martes, 5 de mayo de 2009

De cara al futuro argentino

Nos interesa transcribir algunos párrafos de dos artículos del último número del periódico Patria Argentina (abril de 2009), que reflejan acabadamente la necesidad de actuar con inteligencia en la vida cívica, sin abandonar ningún principio doctrinario, pero con realismo, y utilizando las herramientas existentes, dentro de la legalidad vigente, mientras no resulte imposible hacerlo.
Y después...¿qué?
por Claudio Beltrán del Cerro
"Solamente la aparición de una fuerza con postulados genuinamente nacionales, cuya presencia, desgraciadamente ni se avizora en el horizonte, podría rescatarnos de la catástrofe. Pero esta realidad no debe ser obstáculo para no hacer nada. En tal sentido, desde las páginas de Patria Argentina, en el ejemplar anterior, se hizo un llamado. Es el intento de un principio; primero que nada hay que pararse, para luego comenzar a caminar. Si no se conforma, ni siquiera se ayuda a construir un mínimo proyecto de masa crítica, difícilmente podrá ejercerse la menor influencia en los acontecimientos, que obviamente serán anárquicos. Nada se soluciona permaneciendo sentado frente a la TV, comiéndose las uñas de bronca y lanzando epítetos furibundos contra personas o contra lo que ocurre, excepto confirmar nuestra rutinaria impotencia.
Este debería ser el auténtico debate en el que tendríamos que sumergirnos en los días que se aproximan. La otra alternativa: confiar en la Divina Providencia, la cual por alguna razón ignota, nunca ha permitido que se llegue a la disolución de la Argentina como Nación -que ahora parece tan cercana-, están en las manos de Dios, no en las nuestras. No obstante, si nuevamente Dios nos otorgara esa Gracia, al día siguiente de que ello suceda nos enfrentaremos a la misma preguna ¿Y después qué? ¿Y para qué?" (pág. 3).
Ingobernabilidad, anarquía y violencia
por Santiago Roque Alonso
"Reducir la acción política después del 29 de junio a una exaltación de la épica histórica, a la crítica política y a la necesidad de la restauración del orden, sin consecuencias prácticas para la reorganización de la sociedad, del sistema político y económico-financiero, así como también del restablecimiento de la moral pública, de la cultura y de la tradición nacional, constituirá un ejercicio estéril e inconducente".
(pág. 3)