domingo, 15 de junio de 2014

SIN AUTORIDAD NO HAY ESTADO NI CRECIMIENTO ECONÓMICO



por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado

“La autoridad –un compuesto de poder y moral--  es el primer atributo del Estado; si le falta unidad, y con ello eficacia, pasa ser uno más entre una pluralidad de centros segmentarios de poder. Con lo cual el Estado pierde sus capacidades para organizar y promover el crecimiento de la sociedad, Por allí se marcha hacia la anomia y pronto a la anarquía”.  (B. P.)
- - - - - -
La suma de ciertos elementos que están en el escenario nacional abre un horizonte de buenas y malas aspiraciones. El dato negativo está en la  inflación que, salvo para los especuladores, a todos les confisca sus derechos e intereses, y ello en un tiempo donde es evidente el aislamiento internacional del país. Un problema que no se resuelve de la mano con Maduro y Fidel, o visitando al Papa para impetrar algunas indulgencias.

Mientras no llegan inversiones reproductivas, nuestros gobernantes se consuelan ratificando el clientelismo (o fraude pre-electoral) hacia adentro, mientras insisten, sin esperanzas, convertir a la devolución de Las Malvinas en una suerte de  “ave fénix” del futuro argentino. Es un modo –huérfano de autentica estrategia nacional-- de tirar la pelota fuera de la cancha.

No todo es pesimismo, hay quienes creen que la renovación del elenco gubernativo a fines de 2015, si se produce, “constituirá una oportunidad histórica para sentar las bases de un crecimiento económico sostenido que debería venir de la mano de mayor equidad distributiva y justicia social”. Lo dicen Ezequiel Avila y Lucas Pussetto, en su nota “Los hábitos de un gobierno altamente efectivo” (La Voz, 12.VI.2014). Se trata de dos expertos con actuación docente en la Universidad Siglo XXI, y que incorporan citas de Stephen Covey y de Jeffrey Sachs, calificados pensadores del presente.

A juicio de nuestros autores –sin dudas mirando al futuro argentino no lejano-- un gobierno será exitoso si, en lo fundamental, es efectivo; y ello pasa, ante todo “por los resultados que obtiene en materia económica y en las consecuencias que esto tiene en el plano social”. Para lo cual establecen cuatro condiciones: “1) crecimiento económico sostenido; 2) estabilidad económica; 3) distribución equitativa de la riqueza generada a través del crecimiento y la estabilidad; 4) un importante grado de autonomía política respecto de otros gobiernos y/o empresas transnacionales.”

No dudamos en suscribir las tres primeras condiciones; sobre todo eso de que una “distribución equitativa de la riqueza” no salga de la dádiva sino de  los valores producidos, sean materiales o culturales. O sea, decimos, distribuir riqueza verdadera, y no mediante la suba descontrolada del gasto público, de imponer impuestos exagerados o de fijar salarios en función del clientelismo político. Por que así fue que llegamos a 2014 sumergidos en la inflación, dejando en la miseria a 12 millones de personas y encima al grueso del sindicalismo en la vereda del frente.

También –en el artículo de Avila y Pussetto--  vemos como positivo reivindicar los valores democráticos, la acción gubernativa a largo plazo, la contratación de profesionales bien preparados y generar  sistemas de capacitación “hacia adentro” del sector público. Por que son pautas sustantivas, que hacen a la correcta acción del Estado que, agregan, debe se “dinámica”, o sea “reinventarse en función de las necesidades y de las demandas específicas del momento”.

Hay, a todo esto, dos puntos que no nos convencen. Uno es el Nº 4 de los iniciales. ¿Qué quiere decir eso de “un importante grado de autonomía política respecto de otros gobiernos..?” – Primero, la “autonomía política” es siempre un producto del esfuerzo que, dentro de las propias fronteras, hacen a un pueblo fuerte, socialmente disciplinado, concentrado en el estudio, el trabajo y la producción, dispuesto a que lo gobiernen los estadistas y no lo ineptos y corruptos. Logremos eso y seremos respetados por el mundo entero. Los hijos bastardos de “los de afuera” son precisamente los países donde impera la “ley del vivo” y así nos va.

El otro, consiste en una especie de miedo a “las empresas transnacionales”, y que son esas que llenan el escenario mundial, las que con sus negocios, recursos financieros y tecnologías cruzan las fronteras de los cinco continentes. No  podemos eludir la realidad del siglo XXI, los grandes buques no dejan de cruzar el mar por que hay tormentas, grandes oleajes, enormes bloques de hielo, tiburones y hasta piratas. ¿Vamos a ser nosotros la monjita virgen que no sale a la calle por que hay tipos que le dicen piropos subidos y por ahí violadores..?.

Tampoco nos parece alentador, mirando hacia los comicios de 2015, eso de que “los presidenciables no darán un giro brusco al rumbo de la política económica”…lo que “sería un primer paso razonable hacia la estabilidad y la previsibilidad”. Después de una  década de régimen kirchnerista es lícito preguntarse : A qué política económica se refieren Avila y Pussetto…? Los sucesivos ministros del ramo expresaron criterios y medidas que no formaron parte de una línea hacia alguna parte.

Cuál sería..? La de Lavagna, la de Guillermo Moreno, la de Amado Boudou, la de  Lorensino, y ahora la de Axel Kicillof..? Dicho con respeto, sería bueno que nuestros autores especificaran un poco las cosas. Por que si algo quedó en claro en estos años fue, precisamente, la ausencia de una política económica que aportara “estabilidad y previsibilidad”. Y sería terrible que el 10 de diciembre de 2015 el nuevo Presidente de la Nación  le dijera al país : Aquí no pasa nada y todo sigue igual..!!

Casi al final del trabajo Avila y Pussetto, reclaman “el aumento de la eficacia del Estado”. Esto sí que es sensato, máxime teniendo presente los tres primeros puntos de su pro puesta. “-Se trata de políticas  --sostienen--  que se consiguen sólo si se cuenta con un Estado con la capacidad necesaria para llevarlas a la práctica con efectividad”. Es que, en tren de sinceros, esta “monarquía” que tenemos es todo contrario de un Estado eficaz; con un gobierno sin ministros respetables, apenas mandaderos, y con una divi sión de los poderes sacudida por los climas imperantes de improvisación y corruptelas.

El Estado argentino  --su manejo--  nunca será eficaz si no recupera su autoridad, esa cualidad donde deben marchar juntos el poder (o capacidad de decisión) con lo moral en sentido amplio, o sea aptitud y decencia.-
------
(Especial para Hora25Prensa)