viernes, 24 de agosto de 2012

GRAVES INCIDENTES EN CÓRDOBA






 relato y análisis

La movilización de los gremios estatales para presentar una acción de inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior de Justicia contra la reforma jubilatoria, derivó en graves incidentes que provocaron al menos 26 heridos, tres detenidos y múltiples destrozos.
Entre los heridos hubo 11 policías –dos de consideración– y 15 manifestantes con lesiones por balas. Hay un subcomisario lesionado en un ojo y otro comisario afectado en la zona genital, en ambos casos por bombas de estruendo, según indicó el comisario Ramón Frías, jefe del operativo.
Momentos antes de que se iniciaran los incidentes, desde una camioneta del SEP se reclamaba por altoparlantes “moderación con las bombas de estruendo”, que arrojaban a mansalva activistas de Luz y Fuerza y de los recolectores de basura (Surrbac), que contaban con una gruesa columna. Ese gremio no pertenece al sector estatal y su titular, Mauricio Saillén, es jefe de la CGT Nacional y Popular Rodríguez Peña.
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Los infiltrados de siempre


 por María Virginia Guevara

Cuando la violencia aún no había terminado y los escombros ya cubrían tres plazas, algunos dirigentes gremiales insinuaron que los desmanes habían sido provocados por “infiltrados”. Se rindieron rápido ante la elocuencia de las imágenes. Entonces, la culpable por los hechos vandálicos que protagonizaron los miembros de algunas de las columnas sindicales pasó a ser la Policía.
La notable liviandad con que los gremios estatales toman la violencia que parte de sus propias filas sorprendería si lo de ayer hubiera sido original. Pero la conducta fue casi idéntica a la que los mismos protagonistas tuvieron en agosto de 2008, cuando dejaron en ruinas la Plaza San Martín para defender sus jubilaciones. El único cambio fue la inexplicable presencia de decenas de recolectores de residuos –que no aportan a la Caja– en el grupo de los más enardecidos.

Los daños al Palacio 6 de Julio ya podrían ser declarados un deporte local. Y la sistemática manera que tienen los “servidores públicos” –se supone que lo son todos los que aportan a la Caja– de dirimir sus conflictos a costa de los demás está tan naturalizada que nadie se escandaliza por el hecho de que los pequeños o grandes problemas de los 181 mil empleados provinciales y municipales de toda la Provincia alteren de manera permanente la vida de los 3,5 millones de cordobeses que no son parte del Estado y que esperan algo a cambio de los impuestos que pagan.
La mayor parte de esos recursos va a los sueldos de los empleados públicos activos, tanto en la Provincia como en municipios. Y ahora, todos los cordobeses deben responder por el déficit que generan las jubilaciones de los pasivos que, aunque no sean de privilegio, como dice la Nación, son impagables para la Provincia. Además, hay que consentirles que cada tanto rompan todo.
Lo peor es la moraleja: la violencia les sale gratis y por lo general les da resultado.

La Voz del Interior, 24-8-12