miércoles, 4 de marzo de 2009

Documentos del país narco



La Argentina está copada por el narcotráfico. Aunque el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, declame que los grandes carteles de drogas aún no llegaron al país, lo cierto es que las huellas de los narcos comienzan a ser demasiado visibles.
Sicarios impiadosos. Ajustes de cuentas desde motos a toda velocidad. Mexicanos o colombianos que deslumbran con mansiones y yates, e invitan a negocios fáciles.
Narcos que cruzan la frontera sin ser detectados. Efedrina de venta libre. Funcionarios y policías sospechados de connivencia. Financiamiento de campañas políticas. Blanqueo de capitales. Y un Estado sordo que, en este contexto, se dio el lujo de desmantelar la unidad fiscal de investigación del crimen organizado y, por si fuera poco, ocultó un dato con una gran carga de simbolismo: que en una camioneta de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) se encontraron, debajo del tapizado de uno de sus asientos, ocho kilos de cocaína.
Dicen los que saben que los narcotraficantes no cuentan la plata, la pesan. Por eso, unos cuantos fajos de billetes distribuidos en estas pampas son apenas un vuelto dentro de un negocio que, en todo el mundo, mueve más de 800 mil millones de dólares anuales, según cálculos de la ONU. Y que, se estima, podría dejar 50 millones de muertes por consumo de sustancias ilícitas en lo que queda del siglo.
El más reciente ajusticiamiento, con diez tiros certeros de una Glock 40, del extraño empresario maderero de Colombia, Juan Sebastián Galvis Ramírez, o el anterior asesinato de dos colombianos en el shopping Unicenter.
Atrás quedó la ilusión de que este era un país de drogas al paso. Quizá todavía falte un trecho para parecernos a Colombia, la cuna del narcotráfico, o a México, su más cercano competidor, en donde un grupo de narcotraficantes obligó al jefe de policía de Ciudad Juárez a renunciar bajo la amenaza de “matar a un policía por día” si no dejaba el cargo. Aquí, parecer que los narcotraficantes vinieron para quedarse, no importa las víctimas que necesiten.
¿Por qué en la Argentina están dadas las condiciones para convertirse en otra meca del tráfico de drogas? Fundamentalmente por los controles laxos por parte del Estado. El Gobierno nacional acaba de dictar, a pesar de las críticas, una ley que permite el blanqueo de capitales. En este trámite, el Estado se abstiene de preguntar de dónde provienen los fondos con tal de que los inversores repatrien capitales y la Nación pueda hacer caja (lo que es distinto de lo que sucede en países como España y los EE.UU., donde hubo sólo un perdón fiscal que obligó a explorar el origen del dinero).
Los organismos de control del lavado de dinero, como la Unidad de Información Financiera (UIF), que analiza operaciones sospechosas, está sumida en procesos burocráticos, sin poder de policía y con una fuerte dependencia del poder político que la vuelve inofensiva. De hecho, sólo hubo dos condenados por este delito.

(Extractado de: Noticias, 28-2-09, págs. 86/91.