viernes, 19 de diciembre de 2008

Cuestionan a Mattarollo por su relación con el terrorismo
Por Carlos Manuel Acuña

Distintos países latinoamericanos cuestionan un informe de la organización internacional UNASUR que rechazó la pretendida presidencia del organismo a la que aspiraba Néstor Kirchner, por varios motivos. Entre ellos que uno de los redactores de ese documento es el actual subsecretario de Justicia y Derechos Humanos, el abogado Rodolfo Mattarollo, al que se relaciona directamente con el terrorismo de los años setenta. Mattarollo siempre fue un hombre de bajo perfil, papel en el que ponía especial empeño, aunque en ciertos medios se aseguraba que incluso tenía un rol superior al de Horacio Verbitsky a quien siempre se lo consideró - y considera - una de las figuras principales de esos años difíciles.

Pese a ello Verbitsky no sufrió mayores molestias y entre otras cosas está acusado de haber entregado a decenas de compañeros y de responder a centrales de inteligencia de distintas nacionalidades, pero en el caso de Mattarollo siempre existió una circunstancia extraña: tampoco sufrió consecuencias por su militancia activa en la violencia y si bien provenía del llamado Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que había fundado "Roby" Santucho, sus funciones dentro de la Guerra Revolucionaria lo colocaron por encima de las principales bandas hasta recalar dentro del aparato "montonero" en funciones dirigentes de tal magnitud, que sus decisiones eran aceptadas por la conducción de todas las organizaciones que combatían a los gobiernos legales. Más aún, Mattarollo viajó a Europa en la etapa más dura del conflicto y desde Francia, España y otras capitales, se dedicó al montaje de un importante aparato de difusión periodística que todavía sobrevive y lo llevó a viajar por distintas partes del mundo para tomar contacto con personajes y grupos disímiles de distintas nacionalidades es, tanto del mundo occidental como de oriente, especialmente soviéticos y árabes aunque siempre con el problema petrolífero como telón de fondo.

Mattarollo estuvo en Cuba, en Suiza y como máximo representante de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR) cumplió funciones secretas cuyos resultados vuelca ahora en su puesto de subsecretario de Justicia y Derechos Humanos, a órdenes de Eduardo Luis Duhalde, uno de los principales motorizadores de los juicios contra militares, civiles y funcionarios que combatieron al marxismo. Pero el caso es que Duhalde se ha dedicado a la bebida y prácticamente su segundo es quien toma las decisiones importantes.

En el caso de UNASUR, entidad que elaboró un reciente informe sobre varios temas de violencia política pero especialmente respecto la matanza de una veintena de campesinos en Bolivia, el presidente del Senado de ese conflictuado país mediterráneo, Sr. Oscar Ortiz, objetó que pese a sus antecedentes, el informante y analista del suceso por parte de la Argentina, fuera el propio Mattarollo. El senador Roger Pinto destacó esta circunstancia que llevó a los representantes del Perú, Colombia, Uruguay y Paraguay, a oponerse a la participación de Mattarollo en la redacción del pertinente informe. Palabras más, palabras menos, subrayaron que quien fue partícipe activo del terrorismo a favor de la Guerra Revolucionaria "no podía evaluar los hechos que involucraban crueles asesinatos", lo cual descolocó al funcionario argentino, configuró un verdadero papelón diplomático y llevó al propio Kirchner a resignar la presidencia a la que aspiraba. ¿Prevenido el hombre?

El caso arroja una cierta claridad al escenario en el cual vivimos y de alguna manera es la punta de lanza de la internacionalización del drama que vive nuestra República.

Mattarollo y las FARC
Por Emilio Martínez*

14 de diciembre de 2008. Estamos en el Centro Histórico de Bogotá, donde se respira el aire festivo de la cercana Navidad. Frente a mí se encuentra Felipe Salazar, ex combatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ahora desmovilizado y director de la organización “Manos para la Paz”, que agrupa a cientos de disidentes de la guerrilla.
Con una larga cola de caballo en el pelo, anteojos y barba rala, Salazar habla pausadamente y recuerda el proceso que lo llevó a integrarse a las FARC, a partir del reclutamiento por parte del Partido Comunista clandestino o PC3, brazo político de esa formación.

“De las Juventudes Comunistas pasé a ser jefe del PC3 en el centro de Colombia”, dice, zona en la que llegaría a ser también una de las cabezas del Comando Central de las FARC. Como tal, tuvo oportunidad de recibir a varias delegaciones de Europa, entre ellas a contactos de la ETA y el IRA que llegaban a Colombia camuflados como representantes de grupos de derechos humanos.

Según comenta, a lo largo de los seis años en los que integró las FARC fue tomando conciencia de la “contradicción total entre el discurso y la práctica” en el seno de esa organización guerrillera. Salazar recuerda, por ejemplo, el momento en que tuvo su primer contacto con secuestrados: siete personas hacinadas en una jaula de 4 por 4 metros, en medio del monte.

Esa progresiva toma de conciencia lo condujo a desmovilizarse en el año 2006, acción que le valió una condena de muerte por parte de las FARC. Sin amedrentarse, Felipe Salazar comenzó a visitar a ex combatientes presos en las cárceles colombianas y descubrió una interesante verdad: ninguno de los antiguos guerrilleros estaba dispuesto a participar en el “canje humanitario” propuesto por las FARC al gobierno, y mucho menos a regresar al monte.

Esa encuesta demostró la falacia de la propuesta de las FARC, consistente en canjear a 45 rehenes por 500 ex combatientes. Lo cierto era que aquellos ex guerrilleros deseaban reinsertarse en la sociedad colombiana y allí nació “Manos para la Paz”, dedicada a promover ese objetivo.

Le pregunto a Salazar si existen nexos entre las FARC y Bolivia. Asiente y menciona, a manera de ejemplo, que en la “marcha indígena” salida el pasado 10 de noviembre desde el departamento del Cauca y organizada en colaboración con las FARC, estuvieron presentes dos representantes de los “movimientos sociales” de Cochabamba integrados en el llamado Pacto de Unidad. Felipe Salazar acota que los representantes bolivianos, afines al Movimiento Al Socialismo, propusieron al brazo político de las FARC un trabajo conjunto en Europa para impulsar “importantes proyectos en común”.

Interrogado sobre la comisión de UNASUR enviada a Bolivia para informar sobre los hechos de Pando, Felipe Salazar recuerda el nombre del presidente de la misma, Rodolfo Mattarollo, por un intercambio de correos electrónicos entre este y el alto mando de las FARC realizado años atrás.

“Mattarollo facilitó el acceso de un economista ligado a las FARC a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)”, dice. Salazar recuerda haber leído varios de estos e-mails, incluyendo uno en que el alto mando guerrillero agradecía a Mattarollo por sus gestiones.

Sobre el informe de la Comisión de UNASUR, Felipe Salazar afirma que una lectura crítica de ese documento “muestra la ruta de cómo deben organizarse ciertos escenarios”. Es decir, que el informe sería tanto una tergiversación de la verdad como un manual para montar operaciones de violencia política, donde los promotores del enfrentamiento aparezcan a la luz pública como víctimas.

El director de “Manos para la Paz” también comenta sobre los lazos de las FARC con otros países de América Latina, particularmente con la Venezuela de Chávez, que en sus palabras “se está convirtiendo en una Meca del narcotráfico”.

Felipe Salazar señala que ese fenómeno se da de la mano de la guerrilla colombiana, ya que según dice “No hay actividad de las FARC que no esté ligada al narcotráfico”. De acuerdo a su testimonio, existen amplios contactos entre el alto mando militar venezolano y la organización guerrillera, algo que ya fue reconocido por el comandante “Timochenko”, de la vieja guardia de las FARC, en el año 2004.

“Los comandantes enviados por las Fuerzas Armadas de Venezuela a la frontera con Colombia tienen una complicidad previa con las FARC”, revela.
Además, el gobierno chavista estaría dando refugio a los combatientes de las FARC, a los que incluso facilitaría la ciudadanía mediante el programa de cedulación “bolivariana”. Salazar informa que muchos integrantes del “Frente de Ingenieros” de las FARC trabajan ahora en el sector metalúrgico de Venezuela, en el sector de Barinas. Son expertos en la fabricación de armas no convencionales, como lanzacohetes. “No creo que estén fabricando cocinas”, ironiza.

La expansión internacional de las actividades de esta organización terrorista alcanzaría también a países como Uruguay, donde funcionaria una de las células más importantes de las FARC en el exterior, la Comisión Internacional de Finanzas, con la que están implicados importantes empresarios.

Resumiendo el escenario actual del continente, Felipe Salazar concluye: “Si en el siglo XX la vanguardia del comunismo internacional estuvo en Europa, en el siglo XXI esa vanguardia se encuentra en América Latina”.

*Escritor y periodista. Autor del libro “Ciudadano X”.

www.politicaydesarrollo.com.ar, 18-Dec-2008