domingo, 5 de agosto de 2012

EJEMPLO POSITIVO DE COMBATE A LA CORRUPCIÓN






Brasil profundiza la “higienización” de su clase política


POR ELEONORA GOSMAN



El juicio por el caso del llamado “mensalao”, que se inició el jueves último y que sentó a 38 ex funcionarios, ex legisladores y empresarios ante la Corte Suprema, es un episodio muy original de higienización política . Los acusados son miembros del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva y de la actual presidente Dilma Rousseff. El caso, lejos de afectar la popularidad de la actual jefa de Estado, no hizo más que acrecentarla, como lo demuestran las encuestas.

Es que el año pasado, ella tuvo la “virtud” de expurgar de su propio gabinete a aquellos “servidores públicos” bajo sospecha de corrupción. A este perfil que Dilma imprime a su administración, se suman iniciativas parlamentarias como la llamada “ley de la ficha limpia” que, por primera vez en las elecciones municipales brasileñas de octubre próximo, eliminará de la competencia a aquellos candidatos procesados por delitos comunes e irregularidades en campañas anteriores. Son más de 6.000 políticos, que ocupan algún cargo en el Estado, que no podrán ser elegidos ni en estos próximos comicios, ni en aquellos que se realicen hasta 2020.

Estos pasos que apuntan a transparentar la vida política brasileña, donde abundaba y todavía sobra caldo de cultivo para la proliferación de mafias, distan de haber producido la purificación del sistema. El “mensalao”, que será juzgado a lo largo de agosto por el Supremo Tribunal Federal, tiene como protagonista central al ex ministro jefe de la Casa Civil José Dirceu. Hasta 2005 no sólo era el “hombre fuerte” del gabinete ministerial. Se perfilaba, también, como candidato a suceder al presidente Lula da Silva.

En la época, las denuncias sobre la existencia de un esquema de pagos a parlamentarios, para supuestamente mantenerlos alineados en el Congreso con el PT, le costó la “cabeza” al ex funcionario. Junto con él cayeron varios legisladores y se desintegró la plana mayor del partido de Lula. Fue un efecto devastador para el PT. Y, si para muchos militantes decepcionados lo ocurrido no era más que una muestra de la capacidad corruptora del poder, la cierto es que ese fenómeno deriva de la desmovilización social, de la convocatoria de los ciudadanos a participar sólo en períodos electorales y de la falta de control público sobre los actos de gobierno. Dilma Rousseff lo ha entendido así . Y opera en el margen que le dejan las limitaciones del sistema. Ella, por ejemplo, ya comenzó a implementar el programa de transparencia de la administración pública, que pondrá a disposición de cualquier persona datos claves, como por ejemplo los salarios de los ”servidores públicos”.

El viernes pasado, en una entrevista con corresponsales extranjeros, el asesor internacional de la presidenta Marco Aurelio García, afirmó: “Esperamos que este juicio tenga un carácter técnico”. Como miembro de la dirección del PT, a García le tocó en 2005 comandar provisoriamente los destinos del partido y evitar que el daño infligido por el caso del “mensalao” llevara a la disgregación. El funcionario, a quien no le gusta recordar esos días, teme ahora la “politización indebida” del proceso.

Clarín, 5-8-12