domingo, 28 de diciembre de 2014

Luis Alberto Romero: Un Gunga Din argentino.
Contestación a “Delirio nacionalista del Combate de Obligado”[1]
Como el aguatero indio, Gunga Din[2], que estaba “orgulloso” de servir al ejército colonialista inglés ocupante de la India, el historiador Luis Alberto Romero, “desconoce” el porqué la Confederación Argentina, representada por el Brigadier Juan Manuel de Rosas, enfrentó la prepotencia del colonialismo europeo, en las batallas de la Vuelta de Obligado (20/11/1845) y Tonelero (22/11/1845 y (17/12/1851), representado por las principales potencias militares y navales de la época, Inglaterra y Francia[3].
La decisión del Brigadier Rosas, no fué arbitraria[4]; fué la respuesta de la Confederación Argentina a los colonialistas anglo franceses ensoberbecidos, que no “entendían” o  pretendían no entender, que en nuestro país existía un estado que ejercía legal y políticamente la soberanía argentina sobre el estuario del Río de la Plata y de todos los ríos interiores pertenecientes a su cuenca. El enfrentamiento argentino contra la flota colonialista anglo francesa, en la Vuelta de Obligado, fué contra las pretensiones europeas de imponer a cañonazos, el “libre comercio” y la absoluta libertad de tránsito para sus naves. La decisión argentina de ejercer nuestra soberanía sobre los ríos interiores, implicaba que todos los países del mundo, reconocieran los Principios de Autodeterminación[5] y de no Intervención en los Asuntos Internos de un país, que nunca el Colonialismo y el Imperialismo han aceptado ni respetado.  Así lo entendió el Gral. San Martín, (1778-1850) quién desde su exilio en Francia, en carta a su amigo Tomás Guido, señaló, “…Ya sabía la acción de Obligado[6].; ¡qué inequidad! De todos modos, los interventores habrán visto por esta muestra, que los criollos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca.…”.
El contexto de la época

Desde el descubrimiento de América y en la búsqueda de las rutas hacia el Oriente, toda la historia del Occidente europeo desde el capitalismo mercantilista, desde siglo XVI  y hasta fines del XIX, se caracterizó por la piratería, el filibusterismo y el esclavismo sobre los pueblos de Africa, Asia y América Latina, fueron las prácticas habituales de holandeses, franceses e ingleses. Pero es a partir de la Revolución Industrial (fines del siglo XVIII), en que Gran Bretaña universaliza la producción de mercancías, esas prácticas se potenciaron, por parte de los estados capitalistas, principalmente de Francia e Inglaterra.  Cuando tuvo lugar la batalla de Vuelta de Obligado, el mundo europeo al que se agregarían los EEUU-, barajaba la idea de que se iniciaba una nueva etapa para colonizar a aquellos países que querían ser independientes y libres de toda opresión extranjera.
  
Inglaterra, dentro de esta coyuntura de avanzada imperial a nivel global, inició la Primera Guerra del Opio contra China (1839-1842), donde los británicos obligaron a cañonazos a los chinos a consumir la droga, con reglas económicas y de mercado, por ellos impuestas. El narcotráfico, pués, se inició en el siglo XIX y lo comenzó la burguesía inglesa, por medio de la Cía de Indias Orientales. Con las ganancias del infame comercio, se financió la acumulación primitiva de gran parte de la industria inglesa. Uno de los bancos que tempranamente viabilizó las ganancias del narcotráfico, fue el HSBC, cuya traducción castellana es: Banco Comercial de Shanghai y Hong Kong[7].

A fines de 1844, tuvieron lugar en los EEUU, elecciones presidenciales que dieron como ganador, al demócrata James Polk. Su nombre era sinónimo de expansionismo territorial. Tal es así, que su plataforma política incluyó, como si nada, la anexión territorial como método a implementar una vez en el poder. Esto significó entrar a una guerra, lo que ocurrió el 11 de mayo de 1845 cuando Estados Unidos se la declaró a México. Desde entonces, los actuales estados de Texas, California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nueva México y Oklahoma pasaron a ser parte del territorio estadounidense.
En 1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba la provincia de Buenos Aires, mientras que Uruguay se encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe (blanco o sea federal) y Fructuoso Rivera (colorado o sea unitario), sostenido por fuerzas navales francesas y del aventurero italiano Giuseppe Garibaldi. Oribe acudió a Rosas, buscando apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera, quien era ayudado por Brasil; a lo demandado Oribe, Rosas accedió, con aporte de tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe sitió la ciudad de Montevideo. La intervención de fuerzas extranjeras exaltó los ánimos, y motivó que el Reino Unido y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando al autodenominado "Gobierno de la Defensa" protegido del imperio esclavista del Brasil, del Reino Unido y de Francia, autoconvocándose como mediadores en el conflicto.  Las intervenciones colonialistas disfrazándose de humanitarias, ocultaban los verdaderos intereses económicos que los movían.[8]
Los hechos
La Batalla de la Vuelta de Obligado, se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y al norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado (partido de San Pedro).
Las fuerzas de la Confederación Argentina estaban comandadas por el general Lucio N. Mansilla (1792-1871), designado por Rosas. La flota anglo-francesa, estaba integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes. Los europeos disponían de 418 cañones y 880 soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre. Los navíos colonialistas, poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería. La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 m de ancho, y un recodo pronunciado que dificultaba la navegación a vela. El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros.  Además, en las trincheras había 2000 hombres, la mayor parte gauchos asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. También participaron tropas del 2.º batallón de Patricios. En el río estaba estacionado un bergantín, el Republicano, que, al mando de Tomás Craig (irlandés nacionalizado argentino), tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río. Este buque fue volado por su tripulación durante el combate, cuando su captura por el enemigo era inminente. El Republicano estaba acompañado por los cañoneros Restaurador y Lagos, que consiguieron escapar indemnes hacia el Paso de El Tonelero tras la batalla.
Las fuerzas defensoras tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná, para reparaciones de urgencia. Finalmente, los anglo-franceses consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.
Dijo el almirante británico, Samuel Inglefield, jefe de la flota colonialista: Siento vivamente que este bizarro hecho de armas se haya logrado a costa de tal pérdida de vidas, pero considerada la fuerte oposición del enemigo y la obstinación con que fue defendida, debemos agradecer a la Divina Providencia que aquella no haya sido mayor.
Esta es una batalla muy gloriosa para nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad, dijo el Gral. Mansilla, al terminar la primera batalla. Es de destacar que, poco tiempo después, el propio Mansilla comandó las fuerzas de la Confederación en los ataques realizados río arriba a la misma flota anglo-francesa en los combates de Tonelero y San Lorenzo.

La campaña naval después de Obligado

Contra lo que las fuerzas anglofrancesas esperaban, no lograron concitar la simpatía de la población ribereña, especialmente en las provincias de Santa Fe (que fue defendida por tropas al mando de Pascual Echagüe) y Entre Ríos. En las orillas de ambas provincias, la flota invasora fue atacada repetidamente, tanto de ida como de regreso, en los combates de Paso de El Tonelero (batalla acaecida en territorio del partido de Ramallo, al norte de la provincia de Buenos Aires, unos 30 km al sur de San Nicolás de los Arroyos), San Lorenzo y Angostura del Quebracho. En este último combate, en particular, la flota invasora perdió 6 mercantes (2 incendiados por la artillería y cuatro incendiados por sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia. Los argentinos, por su parte, solo un muerto y dos heridos. La población civil, al parecer, apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas de Lucio Norberto Mansilla y del coronel Martín de Santa Coloma.
La flota anglo-francesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía varios años permanecía bajo control de los unitarios.. Algunas naves continuaron su camino hasta Paraguay, país que también resultaba afectado por el conflicto. No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso, debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos, los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.
Tras varios meses de haber partido, las fuerzas y naves agresoras debieron regresar a Montevideo «diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento», al decir del historiador argentino José Luis Muñoz Azpirí.
El resultado final de la campaña de los colonialistas, fué de grandes pérdidas militares y de quebranto económico. Con ese resultado, la burguesías inglesa y francesa, decidieron no volver a repetir ese tipo de aventuras colonialistas en el Río de la Plata.
Triunfo político de la Confederación Argentina.
La victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto por la decisión de las fuerzas defensoras, como por las complicaciones que imponía el sinuoso cauce del Paraná a la navegación, lo que hacía excesivamente costoso intentar nuevamente la navegación del mismo en contra de la voluntad del Pueblo y gobierno argentinos.
La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.
Esta batalla, dio como resultado final la victoria diplomática y política de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocieron la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.
La firma de los tratados mencionados, por parte de Londres y París, en las condiciones impuestas por el Gobierno de la Confederación Argentinas,  resultado final de la Batalla de la Vuelta de Obligación, fue un gran triunfo político argentino. Esto es lo que no entiende o no quiere entender el historiador Luis Alberto Romero. Su visión colonizada, le impide ver el sentido de los capítulos que significaron tanto la Batalla de la Vuelta de Obligado como la 1ª recuperación militar de nuestras Islas Malvinas el 2 de abril de 1982. Ellas forman parte de la lucha de los Pueblos que pugnan por romper con la Dependencia y efectuar la Liberación Nacional y Social de la Patria, frente al colonialismo y al imperialismo.
Romero, no es el único miembro de la intelligenzia y la política argentina, que viven arrobados por Europa y los EEUU.  Hay una línea ideológica antinacional, culturalmente dependiente y de espaldas al país, que se inició con la 1ª Invasión Inglesa (1806). En esa oportunidad, el invasor Gral. William Carr Beresford, se tituló gobernador de Buenos Aires. Publicó un edicto en el que anunciaba que las propiedades serían respetadas, que las autoridades permanecerían en sus cargos, pero que debían jurar al nuevo rey, Jorge III. El primero en firmar pleitesía a la Corona Británica, en nombre de los comerciantes “argentinos” de Buenos Aires, fue un tal José Alfredo Martínez de Hoz[9], Beresford exigió al virrey la entrega de los fondos públicos que habían venido a buscar, y los comerciantes de Buenos Aires apoyaron sus reclamos. Así se inició la línea que los gorilas del 55, denominaron “Mayo, Caseros, Septiembre”. Los mismos unitarios, que se aliaron con las fuerzas navales francesas, contra la Confederación Argentina;  anteriormente ejecutaron el 1er. crimen político de la Argentina, al fusilar al legítimo Gobernador de Buenos Aires, el héroe de las Guerras de la Independencia, el Cnel. Manuel Dorrego (07/12/1828). Esa práctica siniestra, sería repetida en numerosas ocasiones por la oligarquía bonaerense. Así en 1863, asesinaron al General de la Confederación Argentina, Don Angel “Chacho” Peñaloza en Olta, Pcia de La Rioja y consumaron la destrucción del gaucho. Los crímenes de la oligarquía, hijos de la línea Mayo-Caseros-Septiembre, se continuarían en el siglo XX, con las bandas asesinas de la Liga Patriótica en la Semana Trágica (1918), las matanzas de la Patagonia (1921), el bombardeo de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, los fusilamientos del 9 de junio de 1956 y los asesinatos de la dictadura colonial (1976-1983). Deben incluirse también las bandas de los Comandos Civiles Revolucionarios de la Revolución Fusiladora (1955-1958) y más recientemente, de las bandas terroristas de ERP Y Montoneros, que con su violencia irracional y antinacional, alfombraron el camino hacia el golpe de Estado imperialista del 24 de marzo de 1976.
Esa “intelligenzia” iniciada con la 1ª Invasión Inglesa, continuó con Bernardino Rivadavia, el partido unitario, la Generación del 37, Sarmiento, y el mitrismo. Sarmiento y Mitre, con esa visión  sangrienta de la burguesía comercial porteña, que entendían “…que no había que ahorrar sangre de gauchos, solo sirven para abonar la tierra…”. La visión extranjerizante de esta intelligenzia, se puede ver  en intelectuales europeizados como Silvina Bullrich, quién en una novela, hace decir a uno de sus personajes “…París es el hogar y Buenos Aires, la oficina…”[10]. Serán sucesivamente anti criollos, antiinmigrantes, antiirigoyenistas (la chusma), antiperonistas (los cabecita negra), etc, etc, etc y por sobretodo, sirvientes ideológicos de la oligarquía vacuna. Su admiración por Europa y su antiespañolismo, eran perfectamente funcionales, con la inserción de la Argentina como apéndice económico de Gran Bretaña, a partir de 1880.
Hoy día, pueden mencionarse además, de Luis Alberto Romero: a Carlos Escudé, a Vicente Palermo, a Juan José Sebrelli, a Marcos Aguinis, a Magdalena Ruiz Guiñazú y otros tantos, que tienen en común, su cipayismo, su europeísmo, su antiperonismo –entendido como odio hacia el proletariado argentino- y su feroz odio hacia la recuperación de Malvinas. Esto último los pone en común, con políticos como Raúl Alfonsín que entendía que la recuperación del archipiélago malvinero el 2 de abril de 1982,  fue “…un carro atmosférico…” o el ex Presidente Arturo Frondizi, quién se apersonó ante la Embajada de los EEUU, para pedir “perdón” por la gloriosa recuperación, efectuada por las FFAA argentinas.
Romero pertenece a esa clase de intelectual europeizado, que si hubiese vivido en el siglo XIX, como los rajaes de la India, habría viajado a la Corte de Saint James, en Londres, para presentar sus respetos a la Reina Victoria. Aunque Romero no lo haya pensado en estos términos, en los hechos, el artículo que pretende denostar a los soldados  que lucharon y murieron en defensa de la Soberanía Nacional, en la Vuelta de Obligado y en Malvinas, lo que está haciendo, es rendir pleitesía gratuita a la Reina Isabel II y al imperialismo en general. Otro intelectual argentino que nunca habló de Malvinas y que actuó como Romero, fue el renegado de la Izquierda Nacional, Ernesto Laclau, quién para conservar sus cátedras en la Universidad de Essex, se convirtió en súbdito británico. Ese era el consejero “nacional y popular” de la Presidenta Cristina Fernández, que es “muy amiga” del usurero George Soros, así como de los ejecutivos de las mineras, de las telefónicas y de las petroleras imperialistas, quienes saquean las rentas de las empresas públicas extranjerizadas y usurpan la explotación de nuestros recursos renovables y no renovables. Esa misma Presidenta, que se jacta de que en la década “ganada”, el kirchnerismo pagó a la usura imperialista, u$s 200.000 millones, de una deuda ilegítima y fraudulenta.
Hoy día, a los “intelectuales” colonizados, hay que sumarles los políticos colonizados de todos los partidos (PJ, PRO, UNEN, UCR, etc), que forman parte del Partido de la Deuda, quienes continuamente viajan a Wall Street para tocar la “campanita” del recinto -al inicio de la rueda bursátil-, como señal de pleitesía hacia la usura imperialista.
Una nueva Argentina, formada por las clases medias empobrecidas y la clase obrera peronista, que fue traicionada por sus direcciones políticas y sindicales y al igual que en el 17 de octubre de 1945, el 29 de mayo de 1969 (Cordobazo) y el 2 de Abril (Recuperación de Malvinas), darán cuenta de todos ellos, e iniciará una nueva época para la Patria, en pos de la Liberación Nacional y Social de la misma.
Leopoldo Markus                                                                Juan Manuel Soaje Pinto
Sec. Prensa y Propaganda                                                           Presidente del Canal TLV1
Partido Socialista de la Izquierda Nacional                                Toda la Verdad Primero y,
PSIN 2ª época                                                                            Chozno de Juan Manuel de Rosas

Buenos Aires, 18 de diciembre de 2014


























[1] Clarín, 9/12/14
[2] Gunga Din, film norteamericano apologético del colonialismo inglés (1939). Inspirado en el poema homónimo de Rudyard Kipling, estaba situado en las vísperas del alzamiento de tropas indias contra el Imperio (1857) y que llevó a una sangrienta guerra. El protagonista, era presentado como un humilde aguatero, que estaba “contento” de servir al ejército colonialista de ocupación.
[3] Hoy hablaríamos de la expresión militar de las burguesías imperialistas: la OTAN.
[4] Como tampoco fue una arbitrariedad militar, la decisión política de la Junta Militar de 1982, encabezada por el Gral. Leopoldo Fortunato Galtieri, de recuperar militarmente nuestras Islas Malvinas, el 2 de abril de aquel año. Esa decisión, pese a lo que digan cipayos y vendepatria desmalvinizadores como Romero, la partidocracia y el Servicio Civil de la Colonia, terminó con un siglo y medio de sometimiento cultural e ideológico, al imperialismo y al colonialismo. Toda la infamia antinacional de las fuerzas coloniales –incluidos los medios de comunicación-, sirviendo a los servicios de inteligencia ingleses, nunca podrá borrar la importancia de aquella decisión y ya llegará el día en que se revisarán todas las infamias y mentiras del proceso desmalvinizador.
[5] Principio que la burguesía imperialista inglesa utiliza falazmente, levantando la “autodeterminación” de sus títeres kelpers de Malvinas, para oponerse a discutir la cuestión de fondo: la soberanía y devolución de las islas que pertenecen legal e históricamente a la Argentina.
[6] San Martín, en su testamento legó su sable corvo, que lo había acompañado en las luchas libertadoras al Gdor. Rosas, con estas palabras: "…El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla". Estas palabras, que hablan por sí mismas, no las puede comprender Romero, porque su visión es la de un colonizado, como el aguatero Gunga Din.

[7] Recién comenzaba la época de humillaciones europeas para los chinos. Hubo “zonas europeas” en las ciudades costeras chinas, en las que estaba “…prohibida la entrada perros, gatos y chinos…”.
[8] En el siglo XX, también los colonialistas ingleses y los imperialistas yanquis, utilizaron argumentos similares para descalificar como fascista al Presidente de la Argentina, Leopoldo Fortunato Galtieri y enviar la flota colonialista de 113 barcos de apoyo y navíos de guerra (la más grande desde la 2ª guerra imperialista), para la transitoria reocupación de Malvinas. También los imperialistas yanquis hablaron de los “dictadores” Manuel Noriega (Panamá), Saddam Hussein (Irak), Muhammad Gaddafi (Libia), para invadir y derrocar a sus legítimos gobernantes en 1989, 2003 y 2011, como desde hace cinco años, pretende hacerlo con el Gobierno de la República Arabe Siria, presidido por el Dr. Bashar al-Assad. Todas estas guerras, responden a los intereses imperialistas de Gran Bretaña, los EEUU, a los que se ha agregado recientemente Francia. Estas guerras neocoloniales, pretenden ocultar la verdadera naturaleza del pillaje imperialista del petróleo del Medio Oriente, en beneficio del Cartel de las “Siete Hermanas”.

[9] Tatarabuelo del Ministro de Economía de la dictadura colonial (1976-1983). De tal palo, tal astilla.
[10] Bodas de Cristal.