sábado, 18 de octubre de 2014

OBAMA ALIENTA LA DESPENALIZACIÓN



 Se prepara un negocio gigantesco


A. Guerrero (PRENSA OBRERA)
ARGENPRESS.info, 17-10-14

"En un porcentaje altísimo de clubes se vende droga (...) todos sabemos lo que pasa dentro de los clubes y todos nos hacemos los giles".
La sinceridad le llegó de pronto al presidente de Excursionistas, Angel Lozano, cuando por orden del juez Claudio Bonadío le allanaron el club y hubo diez detenidos, además del secuestro de cocaína y armas de guerra. 

Al día siguiente, Bonadío mandó a Gendarmería a allanar el Indec, donde detuvieron a otros dos barras de Excursionistas y miembros de la patota que sistemáticamente ha atacado, durante años, al personal del instituto. Los barras que tenían droga dentro del Indec llamaron por teléfono para pedirle ayuda y abogados, a un tal "Rafa", jefe de patotas y ladero de Guillermo Moreno. En esta situación, cuando queda a la vista de todos hasta qué punto los millones de narcotráfico han penetrado y corrompido a las instituciones del Estado, a las fuerzas de seguridad y a casi todos los ámbitos de la vida social del país, surge la iniciativa gubernamental de legalizar el comercio de drogas.

Aunque, si bien se mira, hablar de "iniciativa gubernamental" es impropio. Como en tantas otras cosas, en este punto el gobierno baila una música que le llega desde lejos.

Por "La Nación" (11/10) sabemos que, por primera vez, el gobierno norteamericano se propone "flexibilizar" su política sobre drogas y a mostrar una mayor "tolerancia" hacia la despenalización decidida por otros gobiernos. Como se ve, George Soros no está solo. Por lo menos, en la citada edición del diario de los Mitre, el secretario adjunto del Departamento de Estado para Narcóticos, William Brownfield, dio por superadas las disposiciones de la Convención Unica sobre Estupefacientes, sobre la que se sustenta todo el andamiaje actual de leyes norteamericanas en la materia. "Las cosas han cambiado desde 1961", dijo Brownfield, y añadió: "Debemos tener la suficiente flexibilidad para integrar esos cambios a nuestras políticas".

Ahora bien, ¿qué se discute cuando se habla de la legalización del narcotráfico?

Los grandes bancos, al acecho

El año pasado, la Afip presentó una denuncia contra el banco HSBC por maniobras de desvío y lavado de dinero, para lo cual, entre otras cosas, esa entidad utilizaba facturas apócrifas de empresas también vinculadas con esos delitos. El asunto olía mal, porque involucraba, según la denuncia, al gobierno de Córdoba y a la municipalidad de San Isidro, ambos en manos de la oposición. Finalmente, todo quedó en la nada. Por cierto, sólo alguien demasiado ingenuo confiaría en una investigación por lavado de dinero y facturas apócrifas impulsada por el gobierno del caso Skanska.

La denuncia, sin embargo, refrescaba el papel de los grandes bancos en el lavado de dinero sucio procedente del narcotráfico, el contrabando de armas, la evasión y otros rubros por el estilo. El HSBC, de origen británico, está sospechado fuertemente de lavar dinero de los carteles mexicanos de la droga y de traficantes de armamento, y por eso se le impuso en los Estados Unidos una multa de 1.900 millones de dólares.

Se trata sólo de un ejemplo. La lista de bancos involucrados en ese tipo de maniobras es larga y en ella están, entre otros, el City, el Wells Fargo y muchos más. No podía ser de otro modo: según diversas estimaciones, el narcotráfico mueve en el mundo unos 2 billones de dólares anuales, y más aún el comercio ilegal de armas. Semejante masa de dinero no puede circular si no es por el sistema financiero legal, por los bancos.

Kieran Beer, ex funcionaria del Tesoro norteamericano durante el gobierno de Bill Clinton, dio tiempo atrás la clave del asunto: "Las regulaciones de la banca nacional e internacional son laxas y permiten el encubrimiento de transacciones ilegales; a ningún gobierno le conviene arruinar a la banca privada, y menos al de Estados Unidos".


Léase al revés: los capitales del narcotráfico, creadores sistemáticos de burbujas financieras y motores de las crisis, son al mismo tiempo los que impiden una quiebra general del sistema financiero. Cuando se discute la legalización del narcotráfico, se debate una transformación radical del negocio: sacarlo de la clandestinidad, blanquearlo y hacerle pagar impuestos. 

Grandes buitres, como Soros, se preparan para el negocio que viene. Y Soros, al menos, ya encontró en Buenos Aires y en Montevideo un par de segundos violines, desafinados pero posiblemente útiles. Estamos contra la penalización y persecución a los adictos, pero como parte de la lucha para terminar con los narcos y sus socios capitalistas -y no como pretexto para "legalizar" el negocio de éstos últimos.