo algunas tropelías  infaustas como la importación del gorrión, ave considerada plaga en todo el orbe y él la trajo porque la conoció en París y pensó que adoptando ese bicho dañino nos haría un poco parisinos!

Desdeño la afirmación vertida por Félix Luna, en ocasión de un reportaje que le hicieran con motivo de la filmación de un documental sobre la repatriación de los restos de Don Juan Manuel de Rosas, socarronamente dijo el “…revisionismo está agotado ya no hay más nada que decir del mismo…”.
Tampoco acepto el revisionismo impostado y veleta de Pacho O ´Donell (Presidente del Inatituto Dorrego, creación kirchnerista surgido con la única finalidad de opacar y suplantar al Instituto J.M. de Rosas o al acomodaticio y mercantilista Felipe Pigna (O Pifia al decir de un cómico de la T.V. que lo remeda).

Para finalizar diré que al dueto Rosa-Palacio debemos la idea de instaurar el 20 de noviembre como “Día de la Soberanía Nacional” y el impulso de repatriar los restos del Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas. También fueron parte de esa juventud dorada que integrando FORJA en la década infame, se desprendió de la misma junto a otros notables como José Luis Torres, Raúl Scalabrini Ortíz, Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo y otros. Los cuales se pasaron con “armas y bagajes” al peronismo naciente de 1945.

Prof. Lic. Carlos Pachá