jueves, 3 de junio de 2010

LA SALIDA INCREÍBLE: IMPORTAR DE URUGUAY

Jorge Oviedo

La economía argentina se recupera y comienza a alcanzar los niveles de actividad de 2008, el último en que hubo crecimiento, antes de la fuerte recesión de 2009. Y reaparecen los problemas que la caída de la actividad disimuló: la alta inflación y la crisis energética.

Unos pocos días de frío no demasiado intenso y el gas no alcanza para abastecer la creciente demanda domiciliaria y a las industrias y generadoras de energía eléctrica. Ya ni siquiera alcanza con la importación de gas carísimo, regasificado en una planta flotante. Hay cortes programados: las advertencias que el Gobierno silenció se han cumplido.

El nivel de actividad comienza a llegar a los niveles de 2008 en muchos rubros, pero la producción de los pozos de gas declina. El Gobierno dijo al principio de las restricciones, años atrás, que el problema era la falta de capacidad de los gasoductos. No era cierto. Hoy hay más capacidad de transporte que fluido.

La solución que se avizora será importar el fluido desde Uruguay, que no lo tiene y, en cambio, lo importa de la Argentina. ¿Qué se hará? El plan esbozado ayer por los presidentes José Mujica y Cristina Kirchner es instalar una planta de regasificación de gas licuado que llegará en barcos. La Argentina se comprometerá, según el plan, a comprar la mitad de la producción.

Así, Uruguay podría instalar una usina térmica que quemaría gas en lugar de carbón. El costo de operación y la contaminación serían mucho menores. La Presidenta dijo estar dispuesta a facilitar el cambio de la matriz energética uruguaya: transforman la necesidad en virtud.

La Argentina necesita importar más gas y probablemente encuentre difícil que algún privado quiera construir una planta regasificadora en su territorio. Es porque, al contrario de lo que afirmó Cristina Kirchner ayer, el Gobierno se niega a cumplir fallos internacionales adversos. Los condenatorios del Ciadi por afectar inversiones extranjeras, por ejemplo.

El riesgo país también es menor en Uruguay para una inversión semejante, que necesariamente debería financiarse.

En ese contexto, habría una planta regasificadora en Montevideo, el fluido llegaría licuado por barco, y luego de procesado, la mitad sería exportada a la Argentina, utilizando al revés el ducto que conecta a los dos países. Esa conexión fue creada para abastecer a Uruguay cuando la Argentina tenía gas suficiente para exportar.

El millón de BTU es la unidad en que se miden internacionalmente las operaciones. La Argentina lo paga siete dólares cuando lo compra a Bolivia. Y siete dólares más tres por la regasificación cuando lo importa por barco. Y 2,05 dólares cuando lo entregan los productores locales.

Los especialistas dicen que esos precios locales congelados en niveles tan bajos han creado el desabastecimiento. Aunque instale el complejo en Montevideo o en territorio bonaerense, que sería lo más razonable por las dimensiones del mercado, la solución para la Argentina no llegaría sino en dos años. Hasta entonces, otras soluciones y restricciones deberán implementarse, dicen los expertos.

La Nación, 3-6-10