domingo, 19 de agosto de 2012

LA GUERRA COMO CONTINUACIÓN DE LA POLÍTICA (O DE LA JUSTICIA)





POR RICARDO KIRSCHBAUM

Es un lugar común pero no por eso es menos cierto: las primeras víctimas de la guerra son la verdad y los mensajeros que la transmiten . Cuando se admite que se está en guerra, como lo ha hecho en la semana Eugenio Zaffaroni , juez de la Corte Suprema, hay que tener cuidado en que el enemigo utilice información cierta para afectar a la facción a la que el magistrado confiesa pertenecer.

Quizá porque estamos acostumbrados, en este país se toma la desmesura como un hecho natural. Y esta frase de Zaffaroni es una desmesura porque, proviniendo de quien proviene, se inscribe en una dinámica de beligerancia de la que un miembro de la Corte en un estado democrático debiera, esta vez sí, exhibir prudencia .

Zaffaroni había dicho que las denuncias de las “salidas culturales” de los presos apuntaban a terminar con la resocialización de los condenados. En ese contexto, habló de la “guerra” y de los cuidados que había que tener para evitar darle al enemigo razones para atacar a quienes promueven el sistema.

La “guerra” de Zaffaroni –y del Gobierno, al que el juez adhiere con entusiasmo– es entre los medios no sometidos por la política oficial y los defensores del “modelo”. Es una teoría peligrosa para desplegar en democracia porque contiene en sí misma el propósito de vencer al otro , de neutralizarlo para que el vencedor imponga sus condiciones, escriba la historia, sin importarle el costo de la victoria . En su transcurso, el ocultamiento de información, los datos deliberadamente “truchos” (como lo admitió la Presidenta) para la “gilada” que escribe, son recursos lícitos aunque sean éticamente reprobables . En ese marco, se admite que hay que tutelar lo que es conveniente informar y lo que es prudente ocultar No importa la verdad, parece decir Zaffaroni. Lo que verdaderamente importa es que quienes la proveen estén deslegitimados porque informan desde uno de los bandos.

Ese es el centro de las batallas de esta “guerra” en la que el Gobierno ha demostrado una incapacidad genética de tolerar el juego abierto del periodismo en las sociedades verdaderamente democráticas, derechos por los que se ha peleado por conseguir y por consolidar.

El concepto es que la confrontación es inherente a este Gobierno y que los conflictos, las diferencias de criterio, los puntos de vista divergentes, no pueden resolverse en negociaciones o acuerdos sino tan solo por el triunfo y la derrota .

Un juez de la Corte, como Zaffaroni, tiene que resolver pleitos según su criterio. Debe dictar Justicia y no pelear como soldado en una guerra .

Clarín, 19-8-12