sábado, 17 de mayo de 2014

EN EL DÍA DE LA ARMADA ARGENTINA



Deuda con nuestra Armada

La Nación, Editorial, 17-5-14
   
Siete años se han cumplido el mes último del incendio en alta mar que sufrió el rompehielos Almirante Irízar, hecho que le impidió continuar el esencial servicio que cumplía todos los años durante la campaña antártica, al posibilitar el recambio del personal de nuestras bases y el reaprovisionamiento de éstas.

Desde entonces se han invertido ya más de 500 millones de pesos en las reparaciones de este navío de la Armada nacional de inconfundible silueta. Hoy, cuando la Armada cumple un nuevo aniversario, corresponde recordar lo ocurrido con este imprescindible buque y plantear por qué su reparación parece no terminar nunca, mientras hubo que gastar 61 millones de dólares para reemplazarlo por buques y helicópteros extranjeros. La tardanza reviste gravedad porque el lapso transcurrido debería haber alcanzado para concluir hace mucho las reparaciones, que se llevan a cabo en el astillero Tandanor.

Las demoras para el regreso al servicio de la embarcación no pasaron inadvertidas y diputados de la oposición han insistido con un pedido de informes al Poder Ejecutivo, realizado por el diputado radical Julio Martínez.

En forma extraoficial, una alta fuente del Ministerio de Defensa confió a la nacion que se estimaba que a comienzos del segundo semestre la nave podría ser sometida a las primeras pruebas de navegación tras las reparaciones.

La excesiva tardanza también es motivo de preocupación porque los fondos empleados en el alquiler de buques de otras banderas para poder llevar a cabo el reabastecimiento de las bases antárticas podrían haber dado origen a posibles negociados durante la gestión de Arturo Puricelli al frente de Defensa. La Justicia investiga si se han cometido delitos con las contrataciones.

Así, tras una licitación, el buque de bandera holandesa Timca cumplió funciones en febrero de 2012 en Puerto Belgrano, pues faltaba reabastecer a las bases Orcadas, Marambio, San Martín, Esperanza y Carlini. Ante la emergencia, el Ministerio de Defensa aprobó medidas desesperadas, como el alquiler de urgencia y por contratación directa de un crucero para el transporte del personal a la base San Martín. El crucero de lujo Polar Pioneer, que suele navegar en el verano entre Ushuaia y la Antártida para excursiones turísticas, fue incorporado aquel año a la campaña antártica, en momentos en que el ministro Puricelli sostenía que todo se desarrollaba normalmente.

Trade Baires, la empresa que perdió la licitación mediante la cual se contrató al Timca, denunció ante la Oficina Anticorrupción que se trató de una "licitación a medida" y con serias irregularidades. En aquel entonces estaba previsto que cada día extra de empleo del Timca demandaría un pago de 100.000 dólares. Hay que agregar que, en un principio, el contrato para las reparaciones en Tandanor ascendía a 325 millones de pesos. Posteriormente, contratos adicionales elevaron la cifra a 533 millones de pesos.

No caben dudas de que el actual ministro de Defensa, Agustín Rossi, ha heredado este pozo sin fondo que es la puesta a punto de nuestro rompehielos. Pero también es cierto que lo ocurrido con ese buque tras su siniestro, tanto en lo que hace a los siete años de demoras como a las sospechas sobre irregularidades, obedece a la mezcla de indiferencia y menosprecio que el kirchnerismo ha manifestado por las Fuerzas Armadas, su equipamiento y su capacitación, sumado a la falta de políticas para esas fuerzas.

Los indispensables servicios que ha brindado el rompehielos Irízar, y que debe volver a brindar a la brevedad, trascienden la esfera de las Fuerzas Armadas debido a las importantes labores científicas que llevan a cabo en nuestras bases tanto los científicos civiles como los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas.


Según cálculos de expertos en la materia, si se suma lo que el Estado ha gastado hasta el momento en las reparaciones y las contrataciones de naves y equipos extranjeros, la suma alcanzaría para comprar cuatro rompehielos usados en buenas condiciones. Por lo tanto, es preciso encauzar la bola de nieve en que se ha transformado este problema por el camino de la máxima racionalidad y la mayor de las transparencias.