viernes, 15 de julio de 2011

LOS NIÑOS AUSTRALIANOS VIVEN ATERRORIZADOS POR LECCIONES SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO


Bruce McDougall y Jenny Dillon
The Daily Telegraph


Los niños de la escuela primaria de Australia están siendo aterrorizados por lecciones que afirman que el cambio climático le traerá “muerte, heridas y destrucción” al mundo a menos de que ellos tomen alguna acción.

En la víspera del anuncio hecho por la Primer Ministro Julia Gillard del impuesto al dióxido carbono, psicólogos y científicos dijeron que las lecciones eran alarmistas, han creado una innecesaria ansiedad entre los niños de edad escolar, y han puesto en peligro su salud mental.

En Australia el cambio climático es enseñado en todas las escuelas como un “escenario Apocalíptico.”

El material educativo provisto por el gobierno de Gillard a los maestros de escuela primaria y los estudiantes declara que el cambio climático causará “desastres devastadores”.

“Además de su terrible impacto sobre la gente, animales y ecosistemas, ellos causarán miles de millones de dólares en daños a hogares y otros edificios,” dice el material.

La Dra. Sue Stocklmayer, directora del Centro para la Conciencia Pública de la Ciencia, del Universidad Nacional Australiana, dijo que el cambio climático ha sido retratado como “escenarios apocalípticos sin escape alguno.”

La Dra. Stocklmayer dijo que ella no era una escéptica del clima, sino que estaba preocupada de que “se ha empleado demasiado tiempo en presentar escenarios terroríficos, especialmente a los niños.”

“Los niños se sienten desanimados e indefensos frente a toda esta información negativa,” dijo ella. “Poner esto frente a nuestros niños es una de las cosas más espantosas que les podemos hacer.”

“El público está sufriendo a causa de una enorme fatiga por la información negativa… en lugar de decir que los osos polares van a morir, tenemos que ver que podemos hacer localmente en busca de soluciones.”

La psicóloga de niños Kimberley O'Brien, también dijo que el lenguaje del cambio climático debería ser “bajado de tono.”

“Los niños están interesados naturalmente en ciclones y volcanes, pero los educadores deberían de atenerse a los hechos,” dijo ella.

“Ellos deberían estar conscientes de que los niños tienen pesadillas.” El psicólogo Michael Carr-Gregg hizo una apelación a los educadores para que sean “más circunspectos y presenten ambos lados del debate del cambio climático.”

“Cuando las cosas se repiten una y otra vez a la gente joven que no tiene la madurez cognitiva y emocional necesaria para procesar estas cosas, se termina por crear una ansiedad innecesaria,” dijo Carr-Gregg.

El Ministro de Escuelas Federales, Peter Garrett, dijo que el gobierno no detendrá la enseñanza de la ciencia climática a pesar de los movimientos en Gran Bretaña para el tema sea retirado de las clases.

En un video sobre el cambio climático financiado por el gobierno del estado, un maestro de una escuela pública en el sudoeste de Sídney explicó: “Los estudiantes están siendo bombardeados desde todos lados con el cambio climático … puede ser algo sumamente aterrador para un niño.”

Las actividades escolares están promocionadas por el Departamento Federal del Cambio Climático y Eficiencia de la Energía.

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COMENTARIO DE FAEC:

Esto es la culminación de largos años del ataque hiperecologista sobre Australia, país en el que han clavado sus garras y lo mantienen casi inmovilizado en su desarrollo industrial y agrícola. De un país tradicionalmente exportador de alimentos, hace años que Australia se ve obligada a importar una serie de alimentos que no puede producir por las severas regulaciones ecologistas que han diezmado su stock ganadero y despoblado las tierras agrícolas.

Sucesivas generaciones de niños australianos vienen soportando terribles miedos que se le inculca en las escuelas y en los medios de difusión como la TV pública. A lo largo de la década de los 80, el mayor terror era el Armagedón nuclear. Felizmente, cuando esa extraña década terminó, como también terminó la Unión Soviética, la ansiedad y angustia nuclear se redujo un tanto. En la década de los 60s y principios de los 70s, el horror de la guerra de Vietnam llenó las pantallas de la TV y las mentes de jóvenes que veían los noticieros.

Pero el gran miedo de esta época proviene de la naturaleza misma, atormentada por las actividades humanas, que finalmente se volverá en contra nuestra. Como lo informa el Daily Telegraph más arriba, no hay ni un solo estudiante en la nación que no haya sido sujeto a visiones alarmistas de un planeta super calentado que se vuelve inhabitable para la vida humana.

El ambientalismo es una noble causa, mientras no se llegue a extremos irracionales. Hay pocas contras en procurar un mundo más limpio y menos contaminado. Pero la influencia de poderosos grupos de poder ubicados en el extremo más fundamentalista del movimiento ecologista está volviéndose algo sumamente peligroso y perjudicial para la sociedad. Por desgracia, el ambiente educativo parece ser especialmente adicto al alarmismo climático, y eso tiene sus consecuencias.

Los resultados negativos de esto son: Primero, al presentar esos escenarios tan exagerados y carentes de realidad comprobable, el debate es restringido. Argumentar en contra de cualquier elemento del debate del clima se considera, por definición, opuesto al cuidado de la salud de la Tierra.

El segundo resultado negativo es más preocupante. Los niños están creciendo en un mundo de intensos desafíos. Sus vidas son ya lo bastante difíciles sin que se les añada las visiones apocalípticas de un planeta condenado a la destrucción.

Está mal; es perverso hacer presa de las mentes fácilmente influenciables de los niños para impulsar una causa política, por más noble que ella parezca ser. Sería aceptar el concepto fascista de que los “fines justifican los medios”.

Lo mismo que está ocurriendo con el planeta, los maestros y los activistas científicos deberían enfriar un poco las cosas. Y los maestros deberían tener presente lo que el Cardenal Thomas Wolsey dijo en 1520 sobre el tema educación: “Sean muy, pero muy cuidadosos con lo que ponen en esa cabeza. Porque jamás podrán sacarlo de allí.”

Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC