jueves, 3 de enero de 2013

EL ESTADO MAFIOSO VUELVE AL ATAQUE




Por José Antonio Riesco

Uno de los capítulos de la Teoría del Estado se refiere a la tipología que la experiencia histórica y la doctrina han elaborado en torno a la cuestión de qué es y cómo es el Estado. Entonces hubo Estados absolutistas y democráticos, monárquicos, parla mentarios y republicanos, comunistas y capitalistas, incluso teo  cráticos, etc. El kirchnerismo hace un aporte sustantivo : el Estado Mafioso. Con ese sello quedará en la historia.

Es uno que ya separó el país en dos (como los “territorios” de Al Capone en Chicago); de un lado, con notoria vocación de prepo tencia y de absorber todo, está el reino de la Sra. Presidente, donde ejerce un poder signado por el personalismo y los caprichos. “Con Ella no se dialoga, sólo se escucha” es la jaculatoria de los mucamos y payasos. Ella, manda como la Sisebuta, aquella legendaria matrona de las historietas; de paso contrató un filósofo propio, Ernesto Laclau, queriendo imitar al prusiano Federico el Grande que lo tenía, a ratos, a Voltaire. Y no importa la diferencia, el talento y la cultura de Voltaire contra la bocina macaneadora de Laclau.

En la vereda del frente está la Argentina construida por todas las generaciones que, mucho o poco, siempre aportaron trabajo, inteligencia, inversiones, solidaridad e incluso confrontaciones. Cierto tipo de conflictos siempre fue connatural a una sociedad que no dejó de crecer, pero ejercidos sin el inconsciente cargado de rencores y la completa carencia de jerarquía moral. De este lado, pues, sigue resistiendo una gran porción de la Argentina permanente –la que estará en su sitio cuando pase el ventarrón lleno de polvo y miserias--  y ahora empeñada en superar una fragmentación que ya duró demasiado. Es la Argentina de la Constitución y de la dignidad nacional.

El Estado Mafioso hace asco de la Constitución. Le resulta intolerable, incluso  incompatible con el hábito del impulso barato que, por ejemplo, un día con el dedo al país se le impuso un Vicepresidente cuyo prontuario ocupa el lugar de un curriculum. El mismo antojo con que acaba de llevarse por delante los méritos históricos de la Sociedad Rural, fundada en 1866 para participar en la construcción del Estado nacional. Y contra la Federación Agraria, nacida en 1912 con el Grito de Alcorta como parte del salto adelante que el país dio hacia la ampliación de su vida democrática.

Estamos en las vísperas de la resolución judicial del Caso Clarín, sobre cuyos derechos procesales el Estado mafioso trata de injertar un “per saltum” y lo corona con la calificación de “cámara de mierda” que el Jefe de Gabinete, pomposo apósito de la  Reforma del 94,  lanzó contra el tribunal colegiado que mantuvo la “medida cautelar” por un nuevo plazo. Acaso dudando del resultado de su grosera presión sobre la Judicatura, el régimen acaba de agregar una suerte de dictamen por la claraboya de la Procuradora del Tesoro.

Sí, no hay dudas, estamos ante una contribución ciertamente original y llamativa a la tipología de la organización estatal. Para entenderla no hay que releer a Juan B. Alberdi, a George Jellineck o Adoldo Posada, tampoco a Arturo Sampay o a García Pelayo. Basta con repasar la gestión de Odoacro con el poder en Roma del siglo V y seguramente las correrías de Alfonso Capone en los años 20 del pasado siglo – Por que es, decididamente, un Estado Mafioso.-
(Instituto de Teoría del Estado)