lunes, 28 de abril de 2008

La peor crisis en seis años


por Joaquín Morales Solá

Se trata de la peor crisis política y social de los últimos seis años. Eso es lo que sucede ahora, aunque consiste, también, en la crisis más innecesaria e inexplicable de la historia. Pocos, pero serios, problemas económicos están siendo mal gestionados; el poder que manda está en otro lugar, y el gabinete oscila entre la parálisis y la sorpresa.
El viernes, cuando se produjo un previsible cambio de ministro de Economía, el Banco Central debió hacer su apuesta más fuerte de los años recientes para defender el valor del peso. Una embrionaria, pero sostenida, fuga de capitales fue percibida por banqueros privados.
La crisis es consecuencia de una mala gestión administrativa, política y económica durante los años del kirchnerismo. Pero tiene una explicación: los Kirchner se niegan a aceptar la aparición de ráfagas menos benévolas de la economía, porque ellos han construido un inmenso poder sobre los exclusivos cimientos de la bonanza económica y de la abundancia de recursos fiscales.
El problema político de los Kirchner es el exceso de poder y no la falta de él, como sucedía hace seis o siete años. Sin embargo, la mala administración de problemas potencialmente graves, como la inflación o el conflicto con el campo, podría derivar en una crisis política y social de homéricas magnitudes.
Gobernadores y legisladores del oficialismo comienzan a tomar distancia de un poder que ni siquiera los atiende. Lo hacen con disimulo, susurrando sus desavenencias, como dejando inscripto el momento en que se rompió el encanto. El peronismo no se mueve sólo al ritmo del poder o de los recursos; la principal variable de su adhesión son las encuentras, porque ellas le señalan la fortaleza y la durabilidad de los reinados, siempre temporales.
El peor enemigo de Néstor Kirchner es Néstor Kirchner. No sólo le dio la espalda a la inflación, y por lo tanto a la mayoría de la opinión social de los argentinos; también dejó sus huellas en la tarea, consciente o inconsciente, de debilitar al gobierno de su esposa. Hizo todavía algo más: azuzó al sector agropecuario para que éste rompiera la negociación.
El ex presidente no quiere un acuerdo con el campo; lo quiere a éste derrotado y humillado, que son las condiciones de sus victorias.

(Extractado de La Nación, 27-4-08)