viernes, 14 de noviembre de 2014

HOMILÍA

 de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma,
para el domingo 9 de noviembre de 2014

AICA

Dios no guarda silencio de indiferencia ante los males que padece la humanidad y mucho menos manda los males que padecemos los seres humanos. Dios espera que los habitantes de este mundo, que hizo habitable, cumplan con el mandato que nos dio desde el momento que los creó. La Biblia, en lenguaje alegórico, revela que Dios dejó en manos de la humanidad la creación entera para que la “cultivara y la cuidara” Es decir creó al Hombre: Varón-Mujer cooperador suyo en el desarrollo o progreso de la Creación de este Mundo Lo que acontece hoy con los males que arruinan la vida humana es la reproducción-actualización-generalización de la anécdota bíblica de Caín que procurando su propio provecho desprecia la vida de su hermano Abel hasta matarlo. Y cuando Dios le pide cuenta de la vida de su hermano… le responde con la mayor de las indiferencias: “Acaso, soy guardián de mi hermano” le contesta con absoluta despreocupación por la suerte de Abel, su hermano. Esta estampa bíblica durante siglos y siglos se viene repitiendo, actualizada, modernizada, hasta con las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires… 

A poco que se repasen archivos en municipalidades y ministerios gubernamentales o se recurra a la memoria de gente de campos y barrios perjudicados…se encontrarán las causas de las inundaciones que padecemos…Si se indaga con objetividad no se encontrarían errores técnicos junto a medidas tomadas teniendo en cuenta más bien el provecho de poderosos en dinero o influencias o despreocupación de funcionarios de turno? 

Todos los males que padece la humanidad con mayor o menor inmediatez, con mayor o menor responsabilidad, dependen del ser humano- Buen teólogo sería quién demostrara que la gracia de Dios no suple la imprudencia, menos la maldad del egoísmo en el corazón humano, tampoco la tontería de la persona engreída o idólatra de su propio bien.

Por eso, los argentinos-de modo particular los que se llamen cristianos- las inundaciones u otros males en épocas de elecciones, tienen que motivarlos a seleccionar con sumo cuidado a sus futuros gobernantes. 

No hay que elegir al mejor postor en promesas o dádivas sino a quiénes en su vida privada como pública sean probos, es decir, eficaces y honestos, transparentes y siempre dispuestos a servir a los demás aún contra sus propios intereses personales. Con calidez en el trato y caballerosidad aún en el rigor de la justicia. 
El político probo es la utopía realizable que surge de un real discipulado que promueve la comunidad cristiana cuando acompaña a jóvenes y adultos en una seria y perseverante catequesis socio política. Es hora de unir la pastoral social-política con la pastoral catequética en el amplio espectro de la pastoral orgánica.

Es la “deuda interna” de la Iglesia para con la Sociedad argentina. ¿Es compromiso de sólo los Pastores? NO. Es compromiso de toda la Iglesia que toma conciencia de su misión de Pueblo de Dios al servicio de la Sociedad. Por eso, el Laicado debe estar pronto a formarse en la Doctrina Social de la Iglesia para pasar de simple habitante a ciudadano. Los cristianos han de vivir su Fe en Jesús y su Evangelio en todas las dimensiones de la vida humana. Han de sembrar la semilla del Reino de Dios anunciado por Jesús en todos los surcos de la sociedad a la que pertenecen y conviven con creyentes y no creyentes. El Maligno –astuta serpiente– viene sembrando la cizaña de ideologías de injusticias y terror, de esclavitudes y muerte porque los llamados a ser sal y luz y levadura viven en una religión alienada en ceremonias en lugar de salir a sembrar al Dios de Jesús en la Política para que surja una Sociedad motivada por el Amor. Esta es la Fe Cristiana que no se encierra en templos sino que es hasta raíz del compromiso Político Cristiano, constructor de la nueva Sociedad de fraternidad universal. El cristiano no impone su Fe; ofrece el Evangelio a gente de buena voluntad.


Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma