domingo, 19 de octubre de 2008

España: catorce siglos de unidad católica


(año 589-2008: 1420 años)

En 2008/9 se cumplen mil cuatrocientos veinte años de la conversión del Rey RECAREDO I (586-601) con su pueblo, acontecimiento que se proclamó en el III CONCILIO DE TOLEDO (589) Allí, con la unión y la unidad de los visigodos dominadores – quienes abjuraron de la herejía arriana – con los hispano-romanos dominados – ya evangelizados – se funda ESPAÑA.

En Toledo, con solemnidad, recibió el bautismo el Rey RECAREDO y tras él todos nobles visigodos de su corte. El Catolicismo pasaba a ser la Religión oficial y única de toda ESPAÑA: ESTO ERA EL AÑO QUINIENTOS OCHENTA Y NUEVE. Se debe aprender esta fecha, porque desde entonces, es decir, desde hace catorce siglos y veinte años, no ha dejado nunca de ser la fe de Cristo, las Religión de España. Aquel día, como si adivinaran toda la gloria que a España aguardaba en la defensa y propagación de aquella de aquella Fe, repicaron alegremente las campanas de Toledo y los obispos cantaron gracias a Dios por haber hecho de todos españoles “un sólo rebaño con un solo Pastor”.
Todo esto, unido a las súplicas del obispo SAN LEANDRO , que no ha dejado de predicarle la verdadera Religión, movió al REY RECAREDO a hacerse católico.
Toda esta ceremonia ocurría en el llamado tercer Concilio de Toledo: porque en Toledo, de tiempo en tiempo, se reunían los obispos y los nobles y personas principales, a la vista del pueblo, para decidir sobre los asuntos más graves y esto es lo que se llaman los Concilios de Toledo.
Estas reuniones trataban al principio casi nada más que de de asuntos religiosos; pero luego, a partir de la conversión del Rey RECAREDO, empezaron, cada vez más, a ocuparse de todos los asuntos del gobierno de España. Es natural que así fuera, pues los obispos y sacerdotes era la gente más culta que quedaba en medio del atraso generalizado que había traído al mundo europeo la caída de ROMA y la invasión de los germanos. El resto de la gente, incluso las clases altas, por lo general, no sabían leer ni escribir: y sólo los sacerdotes y clérigos conservaban bibliotecas en Toledo y Sevilla.
A partir de este III Concilio, es donde se declaró el Catolicismo Religión de España, se reunieron en Toledo, en el tiempo de los “godos” (visigodos, parientes de los ostrogodos) quince concilios y a ellos se debe que la organización de España se mejorase bastante. Dieron buenas leyes, que hicieron más suaves las costumbres y menos frecuentes las luchas interiores. Moderaron los tributos y impuestos, las contribuciones; dieron reglas para que la justicia se hiciera con más rectitud.
Además, los hombres de la Iglesia, obispos y sacerdotes, como los únicos hombres de la época, son los que salvaron los restos que quedaban de la cultura de Roma. Esta tarea la cumplió el gran ISIDORO, que fue arzobispo de Sevilla, a la muerte de SAN LEANDRO. Fue el hombre más sabio de su época y escribió una cantidad enorme de libros de donde trató de conservar todo cuanto se sabía en aquel tiempo y cuanto quedaba de la antigua y gran sabiduría y los romanos. Si SAN ISIDORO no hubiera escrito sus libros, muchas cosas se hubieran perdido y olvidado para siempre. Sus libros son como un puente colocado sobre este torrente destructor que fue la invasión que fue la invasión de los germanos (bárbaros) Si el no hubiera hecho ese puente, muchas cosas se hubieran quedado al otro lado sin llegar a nuestros días. Por eso durante seis siglos, hasta la época, de SANTO TOMÁS DE AQUINO, fueron los libros de SAN ISIDORO, la base y el fundamento de la sabiduría de toda Europa, así en los asuntos religiosos como en todos los demás. Durante todos esos siglos, los alemanes y los franceses aprendían en esos libros, escritos en Sevilla, todo lo principal de la doctrina de Cristo y de la ciencia de los de los hombres antiguos.

Esa gran influencia del elemento humano de la Iglesia, como única culta, tuvo también una gran ventaja y fue que unió un sola mano las dos cosas que formaban la sabiduría de entones y que son esas dos que hemos afirmado: la doctrina de Cristo, por una parte, y por otra las ciencia de los antiguos griegos y romanos. La unión de estas dos vertientes es lo que había de formar y definir la civilización europea entre la Antigüedad y los tiempos medievales. Y esa unión y mezcla no estaba aún bien hecha, porque los romanos se habían convertido al Cristianismo poco antes de llegar los bárbaros germanos y no había habido aún de poner bien de acuerdo la nueva Fe con lo aprovechable de la antigua sabiduría. Este acuerdo y mezcla lo hicieron, en muchas partes, sobre todo, los obispos españoles con SAN ISIDORO DE SEVILLA a la cabeza. Ellos le dieron a España lo que todavía le faltaba para ser una Paria verdaderamente “UNA”: un modo único de pensar y de sentir: cristiano de fondo, con todo lo aprovechable de los godos (germanos) y de los romanos.
Desde entonces fue España ya “una”, por dentro y por fuera. Así lo comprendía SAN ISIDORO DE SEVILLA cuando la dirigía los primeros poemas que se han echado a España como propia, única e inconfundible:

¡Ay, madre España querida,
En el mundo tan nombrada,
De las tierras la mejor,
La más fuerte y más gallarda,
Donde nace el oro fino,
El plomo, el hierro y la plata;
Abundante de venados,
De caballos celebrada,
Rica de vino y de seda,
De aceite, bien alumbrada.

(JOSÉ MARÍA PEMÁN, “La historia de España contada con sencillez”, Est. Cerón y librería Cervantes, Cádiz, 1938, 222 páginas). Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus